Heráclito 40 Café Filosófico

Café Filosófico

Chuang Tzu y la mariposa

En la cuarta mesa del Café Filosófico Heráclito, un filósofo, un poeta y un psicólogo discurrirán sobre la fábula de Chuang Tzu (período Chan Kuo, siglo IV a. C.) que, traducida por Octavio Paz, dice así:

"Cierta vez soñé que era una mariposa, revoloteaba como los pétalos en el aire, me sentía feliz de hacer lo que quería y ya no me preocupaba de mí mismo. Pero hete aquí que no tardo en despertar, me palpo sin perder un instante, ¡y yo era Chuang Tzu! Y me pregunté: ¿soñaba Chuang Tzu que era la mariposa o la mariposa soñaba que era Chuang Tzu?"

A propósito de la versión española, comenta el traductor: “En 1957 hice algunas traducciones de breves textos de clásicos chinos. El formidable obstáculo de la lengua no me detuvo y, sin respeto por la filología, traduje del inglés y del francés. Me pareció que esos textos debían traducirse al español no sólo por su belleza ¾construcciones a un tiempo geométricas y aéreas, fantasías templadas siempre por una sonrisa irónica¾ sino también porque cada uno de ellos destila, por decirlo así, sabiduría. Me movió un impulso muy natural: compartir el placer que había experimentado al leerlos... Creo que Chuang-Tzu [...] no sólo es un filósofo notable sino un gran poeta. Es el maestro de la paradoja y del humor, puentes colgantes entre el concepto y la iluminación sin palabras”.

Serán panelistas: Marcello Colussi, para discurrir como psicólogo, Eduardo Dermardirossian, que dirá la visión poética del texto, y Premlata Verma reflexionará como filósofa. Sylvia Maclagan será la moderadora del debate.

La dirección

CFH – 4° mesa, mayo 2003



Café Filosófico

Reglas del debate

Los panelistas se ajustarán a las siguientes reglas:

1 – Intervendrán en el orden alfabético de sus apellidos y en dos rondas.

2 – En la primera ronda ninguno de los panelistas conocerá el texto de los restantes.

3 – Cada panelista hará sus reflexiones desde la disciplina que le concierne, pero, además, podrá abordar el asunto desde las otras áreas.

4 – Previo a la segunda ronda, el moderador hará conocer a cada panelista el texto de los otros.

5 – El texto que cada panelista presente en cada ronda no excederá de ochocientos vocablos.

6 – El moderador dirimirá las diferencias procedimentales que pudieran suscitarse.

CFH - 4° mesa, mayo 2003


Café Filosófico
Primera ronda sobre Chuang Tzu y la mariposa

Dijo Marcello Colussi

Se me ha pedido que escriba como psicólogo acerca de este cautivante fragmento de Chuang Tzu, que es, sin más, el relato de un sueño.

Aclaro esto rápidamente porque, en realidad, considero más afortunados a mis compañeros en este debate -un poeta y un filósofo- dado que el texto en cuestión pertenece al registro de la más sublime creación artística, siendo así las "especialidades" de aquéllos más pertinentes para abordarlo, no sabiendo entonces hasta qué punto admite una lectura psicológica (¿terminaremos hablando del sueño de Chuang Tzu o de nuestras propias asociaciones sobre él?). Lo aclaro, igualmente, porque me resulta algo arriesgado leer con herramientas conceptuales occidentales contemporáneas una producción oriental milenaria.

Desde siempre ha sido conocida la relación entre literatura y producción onírica. Este vínculo ha sido intuido por distintas culturas y en diferentes momentos históricos: de hecho ocupa un lugar prominente, privilegiado incluso, en la forma en que se expresa y puede ser aprehendido el ámbito espiritual. "Mientras el ser humano sueñe habrá también literatura", dijo el reciente Premio Nobel de Literatura, el húngaro Imre Kertész.

En la modernidad occidental, y más aún con el impulso arrollador del discurso positivista que transformó todo en ecuación matematizable, el sueño ha pasado a ser expresión físico-química de la actividad neuronal, acto pretendidamente medible de nuestro cerebro.

