Heráclito 73

Diálogo de Krishnamurti con Jonas Salk *

Ojai, California, EE.UU., 17 de febrero de 1972. "Diálogos con Krishnamurti" Editorial Edaf. Se leerán en letras comunes los parlamentos de Krishnamurti, y en negrita los de Salk.

¿De qué vamos a hablar?

Me gustaría que me dijera cuál es su más profundo interés, lo que más le preocupa.

Es más bien difícil de expresar en palabras, ¿verdad?, pero viendo en lo que se está convirtiendo el mundo, me parece que cualquier hombre serio debe preocuparse del futuro, de lo que le va a pasar a la humanidad. Especialmente si uno tiene hijos, ¿cuál es su futuro? ¿Van a repetir el viejo patrón que los seres humanos han estado siguiendo más o menos durante millones de años? ¿O va a haber un cambio fundamental en su psique, en la totalidad de su conciencia? Ésa es la verdadera cuestión, no si la guerra atómica o guerra convencional, sino si los hombres tienen necesariamente que luchar entre sí.

Sí, estoy seguro de que usted debe tener una opinión al respecto.

No sé si tengo una opinión. He observado mucho, conversado con muchísima gente a lo largo de mi vida, y hay muy pocos que se preocupan de verdad, que se comprometen a averiguar si existe una forma distinta de vivir, una relación, una intercomunicación global, no enfrentándose meramente por cuestiones de idioma, las divisiones religiosas y políticas y todo ese absurdo, sino descubriendo realmente si podemos vivir pacíficamente en esta Tierra, sin matarnos incesantemente los unos a los otros. Me parece que ésa es la verdadera cuestión a
que nos enfrentamos actualmente. Y creemos que la crisis se encuentra fuera de nosotros, pero está en nuestro interior, en nuestra conciencia.

O sea, que lo que está diciendo es que, ahora, nos encontramos frente a frente con nosotros mismos.

Sí, con nosotros mismos y con nuestra relación con el mundo, tanto a nivel externo como interno.

De modo que la cuestión fundamental a la que nos enfrentamos es la relación: la relación con nosotros mismos y la relación entre nosotros y, me atrevería a decir, con el mundo y con el cosmos. De hecho, lo que tenemos delante es la eterna pregunta sobre el significado de nuestras vidas.

Sí, así es. O bien le damos un sentido intelectual a nuestras vidas, fijamos una meta y nos esforzamos por alcanzarla, lo cual se vuelve algo artificial, antinatural, o comprendemos toda la estructura de nuestro propio ser. A estas alturas, hemos realizado extraordinarios avances tecnológicos. Como bien sabe, es fantástico lo que están haciendo. Pero en el otro campo, en el psicológico, apenas nos hemos movido. Somos lo que hemos sido durante una infinidad de años.

Incluso hasta el punto de haber desarrollado lo que denominamos inteligencia artificial, sin reconocer que necesitamos aprender cómo hacer uso de nuestra propia inteligencia natural.

Señor, ¿tenemos inteligencia natural o la hemos destruido?

Es innata, y la destruimos en cada individuo, conforme éstos van apareciendo. Creo que nacemos dotados de inteligencia natural.

Quisiera cuestionar eso a fondo, si nacemos dotados de inteligencia natural.

Nacemos con la capacidad, el potencial para la misma, al igual que nacemos con la capacidad para el lenguaje. Pero luego tiene que ser ejercitada, activada, puesta de manifiesto en el transcurso de las experiencias de la vida. Y ésa es la razón por la que realmente necesitamos comprender lo que me gusta concebir como las condiciones y circunstancias necesarias para despertar ese potencial.

Mientras estemos condicionados ...

Siempre se nos puede condicionar, eso está en nuestra naturaleza.

¿Pero podemos descondicionarnos o debe continuar así?

¿Está usted preguntando si se puede descondicionar al individuo que ha sido condicionado?

¿Puede el individuo condicionado por la sociedad, el lenguaje, el clima, la literatura, los periódicos, por todo lo que lo ha formado, le ha impresionado e influido, de algún modo salirse de dicho condicionamiento?

Con gran dificultad, porque tiende a convertirse en algo fijo, y ésta es la razón por la que debemos prestarles atención a los jóvenes, a cada nueva generación que se incorpora y es formada por el contexto social, por esas circunstancias. Con las mentes nuevas y todavía no formadas, no moldeadas, tenemos la oportunidad de ejercer sobre ellas una influencia más sana.

Uno ha estado en contacto, si se me permite hablar al respecto, con muchísimos jóvenes, con miles de ellos. Desde los cinco a los doce años de edad parecen ser inteligentes, despiertos, curiosos, rebosantes de energía, vitalidad y belleza. Después de esa edad, los padres, la sociedad, los periódicos, sus propios amigos, la familia, son responsables de que todo se les venga encima y parezca apabullarlos, volverlos tan desagradables y violentos. Usted sabe que eso es en lo que se ha convertido toda la raza humana. ¿Se puede, por lo tanto, educarlos de otra manera?

Creo que sí. En algo que escribí no hace mucho, propuse que necesitamos una educación inmunizadora. La analogía que estoy empleando es la de inmunizar contra una enfermedad paralizante. En este caso, me refiero a la atrofia de la mente y no meramente a la parálisis del cuerpo.

¿Podríamos investigar eso un poco? ¿Qué es lo que atrofia la mente, no a nivel superficial, sino esencialmente? Si se me permite la pregunta: ¿es básicamente el conocimiento?

El conocimiento equivocado.

Empleo la palabra "conocimiento", ya sea éste correcto o equivocado, en el sentido de conocimiento psicológico. Aparte del conocimiento académico, del saber científico, la tecnología del ordenador y demás, aparte de todo eso, ¿ha sido el hombre ayudado interiormente por el conocimiento?

¿Se refiere usted a la clase de conocimiento que resulta de la experiencia?

Sí, esa clase de conocimiento es, después de todo, la acumulación de experiencia.

Yo distingo dos clases de conocimiento: veo un conjunto de conocimiento organizado que resulta, pongamos por caso, de la ciencia; y veo el tipo de conocimiento que resulta de la experiencia humana.

La experiencia humana, limitémonos a la experiencia humana. Hemos sufrido guerras probablemente durante unos diez mil años. Y en la antigüedad se mataban con flechas o garrote, doscientas o trecientas personas como mucho. Ahora se matan por millones.

