Heráclito 6

Sócrates editorializa para Heráclito *

Si me absolviereis pero me dijérais: “Sócrates, vamos a rechazar la petición de Anito; te absolvemos, mas a condición de que en adelante no te ocupes en tus investigaciones ni en cuestiones de filosofía; y caso de que reincidas y te lo descubran, morirás”; si me absolviereis, digo, en estas condiciones, yo os respondería: “Mucho os respeto y os amo, atenienses, pero antes es dios que vosotros, y a dios tengo de obedecer. Mientras aliente y pueda no cesaré de consagrarme a la filosofía, de daros consejos, ni de decir en mi lenguaje habitual a todos los que encuentre: ¡Eh, amigo mío! ¿Cómo es que siendo ateniense, ciudadano de la ciudad más grande y más famosa por su poder y sabiduría, no te avergûenzas de no pensar en otra cosa sino en adquirir riquezas, gloria, honores, sin cuidarte para nada de la sabiduría, de la verdad y del mejoramiento de tu alma?”

Y si alguno de vosotros me lo niega y dice que sí, que se cuida de ella, no me separaré de él tan pronto, no me iré, no, sino que le interrogaré, que le examinaré, que le confundiré; y si veo que no es virtuoso, bien que lo presume, le reprenderé por tener en menos estima lo que vale más y en más lo que vale menos.

* Platón, Apología de Sócrates, Ed. Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1947, pp. 56 y 57.
H 5 – 30.06.2000


Diálogo con Vasily Borisenko, agregado cultural de la Embajada Rusa en Argentina*

Heráclito en Rusia

Eduardo Dermardirossian
eduardodermar@gmail.com
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En el marco del clima que imponen los doscientos años del nacimiento de Pushkin, y en el más amplio escenario creado por la transición de Rusia de una experiencia septuagenaria a otra que la sorprende todavía, Heráclito fue recibido por el Vasily Borisenko, agregado cultural de la Embajada de la Federación de Rusia en la República Argentina. El entrevistado preparó café en nuestra presencia y lo sirvió personalmente. ¿Azucar...? Era la hospitalidad rusa.

De la transición de un sistema colectivista a otro de privatista, del mundo unipolar de nuestros días, de la globalización, del nuevo escenario de Europa, de Kosovo, de los cambios habidos en Rusia y en otros Estados que integraban la Unión Soviética, de estos temas y de otros más hablamos en la extendida charla, sin omitir, desde luego, los vinculados a la cultura y al arte. Lo que sigue es un extracto arbitrario del diálogo.

Si bien mis estudios no versaron sobre filosofía en particular, sino sobre letras y literatura, a la hora de decir mis preferencias me inclino por los filósofos de la Magna Grecia, y en especial por Sócrates y sus contemporáneos. Porque encuentro que sus pensamientos y sus reflexiones están en orden con la naturaleza”. Así, Borisenko inauguró el diálogo situándose en un determinado contexto del pensamiento universal. Y a partir de ahí, repentinamente viajamos más de dos milenios en la historia.

Heráclito: Tengo por cierto que la desintegración de la Unión Soviética y la caída del sistema comunista en los países que la integraban y en buena parte de Europa, puede atribuirse en alguna medida al hecho de que ese sistema de producción y distribución de bienes no previó –no podía ser de otro modo en 1848 y aún en 1917- los cambios que produjo el avance tecnológico y no pudo adecuarse después. El comunismo era un sistema que daba una determinada respuesta a la Revolución Industrial y al capitalismo, pero carecía de respuestas para las contradicciones propias de la Revolución Tecnológica y de las nuevas formas de producción y de concentración de riquezas que sobrevinieron a ella.

Vasily Borisenko: Esa es sólo una parte del problema. Yo haría otro tipo de consideración, que considero primordial. Bien podemos decir que el sistema imperante en mi país durante más de setenta años estuvo inspirado en valores humanísticos; y para decir esto recojo a Marx, Engels y Lenin principalmente. Pero en el campo de las teorías es preciso someterlas a prueba, a experimentación. Así acontece con la ciencia y así debe ser también con las doctrinas y las teorías políticas. Le estoy dando opiniones personales y le pido las recoja como tales. Si una teoría no es capaz de resistir su experimentación en el terreno de la realidad, entonces debe ser tenida por inviable. Recién, hablando sobre filosofía, le dije de mis preferencias por los socráticos; y también le dije que los encontraba en orden con la naturaleza. Pues parecida cosa ocurre con los sistemas políticos: ellos deben responder a la naturaleza del hombre y de las sociedades humanas porque, de no ser así, corren riesgo severo de caer bajo los embates de la realidad. Pues bien, eso nos ocurrió en Rusia y en la Unión Soviética. Creo que los hechos, tal cual han ocurrido, nos imponen estas reflexiones.

