Heráclito 55

A propósito del atentado en Nueva York y Washington

La verdad victimizada

Eduardo Dermardirossian
eduardodermar@gmail.com


Escribo estas líneas el 28 de Septiembre de 2001, a las 16, hora argentina. La precisión es pertinente porque los días y las horas cuentan desde el trágico martes 11, cuando un atentado múltiple abatió las torres del World Trade Center de Nueva York y destruyó un ala del Pentágono en Washington. El miedo y la sensación de inseguridad plantaron sus reales, primero entre los norteamericanos, y después en el resto del mundo, al tiempo que el dolor, la rabia y la indignación opacaron el entendimiento de los hombres, aún el de quienes por detentar el poder deben mantener la prudencia a ultranza. La precisión, reitero, es pertinente cuando en esta hora me entero que fuerzas terrestres norteamericanas e inglesas estarían trasponiendo las fronteras de Afganistán*.

Y si bien es temprano todavía para reflexionar sobre estos hechos, creo que es lícito exteriorizar algunas preocupaciones. O revisar conceptos que repiten los medios, martilleando con una pertinacia capaz de horadar conciencias, formularnos algunas preguntas aun cuando sea dudoso que podamos responderlas en medio del jaleo. Porque hacer la pregunta correcta no es poco andar cuando se transita por senderos inciertos. No viene ahora a mi memoria quién dijo que la respuesta siempre está contenida en la pregunta, a condición de que sea formulada correctamente. Reflexionemos, pues, juntos.

La expresión “terrorismo internacional” es usada frecuentemente desde el día del atentado, cuando en rigor hace décadas que las acciones de terrorismo suelen ser de ese carácter. ¿Por qué, entonces, es ahora que se pone énfasis en la internacionalidad del terrorismo? ¿Será por el carácter de superpotencia del Estado afectado? ¿O por los intereses que involucra esta acción? ¿Quién duda a esta altura que las voladuras de la Embajada de Israel y de la sede de la AMIA, ambos hechos ocurridos en el ombligo de Buenos Aires, fueron actos de terrorismo internacional? ¿Cuál es, entonces, la diferencia conceptual entre el atentado reciente y aquellos hechos?

En este punto viene la pregunta: ¿Qué debe entenderse por terrorismo? En primer término, es preciso incluir en ese concepto los hechos del 11 de septiembre. Llamar por su nombre a tamaño atentado es un deber moral que los hombres no podemos eludir, porque todo intento en contrario será fruto de sectarismos y de fanatismos. Sin embargo, a esta altura de la historia parece necesario extender el concepto de terrorismo a otras acciones y omisiones humanas, generalmente acometidas por grupos nacionales o de intereses, que no son menos deletéreas que los súbitos estallidos de una metralla o de una bomba. El hambre, las enfermedades y otras formas de abandono a que son sometidas cada vez más extendidas masas de población también deben ser calificadas como actos de terror, en cuanto pudiendo ser evitadas, no lo son por causa de intereses particulares.


El mismo martes 11 se acuñó la expresión “guerra contra el terrorismo”, sin decir qué países serán objeto de sanciones. Aún más, el propio presidente del país del norte dijo expresiones tales como “esta es la lucha del bien contra el mal”, “nuestras acciones llegarán a quienes hayan ejecutado los hechos y también a quienes les brinden protección”, “se está con nosotros o en contra de nosotros” y otras de parecida clase. Todas ellas encierran una gran peligrosidad porque reafirman el espíritu de gran hermano orweliano del poder norteamericano y lo afianzan en su pretensión de subyugar al mundo, con severo menoscabo de las libertades y de la diversidad cultural.

La sobreactuación siempre es enemiga del estadista. Éste debe cultivar la prudencia, la moderación, el equilibrio, el buen juicio, la circunspección; debe ser aliado del tiempo, nunca su enemigo. Y antes que saber hablar debe saber callar, porque es cierto que uno es prisionero de sus palabras, nunca de sus silencios, como también es cierto que los silencios guardados prudentemente le ofrecen al estadista un territorio en el que puede moverse con libertad, en tanto que las palabras dichas y amplificadas por los medios de comunicación le trazan un cerco.

Hay más preguntas. ¿Puede librarse una guerra para dar caza a un hombre? En todo caso, ¿qué hay detrás de ese propósito declarado? ¿Qué mecanismos determinarán de ahora en más el precio del barril de crudo, tan sensible a los vaivenes políticos y militares del Asia Central? Y los cuarenta mil millones de dólares anuales que mueve la producción de opio y su procesamiento en esa región del planeta, ¿por qué manos transitarán de ahora en más? ¿Qué será de los arsenales que los EEUU y los países de la ex URSS –cada una a su tiempo- depositaron en manos de gobiernos que ya no responden a sus propósitos? No pocos países de la región poseen armas nucleares, como Pakistán, India, China, Rusia y otros más; ¿podemos pensar que se les dará a esas armas un uso racional? Aún, ¿puede concebirse un uso racional de tales artificios?

Hemos oído decir que en política, como en amor, no siempre uno más uno es dos, lo cual es cierto. Y en las relaciones políticas internacionales en tiempos de guerra, como la que ahora se pretende desencadenar, esa certidumbre se potencia hasta lo imprevisible. Porque la previsión de los estrategas no alcanza para antever qué cuentas querrán saldar los países de esa región en medio del ruido. Para EEUU, en el Asia Central nunca uno más uno fue igual a dos, porque sus aliados de ayer, aquellos a quienes armó en contra de los demonios de turno, siempre se le volvieron en contra. Y parecida cosa le ocurrió a los rusos. Es que la guerra es así, y ya debíamos haberlo aprendido los hombres para abominar de ella como recurso para resolver nuestras diferencias.

Creo que algo más conviene mirar. El Oriente islámico ha desarrollado una aversión visceral contra los EEUU. Las gentes salen a las calles para manifestarse contra ese país que hoy es la cabeza de Occidente. Norteamérica lo sabe y es por eso que procura anudar alianzas incondicionales con sus socios de Europa, pero también con la América pobre y con los gobernantes de aquellos musulmanes hoy en virtual estado de sublevación interna. Debiera saber Norteamérica que cuando una guerra comienza cesa la incondicionalidad de las alianzas. La historia es maestra y el presente también: los propios estados de la OTAN y Rusia condenan el terrorismo internacional y comprometen su ayuda para combatirlo, y en esto creo que son sinceros. Pero al mismo tiempo no dejan de mostrar sus reservas en caso de que la nación hoy agredida inicie una acción armada en los términos anunciados por su presidente. Es que si miramos bien, los propios países islámicos también han condenado al terrorismo en parecidos términos a la vieja Europa. Lo hizo el gobierno talibán y lo hicieron las autoridades del alelado Pakistán, Irán, Israel, Palestina. Y los pueblos de esos países, al manifestarse en las calles y responder los requerimientos periodísticos, también lo hacen. Es claro que cuando una guerra va a comenzar, y luego, durante su desarrollo, estrepitosamente se ve caer a la primera víctima, que es la verdad. La verdad ya ha sido victimizada en América y en Asia, en Europa y en Rusia.

Han pasado más de dos semanas de los atentados. Y si bien he procurado sustraerme del influjo uniformador a que quieren someternos los medios, me temo que no he logrado totalmente mi propósito. Ignoro qué sobrevendrá después de tanta parafernalia informativa y de tantas manifestaciones destempladas por parte de quienes tienen la obligación de ser prudentes.

Pero hay esperanza. La hay, pues que el hombre ha sobrevivido a desventuras mayores a la que hoy le aflige. La paz quizá sea, en definitiva, una utopía. Pero las utopías trazan una dirección, un rumbo, una meta en definitiva, que tiene la particularidad de enderezar los pasos del hombre en la dirección correcta, le sostienen de pié en la vida por el sólo hecho de perseguirlas.

* Hoy esas fuerzas ocupan Afganistán e Irak.
H 71 – 05.10.2001.


John Pilger entrevista a Noam Chomsky*

“Ampliar los poderes de Bush es ultracriminal”


¿Por qué piensa que tuvieron lugar estos ataques?