Es Sigmund Freud, fundador del psicoanálisis, quien encuentra en los sueños algo más que neurofisiología: su opera princeps, justamente, vía principal para el acceso al inconsciente, es La interpretación de los sueños. Son ellos, y no las mediciones de laboratorio, los que permiten conocer la otra escena de lo humano, lo no dicho, la dimensión trágica de la vida.

Chuang Tzu, como dice nuestro traductor Octavio Paz, "no sólo es un filósofo notable sino un gran poeta. Es el maestro de la paradoja y del humor, puentes colgantes entre el concepto y la iluminación sin palabras". El relato de marras es una muestra maravillosa en el manejo de las aporías, y ¿por qué no?, también del humor: ¿dónde está el límite entre la realidad y la fantasía? ¿Quién es quién: la mariposa es Chuang Tzu, o es al revés? ¿O ambos se interpenetran siendo uno y el otro?

Los sueños nos confrontan con un universo de sentido que escapa a la lógica formal, aquella de los principios aristotélicos: identidad, contradicción, tercero excluido. Los sueños se rigen por otro orden: la lógica del inconsciente, ¾condensación y desplazamiento dirá Freud; metáfora y metonimia ampliará luego Lacan¾ estructurada con procesos y articulaciones paradojales que puede definir con toda precisión este otro fragmento de Chuang Tzu: "Lo que es uno, es uno. Lo que es no-uno, es también uno".

Aprehender el significado de los sueños implica interpretarlos. ¿Qué quiso decir Chuang Tzu con su sueño? O, mejor expresado aún: ¿qué le es dicho a Chuang Tzu a través de su sueño?
La interpretación constituye el núcleo de la teoría y la práctica psicoanalítica; se podría caracterizar al psicoanálisis por la interpretación misma, o sea, por la puesta en evidencia del sentido latente que hay tras el material manifiesto. El objetivo final de la interpretación es presentificar el deseo inconsciente y el fantasma que lo encarna.

Habría que pedirle a Chuang Tzu que nos hable de su sueño, que asocie, para buscar las pistas que nos puedan llevar al deseo -inconsciente- que lo alienta.

¿Pero se trata de un sueño o es una producción literaria? ¿Quizá una creación artística donde se recrea, con maestría, la urdimbre de un sueño? Ahí está el juego genial de los poetas: decir, con la más inigualable belleza, lo que la lógica del inconsciente puede presentar como paradoja. Los sueños, o dicho de otro modo: los deseos ocultos, son la materia de la que se nutren los creadores, presentándolos bellamente. Y sin dudas, también con humor.

¿Podemos interpretar a Chuang Tzu? ¿Qué deseaba el maestro?

Tal vez eso tiene el sueño que nos relata, o el relato que sueña: nos atrapa, nos cautiva, en tanto -paradoja humorística- nos remite a un espacio donde se pierden las diferencias entre fantasía y realidad, entre hombre y mariposa.

Pero un psicólogo, desgraciadamente, sólo puede analizar a Chuang Tzu, porque es él quien habla. Hasta donde sabemos, ninguna mariposa pudo ser analizada, no podemos saber sobre sus sueños. Eso nos recorta la perspectiva, en tanto que "ser una mariposa" es un sueño de Chuang Tzu, y eso nos remite a la fantasía de libertad repetidamente expresada por los seres humanos. Ahí es donde, al intentar hacer (¿forzar?) una lectura psicológica, corremos el riesgo de perder toda la riqueza poética y filosófica que encierra el texto.

CFH - 4° mesa, mayo 2003


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Primera ronda sobre Chuang Tzu y la mariposa

Dijo Eduardo Dermardirossian

Participar en este encuentro para mirar con ojos de poeta la fábula de Chuang Tzu, en mi caso es, por lo menos, una audacia. Quizá, también, una irreverencia hacia el lector. Pero puedo excusarme: decir que el azar lo quiso; que poesía y filosofía ocupan territorios lindantes y que el linde mismo es incierto, difuso; también argüir que uno y otro hacer discurren frecuentemente sobre las mismas cosas, y que mientras la poesía elige la estética para manifestarse, la filosofía suele preferir la razón. Otras excusas pueden todavía abogar en mi beneficio, pero es del chino y de su invención que hemos de ocuparnos. Vayamos, entonces, a ellos.