De forma mucho más eficaz.

Sí. Uno está allá arriba en el aire y no sabe a quién está matando. Puede que a su propia familia, a sus propios amigos. Por lo tanto, ¿esa experiencia de miles de años de guerra le ha enseñado algo al hombre respecto a no matar?

Bueno, a mí me ha enseñado algo. No le veo ningún sentido, y hay un número creciente de personas que están tomando conciencia de lo absurdo de ese tipo de conducta.

¡Al cabo de diez mil años! ... ¿Me comprende?

Sí, lo comprendo.

Debemos plantearnos si es que hay aprendizaje alguno o sólo puras especulaciones. Después de unos diez mil años, los seres humanos no han aprendido algo muy simple: no matar a nadie, que por el "amor de Dios", se están matando a sí mismos, están matando su futuro. Y eso no ha sido aprendido.

Ha sido aprendido por algunos de nosotros pero no por todos.

Claro que hay excepciones. Dejemos las excepciones, siempre las habrá, afortunadamente.

Afortunadamente, ése es un punto muy importante.

Pero la mayoría, que vota por la guerra, por los presidentes, por los primeros ministros, y por todo lo demás, no ha aprendido nada y acabará destruyendo a la humanidad.

La destrucción última no ha sucedido todavía. Tiene usted toda la razón, pero necesitamos darnos cuenta de ese nuevo peligro y algo tiene que surgir ahora mismo, dentro de nosotros.

Señor, me gustaría investigar esto porque dudo que la experiencia le haya enseñado nada al hombre, excepto a ser más brutal, más egoísta, más egocéntrico, más preocupado consigo mismo y con su pequeño grupo, su pequeña familia o lo que fuere. La conciencia tribal, que ha sido exaltada a la condición de conciencia nacional, nos está destruyendo. De manera que si unos diez mil años no le han enseñado al hombre a dejar de matar es que algo anda mal.

Me gustaría hacer una sugerencia, proponer una forma de enfocar esta cuestión. Quisiera enfocarla desde un punto de vista evolutivo y especular que estamos evolucionando durante un período de tiempo, en el cual la excepción a la que usted se refería anteriormente puede algún día convertirse en norma. Ahora bien, ¿cómo podría tener lugar esto? Tiene que suceder o de lo contrario no quedará nada de qué hablar, una vez que se precipiten los acontecimientos.

Desde luego.

En estos momentos nos enfrentamos a una crisis. Esta crisis es inminente, se aproxima cada vez más.

Sí señor, eso es lo que dijimos antes.

Así que es muy probable que nosotros mismos tengamos que saltar resueltamente al ruedo. Puesto que somos plenamente conscientes, que nos damos cuenta del riego y del peligro, hay que hacer algún esfuerzo, tiene que inventarse alguna forma de concientizar al mundo entero, no importa cuán difícil resulte hacerlo.

Comprendo todo eso, señor. He hablado con muchísimos políticos y su argumento es que usted y la gente como usted tiene que saltar al ruedo. Ahora, espere un momento. Siempre le hacemos frente a una crisis, no a lo que la ha causado. Cuando la crisis se presenta, nuestra respuesta es: hagámosle frente, no nos preocupemos del pasado, no le hagamos caso a ninguna otra cosa, simplemente afrontemos la crisis.

Eso está mal.

Eso es lo que están haciendo todos ellos.

Entiendo. Y ésa es la razón por la que precisan de la sabiduría de personas como usted, que ven el futuro, que pueden ver la "escritura en la pared", y que actuarán antes de que el muro empiece a derrumbarse...

Lo que estoy diciendo es: ¿No deberíamos investigar la causa de todo esto? No limitarnos a decir: "Bueno ... tenemos una crisis, hagámosle frente".

Sí, estoy de acuerdo con usted.

Eso es lo que están diciendo los políticos. Me refiero a que la causa de todo esto es obviamente el deseo de vivir a salvo, protegido, de estar interiormente seguro. Me divido en una familia, luego en un grupo reducido de personas, y así sucesivamente.

Vamos a descubrir que todos integramos una sola familia.

¡Ah!

Y que nuestra máxima seguridad resultará de preocuparnos de los demás miembros de nuestra familia. No nos reportará gran beneficio que otros sufran y sean una amenaza para nosotros además de serlo para ellos mismos, tal como sucede en la situación actual.

Pero estoy indicando que no hemos aprendido mediante el sufrimiento, que no hemos aprendido de la agonía de las guerras. ¿Qué es lo que hace que aprendamos, que cambiemos? ¿Cuáles son los factores y cuál su profundidad? ¿Por qué los seres humanos, que han vivido en ella por tanto tiempo, están destruyendo esta pobre y desafortunada Tierra, y destruyéndose los unos a los otros? ¿Cuál es la causa de todo esto? No especulaciones respecto a la causa, sino la causa humana, real, profunda. A menos que la descubramos, seguiremos del mismo modo por el resto de nuestros días.

Así es, exactamente. O sea, que usted está preguntando por la causa.

O serie de causas que han llevado al hombre a la crisis actual.

Desde mi punto de vista, la guerra es algo a lo que los hombres recurren para satisfacer la necesidad de supervivencia en circunstancias amenazantes, cuando de la guerra se puede sacar algún partido. Ahora bien, cuando llegue la hora en que no haya nada que ganar y todo que perder, puede que lo pensemos dos veces.

Pero hemos perdido, señor. ¿Comprende? Toda guerra es una guerra perdida. ¿Por qué no hemos aprendido eso? Los historiadores, todos los grandes eruditos, han escrito al respecto y el hombre continúa siendo tribal, mezquino, egoísta. ¿Qué le va a hacer cambiar entonces? La inmediatez del cambio, no gradualmente en el futuro, porque el tiempo es el enemigo del hombre. Puede que la evolución sea el enemigo.

¿El enemigo? La evolución puede ser la única solución.

Si el hombre no ha aprendido después de todo este sufrimiento y simplemente sigue perpetuando esto ...

No ha evolucionado todavía lo suficiente. Hasta ahora, las condiciones no han sido propicias para resolver los problemas que ocasionan la guerra.