Se supone verosímilmente que su origen está en Oriente Medio, y que los ataques probablemente estén ligados a la red de Osama bin Laden, una organización extensa y compleja, sin duda inspirada por él, pero no necesariamente actuando bajo su control. Bin Laden, un multimillonario saudita, se convirtió en un líder islámico militante durante la guerra llevada a cabo para expulsar a los rusos de Afganistán. Fue uno de los muchos fundamentalistas y extremistas religiosos reclutados, armados y financiados por la CIA y sus aliados del servicio de inteligencia pakistaní, para causar el mayor daño posible a los rusos –muy probablemente para retrasar su retirada, según muchos analistas sospechan–, aunque no está claro si tuvo o no contacto directo con la CIA, y tampoco es importante. No resulta sorprendente que la CIA prefiriera movilizar a los luchadores más crueles y fanáticos que encontrara. El resultado final fue “destrozar un régimen moderado y crear otro fanático, a partir de grupos imprudentemente financiados por los americanos” (Simon Jenkisns, corresponsal del London Times y también un especialista en la región). Estos elementos, conocidos como “afganos” (muchos de los cuales, como Bin Laden, no eran de Afganistán), llevaron a cabo operaciones de terror atravesando la frontera rusa, ataques que finalizaron cuando los rusos se retiraron. Su guerra no era contra Rusia, a la cual desprecian, sino contra la ocupación rusa y contra los crímenes rusos perpetrados sobre musulmanes. Los “afganos”, sin embargo, no dieron por terminadas sus actividades. Se unieron a las fuerzas musulmanas bosnias en la guerra de los Balcanes; los Estados Unidos no se opusieron a ello, al igual que toleraron el apoyo que les prestaba Irán, por razones complejas que no vienen al caso, aparte de mencionar que no les preocupó mucho la triste suerte que corrieron los bosnios. Los “afganos” también luchan contra los rusos en Chechenia, y posiblemente están también involucrados en actos terroristas en Moscú y en otras partes del territorio ruso. Bin Laden y sus “afganos” se volvieron en contra de los Estados Unidos en 1990 cuando éstos establecieron bases permanentes en Arabia Saudita –desde su punto de vista, un acontecimiento similar a la ocupación rusa de Afganistán, pero mucho más significativo por el status especial de Arabia Saudita como guardián de los lugares santos del Islam–. Bin Laden también se opone con rencor a los regímenes corruptos y represivos de la región, a los cuales considera “no-islámicos”, incluyendo entre éstos al régimen de Arabia Saudita, el régimen islámico más extremista y fundamentalista del mundo, si exceptuamos a los talibanes, y un estrecho aliado de los Estados Unidos desde su nacimiento. Es ampliamente conocido el hecho de que Bin Laden y otros como él están rezando para que ocurra “un gran asalto a los Estados musulmanes”. Esto es también muy familiar. La escalada de violencia es típicamente bienvenida por los elementos más duros y brutales de ambos lados, un hecho suficientemente evidente en la historia más reciente de los Balcanes, para citar sólo uno de los múltiples casos. Los Estados Unidos y buena parte de Occidente prefieren una historia más reconfortante. Citemos, por ejemplo, uno de los principales artículos aparecidos en el New York Times el 16 de septiembre, los perpetradores actuaron movidos por el “odio a los valores más preciados en Occidente tales como la libertad, la tolerancia, la prosperidad, el pluralismo religioso y el sufragio universal”. Las acciones de los Estados Unidos son irrelevantes, y por tanto ni siquiera hace falta mencionarlas (Serge Schememann). Esta es una imagen conveniente, y su tono general no es extraño en la historia intelectual; de hecho es casi la norma. No tiene nada que ver con lo que sabemos, pero tiene el mérito de la autoadulación y el apoyo sin fisuras al poder.

¿Qué consecuencias tendrá sobre la política interior y sobre la autopercepción de los americanos?

La política de los Estados Unidos ya ha sido anunciada. Se ofrece al mundo una “severa elección”: o se unen a nosotros o “se enfrentan a un panorama cierto de muerte y destrucción”. El Congreso ha autorizado la utilización de la fuerza contra cualquier individuo o país que el presidente determine que estuvo involucrado en los ataques, una doctrina que cualquier partidario de la misma considera ultracriminal. Y esto se demuestra fácilmente. Simplemente preguntando cómo habría reaccionado esta misma gente si Nicaragua hubiera adoptado esta doctrina después de que los Estados Unidos rechazaron las órdenes de la Corte Internacional de que “finalizara su uso ilegal de la fuerza” contra Nicaragua y vetara una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas haciendo un llamamiento a todos los Estados para que respetaran la legislación internacional. Y este ataque terrorista contra Nicaragua fue mucho más severo y destructivo incluso que la atrocidad de los días pasados.

¿Espera que los Estados Unidos cambien profundamente su política hacia el resto del mundo?

La respuesta inicial ha sido hacer un llamamiento para intensificar las políticas que condujeron a la furia y al resentimiento que constituyen la base sobre la que se apoyan los ataques terroristas, y para proseguir, aún con mayor intensidad, la agenda de los elementos más extremistas del equipo dirigente: aumentar la militarización, regimentar la vida interna, atacar los programas sociales. Todo esto era de esperar. De nuevo, los ataques terroristas, y la escalada de violencia que a menudo engendran, tienden a reforzar la autoridad y el prestigio de los elementos más represivos de la sociedad.

Después del impacto inicial, llegó el temor hacia cuál iba a ser la respuesta estadounidense. ¿Está usted también asustado?

Cualquier persona en su sano juicio debe temer la reacción que parece más probable –la que ya ha sido anunciada, la que probablemente da satisfacción a las plegarias de Bin Laden–. Estados Unidos ya ha exigido a Pakistán que cierre el suministro de alimentos y otras mercancías que hasta ahora habían evitado la muerte de una parte importante de la hambrienta y sufrida población de Afganistán. Si se accede a esta petición, un número indeterminado de personas, quizá millones, que no tienen ni la más remota conexión con el terrorismo morirán de hambre. Déjeme que le repita: los Estados Unidos han pedido a Pakistán que mate a millones de personas que son a su vez víctimas de los talibanes. A esto ni siquiera se le puede llamar venganza. Está a un nivel moral muy por debajo. Lo significativo es que este hecho se menciona de pasada, sin comentarios, y probablemente pase totalmente desapercibido. Si Pakistán no accede a ésta y a las demás demandas de los Estados Unidos, corre el riesgo de ser también objeto del ataque de consecuencias desconocidas. Si Pakistán se somete a las demandas de los Estados Unidos pudiera ser que el actual gobierno fuera derrocado por fuerzas muy parecidas a los talibanes, quienes en este caso tendrían armas nucleares. Llegados a este punto estaríamos considerando la posibilidad de una guerra que podría destrozar gran parte de la sociedad humana.

Hay quien dice que “El mundo no será el mismo después del 11/9/01”. ¿Lo cree usted así?

Los horrendos actos terroristas del martes pasado son algo bastante novedoso en la escena mundial, no por su dimensión y carácter, sino por su objetivo. Para los Estados Unidos es la primera vez desde la guerra de 1812 que su territorio nacional ha sido atacado. Ni siquiera había sido amenazado. Sus colonias fueron atacadas, pero no su territorio nacional. Durante todos estos años, los Estados Unidos prácticamente exterminaron a la población indígena, conquistaron la mitad de México, intervinieron violentamente en la región que les rodea, conquistaron Hawai y las Filipinas (matando a cientos de miles de filipinos) y, especialmente en el último medio siglo, han extendido su recurso a la fuerza por todo el mundo. Lo mismo puede decirse, por cierto, de Europa. Europa ha sufrido una mortal destrucción, pero debida a guerras internas, mientras tanto iba conquistando la mayor parte del mundo con una brutalidad extrema. No ha sido atacada por sus víctimas externas, con raras excepciones (el IRA en Inglaterra, por ejemplo). Es por lo tanto natural que la OTAN salga en apoyo de los Estados Unidos; cientos de años de violencia imperial tienen un enorme impacto sobre la cultura intelectual y moral. La forma en que Occidente decida responder es un asunto de suprema importancia. Si los ricos y poderosos optan por mantener su tradición centenaria recurriendo a la violencia extrema, contribuirán a una escalada circular de la violencia, en una dinámica ya conocida, con tremendas consecuencias a largo plazo. Por supuesto, esto no es inevitable. Un público consciente de los hechos en las sociedades más libres y democráticas puede desviar esta política hacia cauces mucho más humanos y honorables.