Lo que buscamos. ¿Qué cosa es la realidad? ¿Su substancia es de una naturaleza diferente a las otras cosas? ¿O no hay tal diferencia, tan sólo hay observatorios varios desde los cuales las cosas son percibidas? Y aún, ¿es atinado que los hombres -efímeros en la eternidad del tiempo, ínfimos en la sospecha de la infinitud- hablemos de realidad? He aquí el marco en el que elijo poner la fábula de Chuang Tzu.

Hace pocos días la casualidad quiso situarme frente al televisor en el momento en que uno de los personajes del filme Fitzcarraldo, de Werner Herzog, conjeturaba que, acaso, la vida sea una ilusión detrás de la cual subyace la realidad de los sueños. Ese dicho me remitió a un cuento mío, aún inédito, en el que un padre le refiere una fábula a su hija y ésta interrumpe la narración para viajar a la historia narrada, y, una vez ahí, no puede discernir de qué lado del gran espejo de la vida ocurren los hechos, de qué lado discurre, digamos, la realidad. La realidad y la ilusión, el soñador y lo soñado, el narrador y lo narrado en mi cuento inédito, Chuang Tzu y la mariposa en la historia que ahora nos convoca alrededor de esta mesa de café, no son, quizá, cosas distintas. No lo sé de cierto, pero sospecho que la respuesta al dilema que nos ofrece el chino puede estar en la unidad de las cosas. Si el ebrio y el loco no logran saltar sobre su propia sombra por mucho que lo intentan, es porque en su embriaguez y extravío no comprenden la unidad de las cosas.

Análisis o síntesis. La bella paradoja que ahora estamos considerando se muestra ardua, de difícil resolución a los ojos de los hombres de este lado del mundo, del Occidente racional y pragmático, acostumbrado a descomponer las cosas en tantas partes como sea posible, a analizarlas para hallar lo múltiple en lo que substancialmente es uno. No así, los hombres del otro hemisferio, los orientales en general, seguramente se hallarán más cómodos frente al mismo texto, porque ellos recorren el camino inverso: en su misticismo procuran hallar la unidad en lo que a los ojos y a la razón se muestra plural.

La identidad sospechosa. Si nos atenemos a la versión de Octavio Paz, el propio Chuang Tzu denuncia la fragmentación de la conciencia del soñador-soñado: en efecto, hablando de sus sensaciones durante el sueño, dice que mientras “revoloteaba como los pétalos en el aire (...) ya no me preocupaba de mí mismo”. Ciertamente, es difícil traducir de una lengua exótica y remota unos términos y unas figuras tan particulares. La brevedad del texto, además, hace peligrar la empresa de verter a otra lengua lo dicho hace ya dos milenios y medio. Por otra parte, hay versiones que no traducen la fábula en iguales términos. Pero si se nos ha convocado para discurrir en torno a esta versión, es preciso no apartarnos de ella y, entonces, decir que el propio fabulista parece resistir su industria y eludir la siempre incómoda sospecha sobre su yo. Creo que el “mí mismo” denuncia esta circunstancia.

La misma matriz. “Fácilmente aceptamos la realidad, acaso porque intuimos que nada es real” nos dice Borges desde El inmortal (Narraciones, Salvat, Buenos Aires 1982, pág. 42): he aquí el hallazgo del genial argentino, el dibujo casi fantasmal que se interpone entre el terreno cómodo de la convención y la república extendida y azarosa de la ilusión.

Pero sabe Chuang Tzu, sabe Borges, saben los poetas (yo no lo soy y creo saberlo también), que nunca el hombre podrá discernir sin duda cuál es el linde de la realidad y el sueño, de los hechos y la ilusión. Aún más: creo que una y otra cosa no son diversas, que la fábrica de la realidad y del sueño, del soñador y de lo soñado, la cuna y la matriz de Chuang Tzu y de la mariposa, son una sola.