Señor, si tenemos hijos, ¿cuál es su futuro? ¿la guerra? ¿Y cómo voy yo, si soy padre, a ver todo esto? ¿Cómo voy a despertar, a darme cuenta de todo lo que está sucediendo y dela relación de nuestros hijos, con lo que acontece? Y si ellos no cambian, esto seguirá indefinidamente.

Por lo tanto, se hace imperativo un cambio. ¿Cómo vamos a producirlo?

Eso es lo que estoy preguntando. El cambio es imperativo. Pero si el cambio depende de la evolución, lo que significa tiempo y todo lo demás, nos vamos a destruir.

Pero me parece que tenemos que acelerar de forma deliberada y conciente el proceso evolutivo. Hasta ahora hemos estado evolucionando de manera inconciente, lo cual nos ha llevado a la condición que usted acaba de describir. Tiene que haber una nueva y distinta clase de cambio, un cambio en nuestra conciencia, en el cual empleemos nuestra inteligencia.

De acuerdo señor. Yo estoy preguntando cuáles son las causas de esto. Si puedo descubrir la causa, toda causa tiene un final. Si puedo encontrar la causa, o las múltiples causas, que han conducido a los seres humanos a la situación actual, entonces puedo ir hacia ellas.

Permítame sugerir otra forma de enfocarlo. Vamos a suponer, pongamos por caso, que las causas que han conducido a este estado persistirán a menos que se lleve a cabo alguna intervención externa para cambiar la dirección. Permítame sugerir la posibilidad de tomar en consideración los aspectos positivos de los seres humanos, la posibilidad de fortalecerlos.

Eso implica tiempo.

Todo en el ámbito humano acontece en el tiempo. Estoy proponiendo que aceleremos o reduzcamos el tiempo, que no le confiemos la tarea sólo al tiempo y al azar, que en ese sentido empecemos a tomar cartas en el asunto y que nos convirtamos en coautores de nuestra propia evolución.

Entiendo. Ahora me planteo una pregunta que acaso no tenga respuesta, aunque creo que sí la tiene, a saber, ¿puede terminar el tiempo? O sea, esta forma de pensar que dice: "dame unos cuantos días más antes de que me lleves al matadero, tengo que cambiar durante esos pocos días."

Me parece que el tiempo termina, en el siguiente sentido: el pasado termina y comienza el futuro.

¿Y eso que significa? Que para que termine el pasado, que es algo de lo más complejo, tienen que acabar la memoria, el conocimiento, el deseo, la esperanza y todo eso.

Permítame darle un ejemplo del fin de algo y el principio de algo nuevo. Cuando se observó que la Tierra era redonda y no plana, hubo un cambio de percepción. Lo mismo sucedió cuando se puso de manifiesto que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol.

Señor, mi pregunta es ésta: ¿Es el tiempo un enemigo o una ayuda? El cerebro humano tiene una infinita capacidad en el campo de la tecnología, pero al parecer no aplicamos esa capacidad extraordinaria en el ámbito interno.

Concentrémonos en eso. Ése es el problema central. Estoy de acuerdo.

Sí, eso es lo que estoy diciendo. Si pudiéramos concentrar esa enorme energía en esto, cambiaríamos instantáneamente.

Instantáneamente, eso es.

Ahora bien, ¿qué hará que el hombre concentre esa capacidad, esa energía, ese ímpetu sobre este punto específico, sobre el contenido de su conciencia? El sufrimiento no le ha ayudado; las mejoras en el campo de las comunicaciones no le han ayudado; de hecho, no le ha ayudado nada, ni Dios, la Iglesia, las religiones, mejores gobernantes, los gurus más recientes, nada de eso.

Así es.

¿Puedo, por lo tanto, dejar todo eso a un lado y no depender de nadie, de científicos, doctores, psicólogos, de absolutamente nadie?

Lo que dice es que no se han inventado todavía los medios para llevar a cabo lo que usted se propone.

No creo que sea cuestión de medios. Los medios son el fin.

Admitido.

Por lo tanto no busque medios. Reconozca que esta gente no le ha ayudado en lo más mínimo; al contrario, le han llevado por el camino equivocado. Así que déjelos.

No son los medios. Porque no conducen a los fines de los que estamos hablando.

La autoridad externa no es el medio, por lo tanto mire en su interior. Eso requiere señor, aunque no me gusta usar el término, un enorme "valor". Lo que significa ser independiente, no ampararse en ... , o tenerle apego a nada. ¿Y quién va a hacerlo? ¿Sólo uno o dos?

Ése es el desafío.

Así que digo, por Dios, dese cuenta de eso, no de los medios ni del fin.

Coincido con usted respecto a la naturaleza de la solución y en que acaso sea lo más difícil de todo lo que los seres humanos tienen que afrontar. Ésa es la razón por la que se deja para el final. Hemos hecho todas las cosas fáciles, tales como manipular la inteligencia artificial, pero sin desarrollar nuestra propia inteligencia. Es comprensible, porque en cierto sentido nosotros somos a un tiempo la causa y el efecto.

La causa se convierte en el efecto, y el efecto se convierte en la causa, y así sucesivamente, nos mantenemos en esa cadena.

Sí. Ahora bien, ya que nos encontramos en un punto en que la raza humana puede llegar a extinguirse, me parece que la única invención, si se me permite usar ese término, por la que estamos esperando, es descubrir los medios para ejercer autocontrol sobre todos los factores, condiciones y circunstancias que han conducido a la guerra.

Lo dudo. Esto puede que sea irrelevante, pero usted sabe que el mundo está empeñado en la búsqueda de placer. Se ve en los Estados Unidos, más que en ninguna otra parte. Una enorme demanda de placer, de deporte, de estar continuamente entretenido. En las escuelas de este país, los niños quieren que se les entretenga, no quieren aprender. En cambio, si se va al Este, allí los niños quieren aprender.

Eso también puede ser placentero.

Sí, por supuesto, pero el hombre se ve impelido a encontrar placer y a continuar en él. Al parecer, ése ha sido el proceso histórico: el placer, ya sea en la iglesia, la misa, todo el circo que se monta en nombre de la religión, o en el campo de fútbol, todo esto ha existido desde la Antigüedad. Una de nuestras dificultades puede ser que nos entretengan los especialistas, o sea todo ese mundo de profesionales del entretenimiento. Toda revista es una forma de entretenimiento, con unos cuantos artículos de calidad de vez en cuando. De modo que la inclinación del hombre no es sólo la de evadirse del miedo, sino la de conseguir placer. Las dos van juntas, como las dos caras de una misma moneda. Pero nos olvidamos de la otra cara, del miedo, y nos dedicamos a la búsqueda de placer. Ésa puede ser una de las razones por las que se avecina esta crisis.