* Reportaje de Radio B92, Belgrado.
Fuente: Página 12, Buenos Aires, septiembre 26 de 2001
H 71 – 05.10.2001


El espíritu del Voluntariado

José Carlos García Fajardo *

Como dijo el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Pérez de Cuéllar, “los voluntarios sociales son mensajeros de esperanza que ayudan a las personas y a los pueblos para que éstos se ayuden a sí mismos”. La Asamblea General de la ONU acordó, en 1985, que cada 5 de Diciembre el mundo celebrase el Día Internacional del Voluntario por un Desarrollo Económico y Social como reconocimiento a las personas que arañan unas horas de su tiempo para llevar ayuda, compañía y afecto.

El ejercicio exclusivo del desarrollo integral de la persona y de la sociedad no compete ni al Estado ni a los partidos políticos ni a las diversas confesiones religiosas. Es el ser humano y sus opciones libres quienes deben de ser los protagonistas de su desarrollo integral. Siempre cabrá la cooperación pero nunca la imposición que no respete la libertad, la conciencia, la justicia y el derecho fundamental a buscar la felicidad, pues el ser humano ha nacido para ser feliz. Y la felicidad no puede imponerse de forma alguna.

Solidario proviene de solidus, moneda romana de oro, consolidada y no variable. La palabra solidaridad se refiere a una realidad firme y fuerte conseguida mediante el ensamblaje de seres diversos. También de la responsabilidad asumida in solidum con otra persona o grupo. Las personas se unen porque tienen conciencia de ser personas, seres abiertos a los demás porque son seres de encuentro y no meros individuos aislados.

De ahí que la solidaridad va unida con la responsabilidad y ésta depende de la sensibilidad para los valores. Estos no se imponen sino que atraen y piden ser realizados. La solidaridad sólo es posible entre personas que en su conciencia sienten la apelación de algo que vale la pena y apuestan por ello. De ahí que la solidaridad implique generosidad, desprendimiento, participación y fortaleza.

Hoy, cuando tanto se habla de la necesidad de "realizarse" y de ser auténticos, es hermoso saber que authentikós es el que tiene autoridad y ésta deriva de augere, promocionar. Es decir que "tiene autoridad sobre alguien el que lo promociona o promueve", por lo tanto, "auténtico es el que tiene las riendas de su ser, posee iniciativa y no nos falla porque es coherente y nos enriquece con su modo de ser estable y sincero". "Para poseer ese tipo de soberanía el hombre tiene que aceptarse a sí mismo con todo cuanto implica; acoger su vida como un don; recibir y asumir como propias una existencia y unas condiciones de vida que no ha elegido. Esta vida recibida hemos de aceptarla con todas sus implicaciones: la necesidad de configurarla por nuestra cuenta, orientarla hacia el ideal adecuado, crear vida de comunidad, realizar toda una serie de valores que nos instan a darles vida... Si respondemos a esta llamada de los valores nos hacemos responsables". Esto es vivir abierto generosamente a los demás en su afán de vivir con plenitud.

Para nosotros, como personas del camino que hemos asumido el compromiso del voluntariado social, éste va más allá de la justicia: significa hacer propias las necesidades ajenas. Un voluntario social apuesta por el ejercicio libre, organizado y no remunerado de la solidaridad ciudadana. De ahí que su trabajo es en sí mismo precioso.


* Presidente de la ONG Solidarios y profesor de Pensamiento Político y Social en la Universidad Complutense de Madrid.
H 71 – 05.10.2001


Mundo virtual frente a deterioro ecológico

Marta Caravantes *

El deterioro ecológico del planeta ha quedado solapado por el esplendor de la euforia económica. Eso nos revela el último Informe del Worldwatch Institute, uno de los centros de investigación más importantes del mundo. De su análisis se desprende una conclusión alarmante: "Debido al crecimiento de Internet y las nuevas tecnologías pareciera que los problemas ambientales de la Tierra han pasado a un segundo plano. Es un grave error confundir el esplendor del mundo virtual con el estado dramático del mundo real".

Para el citado Instituto, problemas tan graves como el avance del sida en África y el agotamiento del agua en el mundo, quedan desplazados cuando resuenan las cifras de crecimiento de los PIB, los índices bursátiles o las megafusiones de las multinacionales que revierten en beneficios glamorosos. En su último discurso sobre el estado de la Unión ante el Congreso, Bill Clinton afirmó que "nunca Estados Unidos había conocido tanta prosperidad, con tan pocas crisis internas y tan pocas amenazas exteriores".

Queda claro que el deterioro ambiental no se vislumbra como 'amenaza', aunque los científicos nos alerten, con sus explícitos datos en la mano, que si no se estabiliza el cambio climático y el crecimiento de la población, es imposible salvar la salud ecológica del planeta.

Las flamantes cifras macroeconómicas se privilegian en las grandes cadenas de televisión, mientras las continuas advertencias de Naciones Unidas, ONG y centros de investigación sobre el insostenible deterioro de la Tierra no consiguen formar una activa conciencia mundial. Las prioridades en las que nos jugamos la supervivencia se difuminan frente al optimismo financiero de unos pocos. Las cifras de los desastres ecológicos nos impactan, pero pareciera que no nos las creemos, que no las asumimos; no somos capaces de asimilar que el 51% de los ecosistemas del planeta se encuentra en fase de degradación y que en los próximos 25 años, 60 países tendrán serios problemas de abastecimiento de agua. La Tierra pierde cada año un 1% de su riqueza forestal y acuática, pero sólo se lo creerá del todo el que un día abra el grifo de su casa y obtenga por respuesta el grito seco de un suelo erosionado.

Los grandes medios de comunicación difunden una oferta informativa que lleva a los ciudadanos a aceptar una 'realidad virtual', como si fueran hechos consumados. Por eso es imprescindible que nos preguntemos quién posee el control de la información, quién posee los altavoces, tribunas, medios y canales que 'recrean' esa realidad. Es ineludible que las distintas sociedades sepan de dónde procede la información que condiciona su percepción del mundo.

Causa escándalo pensar que EEUU, Japón y la Unión Europea controlan el 90% de la información y la comunicación de todo el planeta. En América Latina, por ejemplo, de cada 100 palabras de información que se difunden, 90 provienen de 4 agencias de prensa internacionales (Associated Press, Reuter, France Press y EFE). En 1980 cuatro de cada cinco mensajes emitidos en el mundo provenían de los Estados Unidos. Hoy, la situación es semejante, pero con mayor monopolio en las nuevas tecnologías y en el sector de la imagen: el 80% de los programas audiovisuales que se producen en el mundo (televisión, vídeo, cine...) son estadounidenses. El desequilibrio geopolítico en la posesión de los medios es cada vez más alarmante.

Intelectuales de todos los continentes coinciden en la urgencia de rescatar el mundo real del ficticio. Para el pensador francés Jean Baudrillard, la humanidad ha optado por "soluciones imaginarias" instalándose en una "gigantesca Disneylandia". Para el director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, el mundo está gobernado por "la nebulosa de los mercados financieros que construyen mecanismos mentales en la gente y manipulan la realidad". Las consecuencias de esta 'virtualidad' son contundentes: globalización de los valores de la sociedad de mercado, alienación de la consciencia, detrimento de los valores humanos y culturales de cada sociedad...

Es imprescindible romper la dinámica del 'espejismo', evitar la uniforme interpretación de la realidad y fomentar la capacidad crítica del espectador para que recupere su papel de protagonista en una historia que le pertenece.

Por eso es precisa una urgente revalorización social de los medios de comunicación, masivos o locales, públicos o privados. Necesitamos una información que produzca cultura y una cultura que se transforme en política, para crear sociedades activas, comprometidas con la búsqueda de soluciones en una encrucijada histórica que demanda inaplazables alternativas al futuro.

* La autora es periodista y corresponsal de Heráclito en España.
H 71 – 05.10.2001


Multiculturalismo en América

Carlos Mendoza *

El continente americano es un inmenso tejido social conformado por muy diversos grupos étnicos procedentes de todos los rincones del planeta y por cientos de pueblos indígenas que habitaban desde siglos atrás sus territorios. A lo largo de su historia se pueden observar lugares y momentos en los cuales aconteció la segregación racial, el asimilacionismo homogeneizador y hasta el etnocidio. A pesar de todo, también se gestó un rico mestizaje cultural que hoy caracteriza a todas las naciones y pueblos de América.