Nuestro interlocutor habla con marcado acento extranjero, si bien se expresa en correcto español. Diríase con precisión, como corresponde a un funcionario diplomático de su rango. De modo que el diálogo fue todo lo fluido que se podía desear. Y cordial, desde luego.

V B: Pero déjeme hacer una defensa de mi país –agregó Borisenko-, porque es justo que la haga. En tiempos de la URSS no pocos hablaron de imperialismo Ruso. Y yo creo que esa expresión es equivocada, además de injusta; porque durante todo ese extenso período que abarcó la mayor parte del siglo pasado, Rusia no usufructuó a los restantes Estados y naciones que integraron la Unión Soviética. Antes bien, los favoreció mediante su apoyo y su ayuda en todos los órdenes. Y no necesito extenderme al respecto, vea este solo hecho revelador: el nivel de vida en los otros países de ese bloque era superior al nivel de vida en la propia Rusia. Esto tiene un significado que no se compadece con el de dominación imperial, ¿verdad?

H: ¿Qué visión tiene el pueblo ruso de la realidad actual? ¿Hay quienes añoran el sistema comunista?

V B: Tenemos que establecer las diferencias y ser precisos en nuestros conceptos. Yo no diría que el pueblo ruso añora el anterior sistema, no. Diría que el pueblo carece en este momento de algunas cosas que anteriormente tenía, lo cual es diferente. Nuestra gente sabe que ahora está en tránsito hacia un modo de vida y hacia un sistema de producción enteramente diferentes. Para el ruso esto es toda una revolución. Y sabe, entonces, que las revoluciones, los grandes cambios estructurales, tienen un costo. Un costo que siente y que padece. Pero el hombre ruso no es de esquivar la realidad. A propósito, hay un dicho nuestro que en su idioma puedo traducir más o menos así: “Mi camisa está más cerca de mi cuerpo que del tuyo”. Creo que soy explícito. Por lo demás, claro que en la actualidad hay comunistas en mi país -¡cómo podía no haberlos!- y tienen su representación parlamentaria. Vea: el comunismo tenía como propósito la creación de un estado de conciencia tal, que tornaría innecesaria la existencia del Estado. Sería, en teoría, innecesario el dinero. Usted entraría en una tienda y escogería lo necesario, y para que ello fuera así tenía que desarrollarse un estado de conciencia, debía formarse el “nuevo hombre”. Pero a la postre hubo que comprender que el homo sapiens no alcanzaría ese estado de conciencia. Y así llegó a su fin la experiencia comunista en esa parte del mundo. Fíjese, sin embargo –y siempre digo mis opiniones personales- que Rusia no negoció los cambios, no, los acometió simplemente, casi con inocencia, cuando pudo haber obtenido mejores condiciones para la transición que hoy realiza tan dolorosamente. Miremos por un momento a China. No en vano se dice que son sabios los chinos. Ellos no cesan de negociar las condiciones de sus cambios. Por su parte, los ingleses dicen que no existen amigos ni aliados permanentes: existen intereses; es por eso que ellos enaltecen siempre la figura de Churchill, porque supo interpretar los intereses de su país. Desafortunadamente los rusos no podemos decir lo mismo de Gorbachev.

Acerca del tema de la globalización y del mundo unipolar de nuestros días, Borisenko hizo algunas reflexiones de gran interés político. Y al decir esto, queremos decir macro-político. El diplomático sostuvo que la dinámica que generan los opuestos es propia de la vida, que la historia es el producto de los opuestos en conflicto, que la unipolaridad y la teoría de la globalización, tal como se pretende ejercitarla en estos tiempos, es inviable.

Es la muerte, es sinónimo de muerte –nos decía-. Yo creo que esto va a cambiar, creo que va a estallar en algún momento. Y también creo que los acontecimientos de Yugoslavia todavía van a traer consecuencias. Fíjese usted, la historia de la humanidad siempre ha tenido períodos de relativa quietud y luego períodos de brincos. ¿Por qué nuestro tiempo había de escapar a esa regla? Los países de la OTAN hoy actúan discrecionalmente, ellos tienen fuerza y tienen dinero, pero en verdad creo que no saben qué ha de ser de Europa después de Kosovo.

H: Estos cambios que se vienen produciendo en Rusia seguramente han de reflejarse en el ámbito de la cultura, del pensamiento, del arte. Díganos algo a este respecto.