No será la primera vez que una especie se extinga. Me parece que debemos preguntar si extisten algunas culturas o sociedades que tienen mayores probabilidades de sobrevivir que otras, que tienen las características y atributos necesarios para superar los problemas y debilidades a los que usted ha estado llamando la atención. A mi entender, usted está profetizando un tiempo de grandes aprietos y enorme peligro. Y está resaltando las diferencias que existen entre pueblos, culturas e individuos, algunos de los cuales pudieran ser las excepciones que sobrevivirán y perdurarán después del holocausto.


Eso significa que uno o dos, o media docena de personas, sobreviven a toda esta catástrofe. No, yo no puedo estar de acuerdo con eso.

No es que lo recomiende. Simplemente le estoy proporcionando un escenario, una cifra, una cualidad y cantidad con el fin de hacer que la gente se dé cuenta de su responsabilidad en lo que respecta a ese futuro.

Señor, la responsabilidad significa que no es sólo respecto a su pequeña familia, sino que como ser humano es usted responsable de todo el resto de la humanidad.

Creo que le mostré el título de una conferencia que dí en la India, que era: "¿Estamos siendo buenos ancestros?". Tenemos como ancestros, una responsabilidad para con el futuro. Comparto plenamente su opinión. Y cuanto más pronto nos demos cuenta de ello y comencemos a tratarlo de forma conciente como una amenaza inminente, mejor para todos.

De nuevo, me gustaría indicar que hay excepciones, pero la mayoría, que no tiene por costumbre examinar las cosas, elige a los gobernadores, los presidentes, los primeros ministros o a los totalitarios que lo están reprimiendo todo. Puesto que la mayoría los elige, o unos cuantos se arrogan el poder y les dictan a los demás, nosotros estamos a merced de ellos, estamos en sus manos, incluso la gente más excepcional. Hasta ahora no lo han hecho, pero puede que un día digan: "Usted no puede hablar más aquí, o escribir, no vuelva por aquí." Al mismo tiempo, existe el impulso de encontrar seguridad, de hallar cierta paz en alguna parte.

¿Estará usted dispuesto a afirmar que los que actualmente gobiernan o dirigen carecen en cierto modo de sabiduría?

Oh, obviamente señor.

¿Diría usted que hay algunos que poseen la sabiduría para dirigir y guiar?

No cuando la mayoría de la gente quiere ser guiada por alguien que ellos eligen, o por las tiranías que no eligen. En realidad, lo que estoy preguntando es: ¿Cómo puede un hombre, un ser humano que ya no es un "individuo"?, pues para mí la individualidad no existe, somos seres humanos, somos la humanidad...

Correcto, somos miembros de la especie, somos células de la humanidad.

Somos la humanidad. Nuestra conciencia no es mía, es la mente humana, el corazón humano, el amor humano. Todo es humano. Y al poner énfasis, como hacen actualmente, en el individuo, en la autorrealización, en hacer lo que a cada uno se le antoje, ya sabe a lo que me refiero, eso está destruyendo la relación humana.

Sí, eso es fundamental.

No hay amor, no hay compasión alguna en todo esto, Sólo una masa inmensa moviéndose en una dirección imposible y eligiendo a estas personas extraordinarias para que los dirijan. Y éstas los conducen a la destrucción. Lo que quiero decir es que esto ha sucedido una y otra vez, siglo tras siglo. Y al menos que uno sea serio, uno abandona, le da la espalda a esto. Conozco a varias personas que me han dicho: "No sea estúpido, no puede cambiar al hombre, aléjese, retírese. Váyase al Himalaya, mendigue, viva y muera". Yo no lo siento así.

Ni yo tampoco.

Claro que no. Ellos han visto todo esto como algo sin remedio. Personalmente no lo veo ni como algo esperanzado ni desesperante. He dicho que éste es el estado de las cosas y que tienen que cambiar.

Ésta es la realidad.

Y cambiar instantáneamente.

Exacto. Muy bien, ya que coincidimos en eso. ¿Cuál es el siguiente paso?

No puedo ir muy lejos si no empiezo muy cerca. El "muy cerca" es esto.

Muy bien, empecemos aquí, aquí mismo. ¿Qué hacemos?

Si no empiezo aquí mismo sino allí, no puedo hacer nada. Por lo tanto empiezo aquí. Ahora me pregunto: ¿quién es el "yo" que está luchando por todo esto? ¿quién es el "yo", quién es el ego? ¿qué hace que me comporte de este modo, por qué reacciono así? ¿Comprende señor?

Oh sí, comprendo.

De modo que empiezo a verme a mí mismo, no de forma teórica sino en el espejo de la relación con mi esposa, con mis amigos, mi forma de comportarme, mi manera de pensar, y en esa relación comienzo a ver lo que soy.

Sí, uno sólo puede verse a sí mismo reflejado en el otro.

En la relación. En ésta puede haber afecto, puede haber ira, puede haber celos. En todo eso descubro la criatura monstruosa oculta en mí, incluida la idea de que en mí hay algo extraordinariamente espiritual, comienzo a descubrir todo eso. Las ilusiones y las mentiras con las que el hombre ha vivido. Y en esa relación veo que si quiero cambiar tengo que romper el espejo. Lo que significa que rompo el contenido de la totalidad de mi conciencia. Y tal vez como resultado de esa operación, de desmantelar el contenido, haya amor, haya compasión, haya inteligencia. No hay inteligencia si no es la inteligencia de la compasión.

* Fuente: http://www.krishnamurti.com.ar/texto09.htm
H 85 – 11.01.2002

Heráclito 72

Delante y detrás

Eduardo Dermardirossian


Hay dos clases de espejos: los que muestran lo que hay detrás del observador y los que muestran lo que hay delante de él. Cada uno de ellos sirve para fines diversos. Los primeros sirven para construir ficciones y también para atribuir a otros las culpas y responsabilidades habidas. Así, los escritores y artistas plásticos los usan con frecuencia para nutrir sus ensoñaciones, y, por su parte, los hombres de la política se sirven de ellos para culpar a quienes les precedieron en la acción y en los cargos públicos, por los desaguisados del presente. Estos espejos que muestran lo que está detrás son usados corrientemente por aquellos hombres que porfían en mirar lo que ya no merece demasiada atención.