Esta realidad multicultural y multiétnica plantea interesantes retos para el futuro de América. Ahora las democracias se deben repensar en función de esa realidad, para garantizar el respeto a los derechos de todas las minorías étnicas de inmigrantes y las minorías nacionales, es decir los pueblos indígenas. Por eso, también se ha planteado la necesidad de discutir las características de los nuevos Estados multinacionales. El federalismo, que concede autonomías territoriales; o el consociacionalismo, que mantiene la unidad territorial pero otorga derechos especiales de representación para asegurar la voz de la minorías; son algunos de los modelos que se están experimentando.

Canadá va a la vanguardia en cuanto a políticas multiculturales se refiere. Gracias a dichas políticas, como explica el profesor Will Kymlicka, los canadienses han logrado construir una sociedad próspera, tolerante, pacífica, libre y democrática, en uno de los países con mayor diversidad etnocultural en el mundo. El multiculturalismo se originó en Canadá como un principio rector para la integración los inmigrantes, pero también se ha ampliado para dar respuesta a las necesidades de los pueblos indígenas. No existe otro país en Occidente en el cual los pueblos indígenas hayan alcanzado tan prominente status político. Las reformas a la Constitución canadiense, en 1982, relacionadas con los pueblos indígenas afirman la existencia de derechos indígenas y exigen que el gobierno negocie el contenido de esos derechos con los pueblos mismos. También garantizan que los pueblos indígenas tendrán un puesto en la mesa para las futuras negociaciones sobre la Constitución que puedan afectar sus intereses. Incluso se está estudiando la posibilidad de crear una tercera instancia parlamentaria, además de la House of Commons y el Senate: la House of First Peoples, como parlamento que daría a los pueblos indígenas una voz permanente en el proceso nacional de toma de decisiones (poder para presentar iniciativas de ley y opinión en asuntos de legislación e interpretación constitucional relacionados con los pueblos indígenas, entre otras funciones).

En América Latina se han dado algunos pasos en el ámbito constitucional para reconocer los derechos indígenas. Pero debido a que las democracias aun no se han consolidado y no es realidad el imperio de la ley, entonces las reformas para terminar con las injusticias pasadas y presentes son simplemente letra muerta. Este es el doble reto de los latinoamericanos: la consolidación del sistema democrático y, al mismo tiempo, la conformación de Estados y sociedades pluralistas, tolerantes y respetuosas de las diferencias étnicas y culturales.

* Department of Philosophy - Queen´s University, Canadá.
H 71 – 05.10.2001


Contra/dicciones

Jaime Reis

Para hacernos comulgar con las ruedas del molino neoliberal, eso que Ignacio Ramonet bautizó desde París al mundo como Pensamiento Único dicta una serie de postulados más parecidos a axiomas inquebrantables de fe que a ideas debatibles. Por eso los que a veces levantan su voz contra tales dicciones son tachados inmediatamente de apóstatas a quienes sólo pueden aguardar las brasas del mismo Maligno que inspira sus anatemas.

Yo, que no llego a tanto, soy un pobre agnóstico que duda, un escéptico que, a veces me hago preguntas simples que sean capaces de llevar los seis principales dogmas economicistas neoliberales hasta sus últimos extremos para así intentar entender mejor de qué nos están hablando:

1 - Mundialización: ¿por qué sólo debe afectar la globalización al mercado de capitales y no al de trabajo y al sistema occidental de seguridad social y a los universales Derechos Humanos?

2 - Innovación tecnológica: ¿por qué reducirla a los medios que incrementan la productividad y no a los que preservan el medio ambiente o mejoran el bienestar mundial?

3 - Liberalización: ¿por qué el liberalismo económico es, sin embargo, intervencionista en lo político y lo cultural, en fin, en las íntimas libertades del ser humano?

4 - Privatización: ¿por qué es justo y necesario, es nuestro deber y salvación privatizar los beneficios y comunitarizar las pérdidas?

5 - Desregulación: ¿por qué circunscribir la desreglamentación a impedir el intervencionismo de las políticas democráticas de Estado o bloques y no rechazar la evidente y obscena intervención del FMI y el Banco Mundial, regidos por no electos?

6 - Competitividad: ¿por qué ha de primar una visión darwiniana de hombres en lucha por la supervivencia y no la de un paradigma nuevo donde el respeto y la solidaridad sometan los egoísmos individuales?

No obstante, confío en que estas impías dudas, estas veniales preguntas no me causen el irreparable mal de la excomunión eterna y que pronto el sacramento de la penitencia lave éstos, mis pecados de lesa macroeconómica ignorancia.


H 71 – 05.10.2001


Diluvio universal

Voltaire, Diccionario filosófico.

Empezamos por declarar que creemos en el diluvio universal porque lo refieren las Santas Escrituras hebraicas transmitidas a los cristianos. Le consideramos como un milagro:

1.º Porque todos los hechos en que interviene Dios en las sagradas actas son otros tantos milagros.

2.º Porque el Océano no pudo elevarse quince codos, o sea veintiún y medio pies de rey, por encima de las montañas más altas, sin dejar seco su lecho y sin violar al mismo tiempo las leyes del peso y del equilibrio de los líquidos. Para hacer esto se necesita un milagro.

3.º Porque aunque hubiera conseguido llegar hasta la altura indicada, el arca no era capaz de sostener, según las leyes de la física, todos los animales del universo y su alimento para mucho tiempo. Porque los leones, los tigres, las panteras, los osos, los lobos, las hienas, las águilas, los buitres y todos los demás animales que sólo comen carne se hubieran muerto de hambre, después que se hubieran comido a todos los demás animales. Imprimiose antiguamente, casi a continuación de los Pensamientos de Pascal, una disertación de un comerciante de Rouen que se llamaba Le Pelletier, en la cual proponía el modo de construir un buque que pudiese contener toda clase de animales y los alimentos para que comieran durante un año. Se conoce que ese comerciante no había dirigido nunca ningún corral. Nos vemos obligados a considerar a Juan Le Pelletier, que trataba de construir una nueva arca, como un visionario que no conocía lo que es una casa de fieras, y al diluvio como un terrible milagro, incomprensible para la débil razón humana.

4.º Porque está demostrado hasta la evidencia la imposibilidad física de que sobrevenga un diluvio universal, y he aquí la demostración. El mar cubre la mitad del globo. Tomando una medida común de profundidad desde las playas hasta alta mar, se cuentan quinientos pies. Para que las aguas ascendieran en los dos hemisferios hasta la altura de quinientos pies se necesitaría, no sólo que hubiera un océano de quinientos pies de profundidad en toda la tierra habitable, sino también otro mar para que envolviera el Océano actual, sin el cual las leyes de la pesantez y de los fluidos harían bajar el agua de ese nuevo mar a la profundidad de quinientos pies, que la tierra no podría soportar. He aquí cómo se necesitan dos océanos para que las aguas asciendan sólo a quinientos pies por todo el globo terráqueo.

Concediendo sólo a las montañas veinte mil pies de altura, se necesitarían cuarenta océanos que ascendieran a quinientos pies de altura cada uno sólo para llegar a las cimas de los montes altos. Cada océano superior contendría a los demás, y el último de ellos tendría una circunferencia mayor cuarenta veces que la del primero. Para formar esa inmensa masa de agua sería preciso crearla de la nada, y para retirarla sería preciso aniquilarla. Luego el acontecimiento del diluvio es un doble milagro y el mayor con que ha demostrado su poder el Eterno Soberano de todos los globos.

Quedamos muy sorprendidos al saber que varios sabios habían atribuido al diluvio algunas conchas encontradas aquí y allá en nuestro continente. Pero nos ha sorprendido más que Pluche pruebe la posibilidad del diluvio con la historia de los gigantes que hicieron guerra a los dioses. Briareo, según dicho autor, representa indudablemente el diluvio, porque significa la «pérdida de la serenidad» en idioma hebreo. Pluche está mal enterado; briareo es una palabra griega que significa «robusto»; no es palabra hebrea, pero aunque lo fuera por casualidad, guardémonos bien de imitar a Rochart, que hace derivar muchas palabras griegas, latinas y hasta francesas de la lengua hebrea. Lo cierto es que los griegos no conocieron el idioma judío.