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Primera ronda sobre Chuang Tzu y la mariposa

Dijo Premlata Verma

El drama bidimensional de un sueño ideológico.

Son escasos los datos acerca del célebre místico, metafísico y poeta chino Zhuāng Zhūo (369-286 a.C.). Ha sido clasificado como taoísta, gran antagonista de las ideas confucianas, anarquista que fantaseaba con una libertad sin compromiso “para vivir a su gusto personal”. Parece haber sido un solitario, un alma vagabunda, romántico egocéntrico que consideraba que “el universo es ilusorio” (para evadirse de la responsabilidad social). No creía en la discriminación entre el bien y el mal e inventó una rara teoría de que la vida y la muerte son inexistentes. De este personaje, pobre y ermitaño, debo analizar un fabuloso poema que tuvo impacto sobre Jorge Luis Borges en su cuento Las ruinas circulares.

El poema de Zhuāng Zhūo contempla un sueño en el cual el poeta se había transformado en mariposa “que revoloteaba como los pétalos en el aire y me sentí feliz de hacer lo que quería...”. Pero al despertar, el feliz hechizo se desmorona; aparece la punzante pesadilla en su mente aturdida de tremenda confusión. ¿Dudaba Zhuāng Zhūo que era mariposa o la mariposa soñaba que era Zhuāng Zhūo? O sea, emana una crisis de identidad: una imagen lujosa, frívola y alegre lo sumerge en una dolorosa experiencia fatídica. ¡Cruel! Sucede que la aglomeración de fantasía y realidad no tuvo equilibrio. El conflicto entre mundo real y fantasía del sueño quizás esté simbolizada, sin respuesta, sin salida, sin acuerdo.

La idea conduce al nihilismo, no al positivismo. Hay dos perfiles para pensar: aparte de su concepto del mundo ilusorio, supongo que la frustración, inseguridad y rechazo de Zhuāng Zhūo fueron originados por el poderoso sistema monárquico reinante, sostenido por una oligarquía ritualista y fortalecido por los grandes consejeros intelectuales que incuestionablemente beneficiaban los intereses de ese régimen. Mientras tanto, las leyes eran para asustar al pueblo, para censurar la libre expresión u opinión, manteniéndolo ignorante y sometido a ciega obediencia. Todo esto lo llevó al sensible poeta a tal dicotomía: al posible escapismo romántico, a un espejismo; en fin de cuentas, a una magia tejida por el sueño donde todo lo deseado se concreta. ¡Pero al despertar reaparece un drama feroz!

El soñador se ha crucificado en una imagen que para él era una libertad sin lucha, sin compromiso, pero que ahora no tiene trascendencia, sino angustia multiplicada. El hombre se vuelve contra sí mismo a causa de una ideología tatuada de misteriosa y compleja psicología. ¿Acaso en aquel remolino bidimensional del juego fantasmagórico hay sólo el simulacro de dobles presencias opuestas, atribuladas ambas de dudas? ¿A qué verdad apunta aquí la metamorfosis?

No veo un propósito sólido. Veo una torturada intelectualidad, la de no asumir la cruda realidad exterior. Su despertar es una ruptura del mito creado por ese mismo soñador. No realiza la síntesis de su genio con el sentimiento que representa Quatza-coatl (serpiente emplumada) de los aztecas, que mantiene el equilibrio de esencia de dualidad en oposición, sino que, en esta instancia, para Zhuāng Zhūo parece ser que la duda y la confusión son reales, mas no la existencia esencial. Una bella y sensible extorsión psicológica y paradoja de la ideología.

El hombre primitivo adquiere su vínculo (donde hay ruptura) entre la naturaleza y sí mismo para asegurar y prolongar su existencia y bienestar. Deposita las mejores potencialidades sentimentales y virtudes humanas en la fuerza natural (convirtiéndola en sobrenatural). Elige el animal poderoso. Hay un dicho indígena: ‘debajo de un hombre hay un animal y debajo de un animal hay un hombre’; así se sostiene la armonía original. Por lo tanto, el mito azteca facilita que, succionando la pluma, el hombre se convierta en pájaro, pero una vez cumplida la misión vuelve a su aspecto original de hombre. En los países asiáticos las figuras antropomórficas destinadas a esa protección y bienestar manifiestan el valor y sentido de la unión hombre-animal-dios. Acto inofensivo, es claro. Pero el sueño de nuestro poeta, con todo respeto, no es ingenuo ni inofensivo. No hay una misión positiva. Es un paraíso fingido que finaliza en un infierno.