Los espejos que muestran lo que hay delante del observador suelen exponer ante sus usuarios las cosas de su mayor interés. En efecto, esos cristales, una de cuyas variedades antiguamente era llamada “espejuelo”, permiten mirar con atención y en detalle las cosas tenidas por valiosas. Es a través de ellos que el amante mira al objeto de su amor y el coleccionista escrupuloso examina la gema que le es ofrecida. Ciertamente, los hombres no suelen dar su espalda a tales cosas; antes bien las miran cuidadosa y atentamente con el auxilio de esta última variedad de espejos.

De ahí la importancia de saber qué clase de espejo utilizaremos en cada circunstancia. No marrar en su elección es de hombre cauto.

Hecho el depósito Ley 11723
H 84 – 04.01.2002



Las manzanas de oro de las Hespérides

Pierre Grimal *, Diccionario de mitolofía griega y romana, Paidós, Buenos Aires, 1999, págs. 248/9; traducción de Francisco Payarols. Corresponde al fragmento donde el autor trata el mito de Heracles, a quienes los latinos llamaban Hércules. La nota al pie es de E. Dermardirossian.

Cuando la boda de Hera con Zeus, la Tierra –Gea- había dado a la diosa, como presente nupcial, unas manzanas de oro, que Hera encontró maravillosas, hasta el punto de haberlas mandado plantar en su jardín de las inmediaciones del monte Atlas. Como las hijas de Atlante solían ir a saquear este jardín, la diosa había confiado la custordia de las manzanas y el árbol maravilloso que las producía a un dragón inmortal de cien cabezas, nacido de Tifón y Equidna. Asimismo, había colocado como guardianas a tres ninfas del atardecer, las Hespérides, llamadas Egle, Eritia y Esperaretusa, es decir, la “Resplandeciente”, la Roja” y “la Artemusa de Poniente”, nombres que recuerdan los matices del cielo cuando el Sol va hacia el ocaso. Éstas eran las manzanas de oro que Euristeo ordenó a Heracles le trajese.

El jardín de las Hespérides se ubica ya al oeste de Libia, ya al pie del Atlas, ya en el país de los Hiperbóreos.

La primera preocupación de Heracles fue la de informarse del camino que conducía al país de las Hespérides. Para ello partió en dirección Norte, a través de Macedonia. Primero se encontró con Cicno, hijo de Ares, al que derrotó en las márgenes del Equedoro. Adentróse luego el Iliria, hasta las orillas del Erídano, donde le salieron al paso las ninfas del río, hijas de Temis y Zeus, que vivían en una caverna. A las preguntas del héroe, ellas contestaron que sólo el dios marino Nereo podía informarle sobre el país que buscaba. Lo llevaron ante Nereo mientras éste dormía, y, aunque el dios adoptó toda clase de formas, Heracles lo amarró sólidamente y no consintió en soltarlo hasta que le hubo revelado el lugar donde se hallaba el Jardín de las Hespérides. Desde ese momento, el itinerario del héroe se hace poco inteligible, Apolodoro cuenta que desde las orillas del Erídano pasó a Libia –es decir, al norte de África-, donde se batió con el gigante Anteo; recorrió luego Egipto, donde estuvo a punto de ser sacrificado por Busiris. De allí pasó al Asia y luego a Arabia, donde dio muerte a Ematión, hijo de Titono; después marchó a través de Libia, hasta el “Mar Exterior”. Allí se embarcó en la “copa del Sol”, para abordar, en la ribera opuesta, al pie del Cáucaso. Durante la ascensión de esta montaña, liberó a Prometeo, cuyo hígado devoraba un águila y se regeneraba al momento. Agradecido, el gigante le aconsejó que no cogiera con su propia mano las manzanas maravillosas y que encomendara esta misión a Atlante. Heracles prosiguió su camino y llegó finalmente al país de los Hiperbóreos; fue al encuentro del gigante Atlante, que sostenía el Cielo sobre sus hombros, y le ofreció aliviarlo de su carga el tiempo que necesitara para ir a recoger tres manzanas de oro en el Jardín de las Hespérides que se hallaba contiguo. Atlante asintió de buen grado; pero, a su regreso, declaró a Heracles que él mismo llevaría los frutos a Euristeo, y entretanto el héroe seguiría sosteniendo la bóveda celeste. Éste simuló consentir en ello; sólo pidió a Atlante que lo descargase por un momento, el tiempo necesario para ponerse una almohada en los hombros. El gigante aceptó sin recelo, pero Heracles tan pronto se vio libre, cogió las manzanas que Atlante había dejado en el suelo y emprendió la fuga.

Según otras tradiciones, Heracles no necesitó la ayuda de Atlante; mató al dragón de las Hespérides, o lo durmió, y se apoderó de los áureos frutos. También se cuenta que, desesperdas por haber perdido las manzanas cuya custodia tenían confiada, las Hespérides se transformaron en árboles: un olmo, un sauce y un álamo, a cuya sombra se refugiaron más terde los Argonautas. El dragón fue transportado al cielo, donde se convirtió en constelación: la Serpiente.

Sea de ello lo que fuere, Heracles, una vez en posesión de las manzanas de oro las llevó fielmente a Euristeo. Pero éste, cuando la tuvo en sus manos, no supo qué hacer con ellas y las devolvió al héroe, quien las ofreció a Atenea. La diosa las restituyó al Jardín de las Hespérides, pues la ley divina prohibía que aquellos frutos estuviesen en otro lugar que no fuese en el Jardín de los dioses.

Nota: Adviértanse algunos paralelismos entre esta narración de la antigua mitología griega y el mito de la manzana en el Antiguo Testamento. Finalmente uno y otro son frutos apetecidos por los protagonistas de sus respectivas historias. Ambos han sido plantados en jardines sobrenaturales: el de las Hespérides uno, y el del Edén el otro. Y, si se quiere, ambos frutos son prohibidos; en efecto, Prometeo le advierte a Heracles que no debe recogerlos con su mano, en tanto que el dios del Antiguo Testamento, más radical en su mandato, les prohibe a sus creaturas comerlo. Aquí hemos omitido las remisiones que el autor hace a otros mitos narrados en el mismo volumen.