El gigante Othus es también hebreo, en opinión de Pluche, y dice que significa «el desorden de las estaciones», pero también es una palabra griega que nada significa, o que yo no sé su significado; pero aunque significara algo, ¿qué relación tiene esa palabra con la lengua hebrea? Porfirión es «temblor de tierra» en hebreo, pero en griego significa «pórfido». ¿Qué tiene que ver el diluvio con esto? Mimas significa en hebreo «gran lluvia»; esto ya tiene alguna relación con el diluvio; pero en griego Mimas significa «imitador», «comediante», y no es posible atribuir al diluvio semejante origen. Encelado es otra prueba del diluvio en hebreo, porque, según Pluche, significa «fuente del tiempo»; pero por desgracia, en griego no indica mas que «ruido». Efialtes es otra demostración del diluvio en hebreo, porque aunque en griego significa «opresor», «íncubo», según Pluche, quiere decir «gran montón de nubes». Luego los griegos, que lo tomaron todo de los hebreos, a los que no conocían, dieron indudablemente a sus gigantes todos esos nombres que Pluche saca del hebreo como puede; todo en memoria del diluvio.

Isaac Vossio niega la universalidad del diluvio(1); Calmet la sostiene, asegurando que los cuerpos pesan en el aire porque el aire los comprime. Calmet no sabía física, y la pesantez del aire no tenía nada que ver con el diluvio.

No comprendo por qué Dios creó una raza para ahogarla y para sustituirla por otra raza más perversa. No comprendo cómo siete pares de cada especie de animales no inmundos llegaran de las cuatro partes del globo con dos pares inmundos de todas clases, sin que los lobos se comieran a las ovejas por el camino, los gavilanes a las palomas, etc., etc. No comprendo tampoco cómo ocho personas pudieron dirigir, alimentar y dar de beber a todos los animales que estuvieron embarcados en el arca cerca de dos años, porque necesitaron un año después que cesó el diluvio para dar de comer a todos esos pasajeros, teniendo en consideración que las hierbas debieron tardar mucho tiempo en crecer. Respecto a este asunto no me parezco a Le Pelletier, porque yo lo admiro todo y no me puedo explicar nada.


(1) Ver entrada Génesis.


Gibran Khalil Gibran, El Profeta.

Del trabajo


Después un labrador pidió: “Háblanos del Trabajo”.

Y él contesto, diciendo:

Trabajad para que podáis conservar la paz con la tierra y con su alma. Porque el permanecer ocioso es volverse un extraño para las estaciones, y dejar la procesión de la vida, que anda con majestad y orgullosa sumisión hacia el infinito.

Cuando trabajáis os convertís en una flauta a través de cuyo corazón se transforma en música el murmullo de las horas. ¿Quién de vosotros desearía ser una chirimía, muda y silenciosa, mientras todo lo demás canta cual un coro al unísono?

Siempre se os ha dicho que el trabajo es una maldición y la labor una desgracia.
Pero yo os digo que cuando trabajáis cumplís con una parte del sueño más remoto de la tierra, el cual os fue asignado cuando ese sueño nació.

Y al estar siempre en el trabajo, estaráis en realidad amando la vida. Y el amor a la vida por medio del trabajo, es intimar con su secreto más hondo.

Pero si en vuestra aflicción llamáis dolor al nacimiento y al sostén de la carne una maldición impresa sobre vuestra frente, entonces yo os advierto que nada que no sea el sudor de vuestra frente podrá borrar lo que en ella ha sido impreso.

También se os ha sido dicho que la vida es penumbra, y en vuestro cansancio os hacéis eco de lo que os fuera dicho por el cansado. Y yo os advierto que la vida es, efectivamente, penumbra excepto cuando en ella hallamos estímulo. Y todo estímulo es ciego si no existe conocimiento, Y todo conocimiento es inútil, si no va acompañado por el trabajo, Y todo trabajo es cosa vacía salvo cuando existe amor.

Y cuando trabajáis con amor os juntáis uno al otro y también a Dios.

¿Y qué es trabajar con amor? Es tejer la tela con hilos sacados de vuestro corazón, es como si vuestro ser más amado tuviera que vestirse con esa tela.

Es construir una casa con cariño, como si vuestro ser más amado hubiese de morar en ella. Es como poner la semilla en el surco con ternura y recolectar la cosecha con alegría, como si vuestro ser más amado hubiera de comer su fruto.

Es impregnar todas las cosas que efectuáis con el aliento de vuestro propio espíritu. Y saber que todos los muertos benditos se alzan frente a vosotros y os miran.

Con frecuencia os he oído decir, como si hablaseis en sueños: El que trabaja el mármol, y talla la forma de su alma en la piedra, es más noble que aquel que ara la tierra. Y el que se adjudica el arco iris para plasmarlo en un lienzo y convertirlo semejante al hombre, es más valioso que aquel que hace las sandalias para nuestros pies. Pero yo os aseguro, no en sueños, sino en la vigilia del mediodía, que el aire no habla con más dulzura a los robles gigantescos que a la minúscula brizna de hierba. Y sólo es grande aquel que convierte la voz del aire en un cántico que su amor hace más dulce.


El trabajo es un amor que se hace tangible. Y si no podéis trabajar con amor sino tan sólo con desagrado, será preferible que dejéis de trabajar y toméis asiento a la entrada del templo a pedir limosna a los que trabajan con alegría.

Porque si cocináis el pan con indiferencia estáis cociendo un pan amargo que alimenta sólo a medias el hambre del hombre. Y si pisáis las uvas con disgusto, ese disgusto será como un veneno destilado en el vino. Y si cantáis como ángeles, pero no amáis el canto, tapáis el oído del hombre para que no pueda escuchar las voces del día y las de la noche.

Heráclito 54

Breve reflexión sobre el delito de genocidio*

Arnaldo Hugo Corazza**

"El hombre es un misterio, un misterio que es necesario esclarecer. Si pasas toda la vida tratando de esclarecerlo, no digas que has perdido el tiempo; yo estudio este misterio porque quiero ser hombre". Fiodor Dostoievski, 18 de agosto de 1839.


Rafael Lemkin (1900-1959) creó la palabra "genocidio" combinando “geno”, término griego que significa raza o tribu, con “cidio” del latín que significa matar. Al proponer este nuevo término, Lemkin se refería a "un plan coordinado compuesto por diferentes acciones que apuntan a la destrucción de los fundamentos esenciales de la vida de grupos nacionales, con el objetivo de aniquilar dichos grupos”.

La Convención para la prevención y sanción del genocidio, aprobada por la III Asamblea General de las Naciones Unidas el 9 de diciembre de 1948, nace como consecuencia del conocimiento de los asesinatos masivos y los planes de exterminio ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial y cometidos por el Régimen Nazi de Alemania y sus aliados. Fue puesta en vigencia el 12 de enero de 1951 y ratificada por la mayoría de los países, entre ellos la Republica Argentina, mediante decreto ley 6286/56 del 9 de abril de 1956. La Convención tipifica este delito mediante una serie de actos enumerados realizados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal. En los trabajos preliminares de la Convención aparecía incluido el genocidio de grupos políticos, que finalmente no quedó plasmado en la Convención definitiva.

El exterminio por parte de Turquía, entre los años 1915 y 1923, de 1.500.000 armenios, muy anterior a la sanción de la Convención, fue ignorado por razones políticas durante muchísimos años por la Comunidad Internacional. Recién en el año 2001 el Parlamento Francés reconoció la existencia del genocidio armenio, y en el año 2006, por ley 26.199, fue reconocido por Argentina.

El exterminio masivo de personas, encuadre o no en la no muy precisa figura de la Convención, existe desde tiempos remotos en la humanidad y sigue existiendo en la actualidad. Su reconocimiento y juzgamiento por la Comunidad Internacional depende de diversos factores, entre los que se confunden el político, los sistemas de alianzas, el rango que ocupa en el concierto internacional la nación acusada de cometerlo, entre otros.

Han existido avances importantes en el juzgamiento internacional de tales aberrantes actos, pero en modo alguno son suficientes. Es impensable en el mundo actual el juzgamiento de autoridades de una gran potencia por estos delitos. Los mismos aberrantes actos tendrán una percepción distinta en la Comunidad Internacional según sea el poderío del país en cuyo territorio se cometan.

El juicio en la Alemania de 1921 del estudiante armenio Soghomón Tehlirian por haber dado muerte al ex Gran Visir turco Taleat Pashá, uno de los responsables del genocidio armenio, nunca debió haber ocurrido. Tampoco debió haber ocurrido el hecho que lo motivó. La comunidad internacional debió haber reconocido el genocidio armenio oportunamente, y juzgado a los responsables de ese delito de lesa humanidad antes del accionar de Soghomón Tehlirian.