V B: Rusia ha hecho muy importantes aportes a la cultura y a la ciencia, esto es ampliamente conocido. Pero su pregunta está referida a la reacción de la cultura durante el presente período de transformaciones, y en este sentido he de decirle que se observa un aquietamiento, una pausa en tal sentido. Habrá que entender que en este presente de dificultades y de cambios estructurales el hombre ha concentrado su atención en las cosas urgentes, diría domésticas. Por otra parte, el Estado paternalista del anterior régimen amparaba a la cultura y a quienes consagraban su vida a ella. En cambio hoy otras son las condiciones y cada quien debe hallar su propio camino. Pero se advierten algunos signos de renacimiento.

* Conviene tener en cuenta que la entrevista tuvo lugar a mediados de 2000.
H 8 – 21.07.2000


Lecturas escogidas

Parménides

Voy a decírtelo ahora mismo, pero presta atención a mis palabras, las únicas que se ofrecen al pensamiento de entre los caminos que reviste la búsqueda. Aquella que afirma que el Ser es y el No Ser no es, significa la vía de la persuación -puesto que acompaña a la Verdad-, y la que dice que el No-Ser existe y que su existencia es necesaria, esa, no tengo reparo en anunciártelo, resulta un camino totalmente negado para el conocimiento. Porque no podrías jamás llegar a conocer el No-Ser -cosa imposible- y ni siquiera expresarlo en palabras....porque el pensar y el ser son una y la misma cosa. Observa, pues, cómo lo que parece más lejano se hace firmemente presente para el espiritu, que no se verá dividido con la unión del Ser con el Ser, ni para dispersarse enteramente en contra del orden del universo ni para reunirse...
Te invito a que consideres todo ésto, pero, a la vez, quiero prevenirte acerca de esta vía de la búsqueda y en cuanto a aquella otra por la que se lanzan los mortales ayunos de saber, que marchan errantes en todas direcciones, cual si de monstruos bicéfalos se tratase. Porque es la perplejidad la que en el pecho de éstos dirige su espíritu vacilante. Y así se ven llevados de aquí para allá sordos, ciegos y llenos de asombro, como turba indecisa
para la cual Ser y No-Ser parecen algo idéntico y diferente, en un caminar en pos de todo que es un andar y un desandar continuo.

H 5 – 30.06.2000

Contrapunto y concilio en las letras

Borges

A quien está leyéndome

Eres invulnerable. ¿No te han dado
los números que rigen tu destino
certidumbre de polvo? ¿No es acaso
tu irreversible tiempo el de aquel río
en cuyo espejo Heráclito vio el símbolo
de tu fugacidad? Te espera el mármol
que no leerás. En él ya están escritos
la fecha, la ciudad y el epitafio.
Sueños del tiempo son también los otros,
no firme bronce ni acendrado oro;
el universo es, como tú, Proteo.
Sombra, irás a la sombra que te aguarda
fatal en el confín de tu jornada;
piensa que de algún modo ya estás muerto.

Contrapunto y concilio en las letras

Kafka

Cuadernos en octava

Ayer me visitó una apoplegía. Vive en la casa de al lado, la he visto más de una vez, por la noche, desaparecer curvada por aquel pequeño portón. Es una señora alta, de largo vestido ondulante y gran sombrero adornado de plumas. Se me metió en la habitación murmurando, agitada como un médico que teme haber llegado demasiado tarde a la cabecera de un enfermo que agoniza.
-Antón –exclamó con voz hueca pero no sin un toque de euforia- he venido, ¡aquí estoy!


Contrapunto y concilio en las letras

Borges
El Aleph...
Arribo, ahora, al inefable centro de mi relato; empieza, aquí, mi desesperación de escritor. Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten; ¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca? Los místicos, en análogo trance, prodigan los emblemas: para significar la divinidad, un persa habla de un pájaro que de algúnmodo es todos los pájaros; Alanus de Insulis, de una esfera cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna; Ezequiel, de un ángel de cuatro caras que a un tiempo se dirige al oriente y al Occidente, al Norte y al Sur. (No en vano rememoro esas inconcebibles analogías; alguna relación tienen con el Aleph.) Quizá los dioses no me negarían el hallazgo de una imagen equivalente, pero este informe quedaría contaminado de literatura, de falsedad. Por lo demás, el problema central es irresoluble: la enumeración, siquiera parcial, de un conjunto infinito. En ese instante gigantesco, he visto millones de actos deleitables o atroces; ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposición y sin transparencia. Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré, sucesivo, porque el lenguaje lo es. Algo, sin embargo, recogeré.

En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Fray Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer en el pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemon Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico, yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplican sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osatura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas oscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi oscura sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.

Sentí infinita veneración, infinita lástima....