* Ex miembro de la Escuela Francesa de Roma y profesor de La Sorbona.
H 84 – 04.01.2002



Reflexión y saludo de José Carlos García Fajardo* por el advenimiento del año 2002.

Celebremos el encuentro


He aquí que hacemos nuevas todas las cosas. El zorro le recordaba al Pequeño Príncipe la necesidad de los ritos.

"Il faut des rites!, le decía. Un rito es lo que hace un día diferente de otro. Si vienes a cualquier hora a visitarme, no sabré cuándo preparar mi corazón. Pero si yo sé que vendrás a las tres, desde las dos mi corazón se llenará de alegría y "¡conoceré el precio de la felicidad!" Porque tú no eras para mí más que un hombre igual a cien mil hombres y yo no era para ti más que un zorro igual a cien mil zorros… pero si tú me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Yo seré para ti único en el mundo y tú serás para mi único en el mundo. ¿Qué significa domesticar?, preguntó el Principito. "Es algo demasiado olvidado por los hombres, significa crear lazos", respondió prudente el zorro que sentía una lumbre en su corazón.

Al llegar estas fechas marcadas por el calendario, desde tiempo inmemorial, los seres humanos lo celebraban echando cosas viejas a la calle o a una hoguera que ardía durante la noche para recordarle al sol que amaneciera. En ese fuego ardían frustraciones, desencantos y tristezas. Pero en la luz del fuego, en su calor y en su magia, reverberaban esperanzas y se encendían auroras.

Solsticios de invierno, noches largas, inmensas, aterradoras.
Solsticios de verano, noches ardientes, fecundas, creadoras.
Noches de san Silvestre o de san Juan. ¿Qué más da?

Cuando llegaste, te esperaba. Quizás eras la respuesta a mi anhelo para hacer juntos una etapa del camino. Nadie nace la víspera de un encuentro, porque todo encuentro es un reencuentro. Nos buscábamos sin saberlo. Tomás de Aquino llega a escribir "no nos conocíamos y ya nos queríamos". San Agustín había ido más lejos "No me buscarías si no me hubieras encontrado… eres más íntimo que mi propia interioridad".

Hay personas que creen que nunca les sucede nada cuando, en realidad, la vida pasa por su lado y ellas no saben des-cubrirla, des-velarla, envolverse en el misterio de la revelación. Y se quejan de aburrimiento.

Samuel responde "Aquí estoy, porque me has llamado". Ese es el sentido pleno de evocar, convocar, invocar. Y todavía más hondo es Salomón cuando expresa el mayor deseo de su corazón "dame un corazón a la escucha" (leb shomá).

Cada día, cada instante, cada silencio, cada palabra, cada emoción, cada pálpito, cada pasión son inéditos. Todo es nuevo, nada se repite, todo es creación continuada en forma de celebración. El tiempo no existe, lo vamos haciendo. Sólo pasa lo cronológico. Lo kairológico es revelación, permanencia, transformación.

De ahí, la alegría de compartir la armonía de la naturaleza, el equilibrio del cosmos, la serenidad del universo. Todo es fiesta, todo es milagro, todo es maravilla.

Vivir no es ver volver, como pretendía Azorín, sino celebrar la poesía del misterio. Pues, según Rilke en sus Cartas a un joven poeta, es menester que nada extraño nos acontezca, fuera de lo que nos pertenece desde largo tiempo.

Hoy, ahora, aquí y entonces es navidad, pasión, muerte y resurrección. Los arquetipos no pueden ser sustraídos ni apropiados por religión alguna porque pertenecen al inconsciente colectivo, a la experiencia vivida.

Sabernos tierra que camina, polvo enamorado, expresión de un vivir más profundo, hondo y telúrico cuyos latidos percuten nuestra piel, nuestros pulsos y el rumor de nuestro ambiente. Unamuno sentía morriña de eternidad, nostalgia de infinito, olor a tierra ausente, a perfume de luz.

Hoy es siempre, todavía. Ahora es el momento de la magia y del encuentro. Por eso es preciso cambiar nuestro corazón para que la actitud informe la realidad y sea a la vez fecundada por ella. Mañana no es una realidad, tan sólo una hipótesis. Ayer tampoco es una realidad, sino memoria y experiencia.

Aquí, ahora es la celebración del ritmo, del lugar de encuentro del tiempo que hacemos y de la eternidad que somos. De ahí el profundo sentido de los espacios sagrados hasta que un día caemos en la cuenta, descubrimos, que todo es sagrado, todo es sacerdocio, sacrificio y celebración.

La raíz sánscrita scr nos abre a mundos mágicos y reales, penetrados de misterio. Del misterio del vivir con alegría, gozando del placer de las cosas, de las emociones y de las pasiones. Claro que sí. Sin pasión, de patior, no hay vida. Es una degeneración semántica asimilar pasión a sufrimiento. Es un empobrecimiento. Se padece una caricia, una mirada agradecida, un sabor, un tacto trémulo o firme, el goce de los placeres sensuales y espirituales.

Para el más auténtico pensamiento oriental vivir es un juego en el que se funden tiempo y eternidad, espacio y aliento, naturaleza y cosmos. Por eso los dioses siempre aparecen sonriendo.
Celebremos, pues, este fin de año y el comienzo del año nuevo con el talante adecuado. Para el sabio no existe diferencia entre cielo y tierra, entre acción y mérito. El sabio no pretende hacer cosas buenas, sino que bueno es lo que hace el sabio. No busca cumplir la ley sino que ésta surge de su corazón. De ahí que no busque el mérito de las acciones ni confunda valor con precio.

La actitud del sabio es de sosiego y de serenidad, de disfrutar de los placeres tanto como de las pruebas, todos ellos son mensajeros de la paz como fruto de la justicia.

La actitud más coherente con la realidad es descubrir el sentido de cada gesto, de cada silencio, de cada gota de agua y de cada encuentro.

Ante la confusa apariencia de los fenómenos que suceden en el mundo, todavía y siempre cabe la esperanza.

Siempre cabe la alegría, el goce de despertar cada mañana a los encuentros que aguardan con sólo saber caminar con el corazón a la escucha y los brazos extendidos para acoger sin prejuicios, sin discriminación ni apegos.