Soy pesimista en suponer que la transmisión de la experiencia, el ejercicio permanente de la memoria de esos actos, pueda detener o evitar un genocidio. El exterminio de comunidades enteras en Ruanda, Guatemala, los Balcanes, Sudan o Camboya no fue impedido por la memoria del genocidio armenio o judío. No estoy afirmando que haya que someter al olvido tales aberrantes hechos. Por el contrario hay que recordarlos en forma permanente, pero el ejercicio de la memoria colectiva no es suficiente. Además este drama de la humanidad requiere para evitarlo medidas concretas, una posición más activa de la Comunidad Internacional para impedir que ocurra un nuevo genocidio, y no sólo recordarlo después de los hechos y juzgar a sus responsables. La matanza y exterminio de personas es un acto de hombres que conviven a diario con nosotros, con creencias religiosas, familia y actividades en el marco social. En determinadas circunstancias sociales, en los ámbitos del poder se generan grupos de personas que planifican meticulosamente su accionar en pos de exterminar al “otro”. No son actos motivados por un inconsciente colectivo, sino concientes, deliberados en aras de presuntos ideales de beneficio social. Imaginar siquiera que no ocurrirá un nuevo genocidio es sólo una fantasía de nuestra imaginación. Es mas, les quiero advertir que en algún lugar del mundo está ocurriendo.

* Ver la segunda edición española del juicio que se siguió contra Soghomón Tehlirian por el ajusticiamiento de Taleat Pashá, en www.operacionnemesis.blogspot.com
** Juez Federal.


Globalizándonos

Carlos Gabetta *

Uno de los latiguillos preferidos de los partidarios de la globalización es su inevitabilidad, lo que es cierto. El propio Fidel Castro, no precisamente un neoliberal, afirmó que “oponerse a la globalización es como oponerse a la fuerza de gravedad”. Y es que la cuestión no pasa por allí, sino por qué tipo de globalización asume cada país o región y a qué ritmo. “El acontecimiento más importante en el siglo XIX es la creación de una economía global, que penetró en forma progresiva en los rincones más remotos del mundo, con un tejido cada vez más denso de transacciones económicas, comunicaciones y movimientos de productos, dinero y seres humanos, que vinculaba a los países desarrollados entre sí y con el mundo subdesarrollado (...) Esta globalización de la economía no era nueva...”, afirma el historiador Eric Hobsbawm (1). ¿No suena actual esta música, referida no obstante a un período transcurrido hace más de un siglo? Cualquier manual básico de historia económica enseña que esto ha sido siempre así, desde los fenicios al menos, y que aceptar su inevitabilidad y hasta necesidad no significa necesariamente acatar todas sus reglas, porque la globalización no es un fenómeno natural sino humano, es decir impulsado por determinados intereses y en consecuencia pasible de resistencia y negociación.

Lo que tienen en común las globalizaciones es la búsqueda de mercados. “El factor fundamental de la situación económica general era el hecho de que una serie de economías desarrolladas experimentaban de forma simultánea la misma necesidad de encontrar nuevos mercados,” señala Hobsbawm para finales del XIX (2). Lo que las diferencia, según las épocas, son las formas: la expansión globalizadora de finales del XIX y comienzos del XX se conoce como la época colonial, es decir, la ocupación efectiva, manu militari, de enormes territorios por los países desarrollados.

Nada de eso es necesario ahora. En tiempos de comunicación satelital y computadoras, el dominio se expresa a través del desarrollo científico y tecnológico, el know how y el poder financiero. Sólo en última instancia mediante el poder militar (3). Otro factor diferencial de la actual globalización es su mayor capacidad destructora de empleo, concentración empresaria en grandes conglomerados mediante. Aunque se siga negando la evidencia, en las últimas dos décadas los progresos científicos y tecnológicos aplicados a la producción han roto el clásico esquema capitalista según el cual la tasa de ocupación sigue con relativa fidelidad los ciclos recesión-reactivación. El capitalismo cada vez produce más, más rápido y mejor con menor empleo relativo –en algunos casos absoluto- de mano de obra. Las facilidades de transporte y comunicación hacen a su vez que los asalariados de todo el mundo compitan entre sí por puestos de trabajo cada vez más raros, presionando los salarios a la baja. Las presiones de los países desarrollados para imponer reglas globales a través de la Organización Mundial de Comercio (OMC) responden a la necesidad imperiosa de abrir nuevos mercados en una suerte de fuga hacia delante que intenta ocultar la contradicción principal del sistema: la fase actual del desarrollo capitalista es destructora de mercados, en la medida en que tiende a eliminar puestos de trabajo y reducir salarios, a suplantar economía productiva por economía especulativa. En efecto, la realidad económica mundial indica que existe una grave crisis de demanda (algunos mercados saturados con crisis de sobreoferta; el resto insolventes) y en las actuales condiciones ésta no hará más que agravarse.

* El autor es director de la edición Cono Sur de Le Monde diplomatique. En su N° 25, correspondiente a julio 2001, publicó el artículo titulado “Un país quebrado y paralizado”, del que extrajimos eeste fragmento (N de la R).
(1) Eric Hobsbawm, La era del imperio 1875-1914, Grijalbo- Mondadori, Barcelona, 1998.
(2) Ibid.
(3) Ignacio Ramonet, “Efectos de la globalización en los países en desarrollo”, Le Monde diplomatique, ed. Cono Sur, Buenos Aires, agosto 2000.
H 70 – 28.09.2001


Habrá vigilias y manifestaciones en Nueva York

Nace un movimiento de paz

Duncan Campbell

El creciente movimiento contra la guerra levantó su voz ayer [se refiere al miércoles 19 de septiembre de 2001] en el centro de Nueva York, exhortando a que los ataques de la semana pasada no lleven a más muertes de civiles. Los oradores, de una variedad de grupos y religiones, advirtieron que las muertes más probables en un ataque sobre Afganistán serían los empobrecidos civiles, no aquellos realmente responsables por el ataque. La manifestación antiglobalización que debía tener lugar en Washington el 29 de septiembre será ahora una protesta antibélica.

Se planean vigilias y manifestaciones por la paz en Nueva York este fin de semana después que una red informal de grupos se convirtió en una coalición que se opone a una respuesta violenta. Una amplia gama de grupos e individuos, incluyendo al ex fiscal general de Estados Unidos, Ramsey Clark y al obispo Thomas Bumbleton de Detroit, formaron una organización llamada ANSWER (actúe ahora y detenga la guerra y ponga fin al racismo). Los oradores se reunieron ayer frente a la estatua de George Washington, ahora con una bandera como símbolo de paz en su mano, en Union Square, que se ha convertido en un santuario informal.

La policía estuvo en la plaza pero el ambiente era calmo. “No debemos confundir el castigo colectivo con justicia”, dijo Andew Settner, de los judíos por una justicia racial y económica. “La violencia no debería llevar a más violencia”. El imán Yalib Abdur-Rashid, un miembro afronorteamericano del liderazgo del consejo islámico de Nueva York, acusó al gobierno de Estados Unidos de “alzar al pueblo norteamericano en una locura patriótica”. Dijo que los líderes musulmanes ya se habían reunido con líderes cristianos y judíos porque estaban preocupados por la violencia en Estados Unidos contra musulmanes, sikhs y árabes. Shekaiba Wakili, una mujer por las mujeres afganas, dijo: “Nosotros los musulmanes y los afgano-norteamericanos estamos unidos con nuestra afligida nación. El talibán no representa al pueblo afgano”. Lorne Lieb, de los judíos contra la Ocupación, dijo: “Ni en Norteamérica ni en Israel creemos que la seguridad se pueda lograr con la guerra”. Pero una encuesta de la CBS News y el New York Times encontró que el 85 por ciento de aquellos encuestados creían que Estados Unidos debería tomar acción militar contra aquellos responsables por la atrocidad, y el 75 por ciento dijo que tal acción debería tomarse aún si provocaba la muerte de gente inocente.


Fuente: Página 12 de Buenos Aires, edición del 20/09/01.
H 70 – 28.09.2001


El envés del espejo

Alberto Piris *

Ha visto recientemente la luz en Inglaterra un cartel anunciador de la campaña en favor de la abolición de la deuda externa de los países más empobrecidos. Representa a una enflaquecida mujer negra de cuyos pechos colgantes se alimenta un robusto bebé de raza blanca. El texto que en él se incluye pregunta: "Haven't we taken enough?". Lo que libremente podría traducirse: "¿No hemos robado ya bastante?"