Contrapunto y concilio en las letras

Kafka

Cuadernos en octava
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Existen, para nosotros, dos clases de verdades, las representadas por el árbol de la ciencia y por el árbol de la vida. La verdad de quien obra y la verdad de quien descansa. En la primera el bien se distingue del mal, la segunda no es más que el bien mismo, e ignora tanto el bien como el mal. La primera verdad se nos concede realmente, la segunda podemos intuírla tan sólo. Este es el aspecto triste de la cosa. Pero el alegre es que la primera verdad pertenece al instante fugaz, la segunda a la eternidad, por lo que la primera acaba por extinguirse en el fulgor de la segunda.

¿Puedes acaso conocer algo que no sea una ilusión? Si la ilusión desapareciera, deberías volver la mirada o te convertirías en estatua de sal.

No es necesario que salgas de casa. Quédate a tu mesa y escucha. Ni siquiera escuches, espera solamente. Ni siquiera esperes, quédate completamente solo y en silencio. El mundo llegará a ti para hacerse desenmascarar, no puede dejar de hacerlo, se posternará extático a tus pies.

¿Qué pueden estar preparándonos?
Cama y colchón bajo los árboles,
verde oscuridad, verdor seco,
poco sol, olor húmedo.
¿Qué pueden estar preparándonos?

¿A dónde nos impulsa el deseo?
¿Obtener esto, perder aquello?
Insensatos, bebemos la ceniza
y ahogamos a nuestro padre.
¿Adónde nos impulsa el deseo?

¿Adónde nos impulsa el deseo?
Nos impulsa fuera de casa.

El reclamo de la flauta, el reclamo del fresco arroyo.

Aquello que te había parecido paciente
murmuró entre las hojas del árbol
y el amo del jardín habló.

Si busco, en sus runas,
sondear este inconstante espectáculo,
palabra y úlcera…


Contrapunto y concilio en las letras

Borges y Kafka

Recuerdo dos parábolas que se oponen. La primera consta en el primer tomo de las obras de Kafka. Es la historia del hombre que pide ser admitido a la ley. El guardián de la primera puerta le dice, que adentro hay muchas otras* y que no hay sala que no esté custodiada por un guardián, cada uno más fuerte que el anterior. El hombre se sienta a esperar. Pasan los días y los años, y el hombre muere. En la agonía pregunta: “¿Será posible que en los años que espero nadie haya querido entrar sino yo?”. El guardián le responde: “Nadie ha querido entrar porque a ti sólo estaba destinada esta puerta. Ahora voy a cerrarla”. J. L. Borges.

* La noción de puertas detrás de puertas, que se interponen entre el pecador y la gloria, está en el Zohar. Véase Glatzer: In Time and Eternity, 30; también Martín Buber: Tales of the Hasidim, 92 (La nota es de Borges).



Bienvenida carta de lector *

Querido Dermardirossian:

Mi nombre es María José Atiénzar, soy periodista, nacida en Santiago de Compostela y trabajo en Solidarios para el Desarrollo de la ONG Centro de Colaboraciones Solidarias.

Me permito expresarme así, cariñosamente, pues soy compañera de trabajo de vuestra corresponsal en España Marta Caravantes, quien me puso en contacto con HERÁCLITO. En Agosto, ella está disfrutamdo de vacaciones, por lo cual estoy a cargo de su correo electrónico, donde, entre otras cosas, encuentro vuestra joya de revista. Me gusta mucho. Le pido, si es posible, que me suscriba también a mí. De tal modo, mi red de amigos y conocidos se nutrirán de los artículos y reflexiones que aportais.

María José Atiénzar
Madrid, España

* Si bien atribuimos esta alabanza a la generosidad de la lectora, no desdeñamos la oportunidad de publicarla. Primero fue la directora de maestría de una universidad colombiana, luego la docente a cargo de filosofía en una universidad peruana y más tarde un grupo de alumnos de la Universidad de Oxford. Ahora es España quien nos halaga por medio de una de sus buenas periodistas, como también lo hizo el argentino Mario “Pacho O’Donnell en ocasión de distribuirse la entrega N° 11 de Heráclito Filosofía y Arte (11.08.2000). Halagos que nos estimularon para continuar la entrega de la revista digital a lo largo de 165 semanas ininterrumpidas (N. del E.).


¡Oh... el tango!


En su edición del 24 de agosto de 2000 el diario La Nación de Buenos Aires publicó un cable de EFE procedente de El Cairo que, resumido, anotició así:

El ministro de turismo de Egipto, Mamdouh Beltagui, obligó a las bailarinas de tango de un grupo argentino a taparse con gruesas medias para que no se les vieran las piernas...

Beltagui justificó la decisión argumentando que “pretendía proteger la moral pública” y “evitar dañar la sensibilidad” de los espectadores que iban a asistir a la inauguración del VI Festival Internacional de la Canción que se celebró en esa capital.

H 13 – 25.08.2000