No existe el pasado ni pueden pesar pretendidas culpas. A éstas hay que tratarlas como a sacos de sal que nos hemos cargado a la espalda: se disuelven al introducirnos en el mar de la vida, para darle sabor sin que se note; para darle consistencia.

Es posible la esperanza, la felicidad de sabernos acogidos, amados, esperados y apoyados para hacer juntos el camino. Ni hacia Itaca ni hacia Tombuctú, sino hacia adentro abarcando todo y compartiéndolo todo.

Si el sentido del vivir es ser felices, poder hacer lo que queramos, el camino más seguro es querer lo que hacemos, transformándolo.

Feliz Año, Feliz Día, Feliz Instante.

* Presidente de la ONG Solidarios para el Desarrollo y profesor de Pensamiento Político y Social de la Universidad Complutense de Madrid.
H 84 – 04.01.2002



“El objeto y el sujeto se mezclan y se transforman mutuamente en el acto del conocimiento”

Teilhard de Chardin

Ver o perecer. Tal es la situación impuesta por el don misterioso de la existencia a todo cuanto constituye un elemento del Universo. Y tal es consecuentemente, y a una escala superior, la condición humana.

Pero si de verdad resulta tan vital y beatificante el conocer, ¿por qué, una vez más, dirigir con preferencia nuestra atención hacia el Hombre? ¿No esá ya suficientemente estudiado el Hombre, y no es suficientemente enojoso el hacerlo? ¿Y no es precisamente uno de los atractivos de la Ciencia el de desviar y hacer descansar nuestra mirada sobre un objeto que, por fin, no sea nosotros mismos?

Bajo un doble aspecto, que se convierte doblemente en el centro del Mundo, el Hombre se impone a nuestro esfuerzo por ver como clave del Universo.

En primer lugar, y de una manera subjetiva, resultamos ser inevitablemente, centro de perspectiva en relación con nosotros mismos. Fue seguramente una candidez, quizá necesaria, de la Ciencia naciente el de imaginarse que podría observar los fenómenos en sí mismos, tal como se desarrollarían fuera de nosotros mismos. Intuitivamente, los físicos y los naturalistas operaron al principio como si su mirada cayera desde lo alto sobre un Mundo en el que su conciencia pudiera penetrar sin experimentarlo en sí mismos, sin modificarlo con su propia observación. Hoy comienzan a darse cuenta de que sus observaciones, aún las más objetivas, están todas ellas impregnadas de convenciones apriorísticas, así como de formas o de costumbres de pensar desarrolladas a lo largo del proceso histórico de la Investigación. Llegados al extremo de sus análisis, ya no están muy seguros de si la estructura conseguida es la esencia misma de la Materia que estudian o el reflejo de su propio pensamiento. Y de una manera simultánea se dan cuenta de que, por un choque retroactivo de sus descubrimientos, ellos mismos se encuentran cogidos en cuerpo y alma en la red de las relaciones que habían creído lanzar desde el exterior sobre las cosas; en una palabra: se hallan presos en su propia trampa. Metamorfismo y endomorfismo, diría un geólogo. El objeto y el sujeto se mezclan y se transforman mutuamente en el acto de conocimiento. Quiéranlo o no, desde ese momento, el Hombre vuelve a encontrarse a sí mismo y se contempla en todo lo que observa.

He aquí una verdadera servidumbre, la cual, no obstante, está inmediatamente compensada por una grandeza cierta y única.

Resulta simplemente trivial, e incluso enojoso, para un observador el transportar consigo mismo, vaya donde vaya, el centro del paisaje que atraviesa. Pero, ¿qué es lo que le sucede al paseante si las circunstancias le llevan hacia un punto naturalmente privilegiado (encrucijada de caminos o de valles), desde el cual no ya sólo la mirada, sino las mismas cosas irradian? Es entonces cuando, al coincidir el punto de vista subjetivo con una distribución objetiva de las cosas, se establece la percepción en toda su plenitud. El paisaje se descifra y se ilumina. Se ve.

Este parece ser el privilegio del conocimiento humano.

H 84 – 04.01.2002



La Diversidad Cultural como reto político

María José Atiénzar

"El diálogo intercultural es la mejor garantía para la paz porque rechaza la idea de que los conflictos entre culturas y civilizaciones sean inevitables", dijo el director general de la UNESCO, Koichiro Matsuura tras la aprobación de la Declaración Universal sobre Diversidad Cultural. En su opinión, "el texto eleva la diversidad cultural al rango de herencia común de la humanidad" y protegerla es un imperativo ético inseparable de la dignidad humana.

El proceso de globalización aporta nuevos retos. Al tiempo que ofrece posibilidades inéditas de expresión e innovación, conlleva el riesgo de marginar a las culturas más vulnerables. Por ello, la UNESCO asumió desde hace unos años el compromiso de defender la diversidad cultural. En los últimos meses, se consultó a los Estados miembros y un grupo de expertos de 30 países elaboró el texto de la Declaración, conciliando los diferentes puntos de vista y expectativas de los Estados en esta nueva coyuntura.
La UNESCO apuesta por una definición amplia de cultura, considerada como "el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias".

En una situación internacional donde asistimos perplejos a enfrentamientos, violencias y adversarios sin definición, no está de más recordar, como hace la UNESCO, que el respeto a la diversidad de las culturas, la tolerancia, el diálogo y la cooperación, en un clima de confianza y de entendimiento mutuos, serán los mejores garantes de la paz y la seguridad internacionales.

La Declaración relaciona la diversidad cultural con la identidad, el pluralismo, los derechos humanos, la creatividad y la solidaridad internacional. Se reconoce la diversidad cultural como patrimonio común de la humanidad, que amplía las posibilidades de elección y es una fuente de desarrollo, entendido no sólo en términos económicos, sino como "medio de acceso a una existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual satisfactoria".