El mundo desarrollado se sostiene explotando al que no lo está, del que obtiene sus materias primas, su mano de obra barata, sus productos esenciales para el progreso de las sociedades opulentas del norte, pagando a cambio cantidades miserables porque en este desigual intercambio los vendedores apenas pueden fijar los precios de sus productos. Más aún, como el cartel pretende poner de relieve, la explotación prosigue cobrándoles el importe de los intereses de unas deudas que les han sido impuestas abusando de su debilidad política y económica. En muchas ocasiones, el servicio de la deuda externa supera con mucho a lo que en algunos países se puede dedicar a la salud o la educación. Así, Mozambique gasta 7 dólares por persona para pagar la deuda, mientras que sólo puede dedicar 3 a las atenciones sanitarias, cuando 160.000 niños menores de 5 años mueren anualmente por las insuficiencias de estas últimas.

El niño blanco que succiona la leche de la negra debilitada es, por tanto, un signo evidente de lo que está ocurriendo en realidad. El mundo empobrecido sigue alimentando al otro mundo opulento y rico mediante el pago de la deuda que con él se ha visto obligado a contraer.

Por si alguien se sintiese inclinado a desechar esta imagen, tachándola de anecdótica o simplemente demagógica, merece la pena glosar brevemente un documento que estos días circula por Internet, titulado: "Carta de un jefe indio azteca a los gobiernos europeos - A propósito de inversiones, fronteras y deuda externa...".

La simulada carta es útil para ayudar a ver el envés de ese espejo, cuya cara es la única que nos muestran habitualmente los medios de comunicación del mundo desarrollado. Tras recordar que existen pruebas documentales de que entre los siglos XVI y XVII desembarcaron en España 185.000 kg de oro y 16 millones de kilos de plata, considera benévolamente que tales recursos financieros fueron "préstamos amigables de América para el desarrollo de Europa". Y prosigue: "...tan fabulosas exportaciones de capital no fueron más que el inicio de un plan Marshall-tezuma para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, defensores del álgebra, la arquitectura, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización".

Dejando aparte el irónico humor, el revés del espejo muestra una imagen distinta a la acostumbrada. Según ella, la América indígena contribuyó e hizo posible el desarrollo de Europa en la Edad Moderna, cosa en la que también están de acuerdo los historiadores europeos, aunque apoyándose en distinto razonamiento. A la hora de pedir cuentas a los deudores, el descendiente de los antiguos jefes aztecas se pregunta si los hermanos europeos han hecho o no un uso racional de la ayuda prestada. "En lo estratégico, la dilapidaron en las batallas de Lepanto, armadas invencibles, terceros Reichs y otras formas de exterminio mutuo. En lo financiero han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar capital e intereses como de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta el Tercer Mundo".

¿Cuál es la deuda que España tiene contraída con el mundo americano que colonizó y explotó? No valen ahora unas nuevas cuentas del Gran Capitán, poniendo en el otro platillo de la balanza la religión, el idioma, la cultura y todo lo demás que los conquistadores aportaron al continente hallado. Porque, en este caso, habría también que valorar la destrucción y la muerte que la conquista llevó consigo a los pueblos subyugados. Se trata de hablar en los mismos términos financieros con los que el mundo desarrollado sigue expresándose al dialogar con los países más empobrecidos del mundo. ¿Cuál es la deuda que el mundo enriquecido ha contraído con el más empobrecido tras tantos años de explotación? Especialistas habrá, aparte del azteca Guaipuro Cuahutémoc, autor de la carta, que podrían valorar con más precisión el estado de las cuentas entre colonizadores y colonizados.

El envés del espejo muestra una imagen bastante distinta a la usual, pero que tiene todo el derecho a ser expresada y contrastada con ella. Que permite, además, rebajar un tanto las ínfulas de los pueblos ufanamente orgullosos por haber poseído alguna vez un imperio "en cuyas tierras nunca se ponía el Sol", al presentarles un estado final de cuentas del que salen bastante malparados.

* General de Artillería en la Reserva. Analista del Centro de Investigaciones para la Paz.
H 70 – 28.09.2001


El tiempo ya no sería esencial si reinara Zeus

A. Zetina y J. Bosia, El saber del mito, Ed. Claridad, Buenos Aires 1997, pág. 31.

¿Puede pensarse un mundo sin Crono? ¿Qué ocurrirá cuando Zeus derrote a Crono y lo envíe al Tártaro? Evidentemente, no sería nuestro mundo. El reinado de Zeus supone efectivamente, el encadenamiento del tiempo en el Tártaro. La supresión del poder de Crono por Zeus alude a una concepción del espíritu que está mucho más allá de lo que nosotros conocemos por tiempo y por fluir del tiempo. El tiempo ya no sería esencial si reinara Zeus.

H 70 – 28.09.2001


“Del temor no nace nunca la virtud”

Voltaire, Diccionario filosófico, entrada correspondiente a Sócrates.

¿Está acaso roto el molde que formó a los hombres que amaron la virtud por sí misma, que ya no vemos aparecer en el mundo ni a un Confucio, ni a un Pitágoras, ni a un Tales, ni a un Sócrates? En los tiempos de éstos había multitud de devotos a sus pagodas y a sus divinidades, multitud de espíritus que temían al Cerbero y a las Furias, que asistían a las iniciaciones, a las peregrinaciones y a los misterios, y que se arruinaban presentando ofrendas de ovejas negras. Las maceraciones estaban entonces en uso; los sacerdotes de Cibeles se dejaban castrar para guardar continencia. ¿En qué consiste que entre todos esos mártires de la superstición, no cuenta la antigüedad ni un solo gran hombre ni un sabio? Consiste en que del temor no nace nunca la virtud. Los grandes hombres fueron siempre entusiastas del bien moral; la sabiduría era su pasión dominante; eran sabios como Alejandro era guerrero, como Homero era poeta, como Apeles era pintor, por una fuerza y una naturaleza superior, y he aquí quizás cómo nos podemos explicar el demonio de Sócrates.

Un día, dos ciudadanos de Atenas, al regresar de la capilla de Mercurio, se apercibieron de que Sócrates estaba en la plaza pública. Uno de los ciudadanos dijo al otro: «¿Es ése el malvado que dice que podemos ser virtuosos sin ofrecer todos los días corderos y ocas?» «Sí —contestó el otro—; es un sabio que no tiene religión; es el ateo que dice que no hay mas que un solo Dios.» Sócrates se acercó a ellos con su aspecto sencillo, con su demonio, con su ironía, que Mad. Dacier tanto exalta, y les dijo: «Amigos míos, os suplico que me oigáis dos palabras. ¿Cómo clasificaréis al hombre que ruega a la Divinidad, que la adora, que trata de semejarse a ella hasta donde se lo permite su debilidad humana, y que hace todo el bien que puede?» «De alma muy religiosa», le contestaron los dos ciudadanos. «Muy bien; ¿luego puede adorarse al Ser Supremo y tener religión?» «Estamos de acuerdo», respondieron los dos atenienses. «¿Pero creéis —prosiguió diciendo Sócrates— que cuando el divino Arquitecto del mundo organizó todos los globos que giran sobre nuestras cabezas, cuando dio movimiento y vida a tantos seres diferentes, utilizó para eso el brazo de Hércules, la lira de Apolo o la flauta de Pan?» «No es probable.» «Pues si no es verosímil que empleara la ayuda de otros para construir el mundo, tampoco es creíble que le ayuden otros a conservarlo. Si Neptuno fuera el dueño absoluto del mar, Juno del aire, Eolo de los vientos, Ceres de las cosechas, y uno de esos dioses quisiera el tiempo sereno cuando otro quisiera vientos y lluvia, podéis comprender muy bien que no subsistiría el orden que subsiste en la Naturaleza, y tendréis que confesarme que es necesario que todo dependa del que la creó. Entregáis cuatro caballos blancos al sol y dos caballos negros a la luna; pero ¿no es preferible a esto que el día y la noche sean el resultado del movimiento que imprimió a los astros su creador, que produzcan el día y la noche seis caballos?»