Pero una diversidad creativa exige para su desarrollo la plena realización de los derechos culturales, los cuales reconocen que "toda persona debe poder expresarse, crear y difundir sus obras en la lengua que desee y en particular en su lengua materna; toda persona tiene derecho a una educación y una formación de calidad, que respete plenamente su identidad cultural, debe poder participar en la vida cultural que elija y ejercer sus propias prácticas culturales…" Esto es, que todas las culturas puedan expresarse y darse a conocer. Resultan esenciales en este proceso la libertad de expresión, el pluralismo de los medios de comunicación, la igualdad de acceso al saber científico y tecnológico, incluyendo la forma electrónica, y la posibilidad para todas las culturas de estar presentes en los medios de expresión y difusión. La propia declaración reconoce que los bienes y servicios culturales son portadores de identidad, de valores y de sentido, y no deben ser considerados como mercancías o simples bienes de consumo.

La UNESCO acompaña la declaración sobre Diversidad Cultural de un plan de acción con orientaciones para aplicarla. Entre otras, la necesidad de profundizar el debate internacional sobre los problemas relativos a la diversidad cultural y la conveniencia de elaborar un instrumento jurídico internacional que la fomente y proteja. Asimismo, se destaca la importancia de salvaguardar el patrimonio lingüístico de la humanidad, apoyando la educación en lengua materna, el aprendizaje del plurilingüismo desde la escuela y el fomento de la "alfabetización electrónica" que permitan el manejo de las nuevas tecnologías de la comunicación.
Mucho habrá que modificar las políticas y crear condiciones propicias para que puedan desarrollarse los bienes culturales en plano local y mundial.

Basta recordar los graves desequilibrios que se producen en los flujos e intercambios de bienes culturales. Estados Unidos, Japón y la Unión Europea controlan el 90% de la información y la comunicación de todo el planeta. El 20% más rico de la población mundial acapara el 93% de los accesos a Internet, mientras el 20% más pobre apenas tiene el 0,20% de las líneas. Se necesita reforzar la solidaridad internacional para que los países empobrecidos del Sur puedan desarrollar industrias culturales propias, viables y competitivas.

Supone un gran paso tener una Declaración sobre Diversidad Cultural, como marco y soporte del respeto a las diferencias que enriquecen a la humanidad, pero hace falta voluntad política y de toda la sociedad civil, para aplicarla y recoger los frutos del mestizaje en un mundo donde todas las culturas deberían tener su sitio.

H 84 – 04.01.2002



La desigualdad como problema económico

John Kennet Galbraith, La sociedad opulenta, Planeta, Barcelona, 1984, págs. 96 y 94. Traducción de Carlos Grau Petit.

Pocas cosas son más evidentes en la historia social moderna que la decadencia del interés por la desigualdad en cuanto problema económico. Ello es particularmente cierto en Estados Unidos. Y, entre los países occidentales, es completamente inexacto en Inglaterra. La desigualdad, mientras continúa desempeñando un importante papel ceremonial en la sabiduría convencional de conservadores y liberales, ha dejado de ocupar la atención de los hombres. Incluso la sabiduría convencional ha efectuado concesiones a este nuevo estado de cosas.

Esta decadencia del interés por el tema de la desigualdad queda puesta de relieve por el hecho de que, durante muchos años, no se ha realizado ningún esfuerzo importante para alterar la actual distribución de la renta. Aunque se advierte con frecuencia un silencio discreto sobre este punto en las expresiones del liberalismo americano, ya que de este modo no se provoca la ira de los conservadores, el principal instrumento público para distribuir la renta es el impuesto progresivo sobre la misma. Desde la Segunda Guerra Mundial no se ha producido ningún esfuerzo considerable para modificar este impuesto en busca de una mayor igualdad. Se han abierto algunas vías de evasión, en tanto que otras se han cerrado. Los liberales no han dado, sin embargo, ningún paso importante para hacer que el impuesto sea más progresivo, y por consiguiente, más igualitario. Y los conservadores, en tanto que han ganado importantes victorias secundarias, no han estado en condiciones de presentar una batalla definitiva contra el impuesto (...).

Respetando ese punto del actual compromiso, los liberales no intentan que los impuestos en vigor sean más progresivos ni muestran pasión alguna por eliminar las injusticias y las escapatorias que se presentan en su aplicación. Sin embargo, se agruparían como un solo hombre para oponerse a cualquier reducción general de los tipos impositivos sobre las bases tributarias más elevadas. Quienes creen que el impuesto se ha excedido en su implantación de la igualdad son a veces más expansivos. Desde las clases acomodadas se oyen con regularidad llamadas a la simpatía pública y a la cooperación y toques de clarín pidiendo valor y acción. “Es tarde, pero no demasiado tarde. No hay ya excusa para que sigamos dudando. Con toda la fuerza de la equidad y de la lógica de nuestra parte y con la urgente necesidad de sacudir los grilletes tributarios de las piernas del progreso económico, la iniciativa es nuestra si tenemos la valentía de hacernos cargo de ella” (1). Pero ni siquiera una administración conservadora como la del presidente Eisenhower ha considerado oportuno enfrentarse con el problema de la reducción de los recargos tributarios en un amplio frente.

Salvo en lo que se refiere al impuesto sobre la renta, se puede decir que casi no se ha puesto en vigor, ni siquiera discutido, legislación alguna que tuviese como principal objetivo el de reducir la desigualdad. Hace sesenta años, cuando la polémica entre el capitalismo y el socialismo había llegado a su
cumbre, apenas se habría podido pensar en ninguna otra solución...

(1) Maytag, Taxes and América’s Future.
H 84 – 04.01.2002



Desde 1973 el santafesino Jose Pivin está radicado en Haifa, Israel. Sus obras fueron traducidas del español al hebreo, yiddish, polaco, ingés y árabe. De su tercer poemario bilingüe español-hebreo, editado por Neta Gonen (Mulelet Hadassa), Jerusalem 1996, seleccionamos estos versos.

De remotas tierras hablo

Hablo de remotas tierrasde praderas verdesy cultivos altoshablo de lejanas pampasde caballos salvajeshabloy cuando hablo de rios y de puertosno son los mismos rios ni los mismos puertosque tu te imaginas.Hablo de curtidos jinetesy tu piensas en beduinosmontados en camellos.Digo rio y pienso en el Paranacorcoveando enloquecidode norte a sury cuando digo riotu piensas en el Jordan estrechoy recatado.Hablo del tiempoy digo friotempestuosolluviahablo de inviernoy en este momentotu disfrutas de solcalorverano.Hablo de remotas tierrasde praderas verdesy cultivos altoshablo de lejanas pampasde caballos salvajeshablo.


H 84 – 04.01.2002