Los dos ciudadanos se miraron el uno al otro y nada contestaron. Sócrates acabó por probarles que podían recoger cosechas sin dar dinero a los sacerdotes de Ceres, ir a cazar sin ofrecer pequeñas estatuas de plata a la capilla de Diana, que Pomona no concedía frutas, que Neptuno no daba caballos y que debíamos dar gracias al soberano que lo creó todo.

Sus ideas eran completamente lógicas; su discípulo Jenofonte, tirando a Sócrates del brazo, le dijo: «Vuestro discurso es admirable; hablasteis mejor que un oráculo, pero os habéis perdido. Uno de los ciudadanos que os oían es el carnicero que vende los corderos y las ocas para los sacrificios, y el otro se dedica a la orfebrería, y saca grandes ganancias construyendo pequeños dioses de oro y de plata para las mujeres; os acusarán de que sois un impío que queréis impedirles que hagan negocio; declararán contra vos ante Abelito y Anito, que son vuestros enemigos y que han jurado perderos. Temed la cicuta; vuestro demonio familiar debió haberos aconsejado que no dijerais a un carnicero ni a un platero lo que sólo debíais decir a Platón y a Jenofonte.»

Algún tiempo después, los enemigos de Sócrates consiguieron que le sentenciara el Consejo de los Quinientos, entre los que tuvo doscientos veinte votos en favor; esto hace presumir que había doscientos veinte filósofos en aquel tribunal, pero también prueba que en todas las grandes reuniones se encuentran en minoría los filósofos.

Sócrates bebió, pues, la cicuta por haber defendido la unidad de Dios, y luego los atenienses consagraron una capilla a Sócrates, que había hecho la guerra a las capillas que se dedicaban a los seres inferiores.


Un cuento sufí

“Mi idiotez es sagrada para mí...”

Rumi, 150 cuentos sufíes extraídos del Matnawi, versión de Ahmed Kudsi-Erguner y Pierre Mainez, Barcelona 1996, págs. 47 y 48 donde la narración lleva por título La carga*. Traducción de Antonio López Ruiz.

Un beduino viajaba montado en un camello cargado de trigo. En el camino encontró a un hombre que le hizo mil preguntas sobre su país y sus bienes. Después le preguntó en qué consistía la carga de su camello.

El beduino mostró los dos sacos que colgaban a una y otra parte de la silla de su montura:

“Este saco está lleno de trigo y este otro de arena”.

“¿Hay alguna razón –preguntó el hombre- para cargar así tu camello con arena?”.

“No. Es únicamente para equilibrar la carga”, respondió el beduino.

Dijo entonces el hombre: “Hubiese sido preferible repartir el trigo entre los dos sacos. De ese modo la carga del camello hubiese sido menos pesada”.

“Tienes razón, exclamó el beduino, eres un hombre con una gran agudeza de pensamiento. ¿Cómo es que vas así a pié? Monta en mi camello y dime: siendo tan inteligente ¿no eres un sultán o un visir?”

“No soy ni sultán ni visir, dijo el hombre. ¿No has visto mi vestimenta?”

“¿Qué clase de comercio practicas?, insistió el beduino. ¿Dónde está tu almacén? ¿Y tu casa?”

“No tengo ni almacén ni casa”, replicó el hombre.

“¿Cuántas vacas y camellos posees?”

“¡Ni uno solo!”

“Entonces ¿cuánto dinero tienes? Porque gozas de una inteligencia tal que podría, como la alquimia, transformar el cobre en oro”.

“Por mi honor, ni siquiera tengo un trozo de pan para comer. Voy con los pies descalzos, vestido de harapos, en busca de un poco de comida. Todo lo que sé, toda mi sabiduría y mi conocimiento, ¡todo eso no me trae más que dolores de cabeza!”

El beduino le dijo entonces: “¡Márchate! ¡Aléjate de mí para que la maldición que te persigue no recaiga sobre mí! Déjame irme por ese lado y toma tú la otra dirección. Más vale equilibrar el trigo con arena que ser tan sabio y tan desventurado. Mi idiotez es sagrada para mí. ¡En mi corazón y en mi alma está la alegría de la certeza!”

* Ligeras modificaciones meramente formales que nos hemos permitido, no alteran el texto y menos su significado (N de la R).
H 70 – 28.09.2001


Balada sin música de Eduardo Dermardirossian

Bautizo de luna


I

Andar andando
caminos recorridos
antes por mis ancestros
los árboles caídos.

Soñar los sueños
de fervor inundados
forjados por los héroes
y dioses olvidados.

Llorar el llanto
de los que antes lloraron
lastimados por penas
que los tiempos borraron.

Y las risas de siempre
y las banderas viejas
los libros empolvados
y la vida entre rejas.

¿Qué enseñarán los tiempos
que no haya pasado?
¿Quién es el propietario
de los sueños soñados?

¿Quién derramó las lágrimas
que las brisas secaron?
¿Por qué ha de ser bueno
lo que otros desearon?

Mañana cuando el alba
acaricie mis manos
cuando con ojos nuevos
contemple a mis hermanos

con el alma desnuda
sin reproches sin marcas
con mis dos pies descalzos
andaré las comarcas.

No tendré carceleros
ni mi propia conciencia
podrá ponerme rejas
ni torcer esta ciencia.

Entenderé la lengua
del viento que acaricia
reiré al mirar la tierra
donde todo se inicia.

II

Parición de la luna
festividad de estrellas
las luces y las sombras
son las damas más bellas.

El silencio que anida
en el monte vecino
embriaga blandamente
como copa de vino.

Y la brisa que llega
viajera desde lejos
acaricia mi rostro
que no conoce espejos.

La música en silencio
las palabras sin nombre
acontecer de ahora
la desnudez del hombre.

Bautizo de la luna
caricia de la brisa
discurso del silencio
nacimiento sin prisa.

Mirar con ojos nuevos
lo que nunca había visto
la belleza de un gesto
la piel con que me visto.

Por qué ha de ser la vida
conformidad y reglas
si el corazón me guía
por sendas sin tinieblas.

Por qué acopiar pasiones
y demandas y bienes
si la luna y el sol
me dan sus parabienes.

Amanece y la luna
pudorosa se esconde
llevando sus recuerdos
a no se sabe dónde.

Así quiero mi vida
sin resto y sin querella
para que cada día
nazca una nueva estrella.

III

Difícil el sendero
no hay contentamiento
briosos los corceles
empujan desde adentro.

Arrastran los pasares
memorias y querellas
los traen a la luz
para apagar estrellas.

Me dicen que hay dominios
que la conciencia clama
que el territorio virgen
no es para el que llama.

Que el tránsito habido
desde nacido hasta ahora
pesará en mis hombros
en cada día y hora.

Que saldaré mis cuentas
con la muerte temprana
mas no con el bautizo
de una fresca mañana.

Contienda de los jueces
con los vientos tempranos
mieles y sinsabores
se mezclan en mis manos.

Acaso las estrellas
galanas en el cielo
traicionaron mi sueño
incendiaron mi anhelo.

Quizás el tiempo ido
se ensañó con mis culpas
porque no supe ver
que vivir es disculpas.

Ignoro cuál sentencia
es falsa o verdadera
pero sé que a quien manda
lo divierte esta hoguera.

Soledad en el alba
soledad del ocaso
si la luz de la luna
me acunara en su brazo.

IV

Caminante que resiste
recorrer el camino
resiste sin remedio
saber de dónde vino.

Las olas cabalgando
van a la playa y mueren
resucitan a tiempo
y como lluvia vuelven.

Así es como el sendero
que serpentea en el monte
continúa su destino
después que el sol se esconde.

Caminante en el camino
olas que lluvia envuelven
sendero de sol y sombra
son mis anhelos que vuelven.

Acechanzas del camino
espinas de la conciencia
tienen aliado engañoso
cuando aconsejan paciencia.

La vida es un solo instante
que en la paciencia se agota
sólo un acto iluminado
al pasado lo derrota.

El tiempo no es de mi casa
el de la hoguera es su dueño
él me miente cuando dice
que es falso lo que sueño.

No lo nombro en mi poesía
porque al nombrarlo me encierro
¿por qué habría de asistir
yo a mi propio entierro?

Soñaré mis propios sueños
incendiaré mis querellas
la luna en la noche tibia
me regalará una estrella.

Y la luciré en mi frente
como una temprana breva
no importa si al intentarlo
el innombrado me lleva.

H 70 – 28.09.2001