Otro ejemplo no estaría fuera de contexto. En el Popol Vuh, los gemelos humanos asumen formas de diversos danzarines, consecuentemente, para crear un mundo de los vivos, eliminando Xibalba (el país de los muertos). Lo hacen imitando los gestos y movimientos de los artesanos, campesinos, etc. Esto es, para crear la cultura maya, con el propósito de terminar con la barbarie e ingresar en un mundo civilizado.

La transformación en mariposa en el sueño de Zhuāng Zhūo es ajena a la índole de este fin.
En la leyenda de Baital Pachisi (“25 cuentos de un espíritu fantasma”) de la India, el baital se introduce en un cadáver humano para experimentar lo que él no pudo cuando era hombre vivo. Junta las historias de las vidas privadas-sociales y le formula muchas preguntas a un dotado de inteligencia, el Rey Vikram. Si el rey no puede contestar, “su cabeza se partirá en mil pedazos”... ¡una insinuación metafórica patente! El sabio siempre debe encontrar la respuesta. En el archivo de la conciencia y del inconsciente, la tiene.

Pero Zhuāng Zhūo no formula semejantes preguntas y es inerte para la respuesta. La única pregunta carece de respuesta. La dualidad es sospechosa y no integral. Tampoco hay explosión, sino detención. Contradice además su propia idea de que “el bien del hombre es armonía y la libertad alcanzable, si se sigue con espontaneidad a la propia naturaleza”.

Su postura no crea la posibilidad, que es la única verdad alcanzable para el hombre. La función mágica del arte ha desaparecido.

Hay un punto, sí, que puede ser aplicable en el contexto sociopolítico y económico moderno, con su decadencia de valores, cuando la democracia es un disfraz de la monarquía. La crisis de identidad es inevitable, dolorosamente. Pero claro, no hay lugar para transformarse en mariposa como refugio placentero. La realidad de hoy no es ningún permiso. Es más tiránica que la época de Zhuāng Zhūo.

Aquí no hay puerta que golpear, como la de La Metamorfosis de Franz Kafka, con desesperación. El romanticismo nihilista resulta peligroso, porque es virtualmente indispensable para que la clase dominante perdure en el tiempo. Le es más útil, en realidad.... ésta es la paradoja de Zhuāng Zhūo.

CFH - 4° mesa, mayo 2003



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Segunda ronda sobre Chuang Tzu y la mariposa

Dijo Marcello Colussi

De lo que no tenemos dudas es que el fragmento en cuestión no nos viene de la mariposa.

Tal como lo dicen acertadamente Eduardo Dermardirossian y Premlata Verma en sus escritos de la primera ronda: el interrogante en juego en la fábula de Chuang Tzu remite al tema de la realidad.

He ahí la pregunta filosófica por excelencia. Y si se quiere, también la cuestión básica sobre la que se despliega la literatura. Dicho en otros términos: "reflexión" o "juego" en torno a la realidad.

En el campo de la psicología las cosas van por otro lado. No se trata tanto de la realidad, entendida como realidad material, sino de este ámbito que, desde Freud en adelante, podemos llamar realidad psíquica. Dirá el fundador del psicoanálisis en la Interpretación de los sueños, en el 1900: "cuando nos hallamos en presencia de los deseos inconscientes llevados a su expresión última y más verdadera, nos vemos obligados a decir que la realidad psíquica constituye una forma particular de existencia que no debe ser confundida con la realidad material".

La coherencia, la consistencia de la realidad psíquica está dada por la lógica del deseo. La realidad a la que allí nos estamos refiriendo no es la filosófica o la literaria. O lo es, en cierta forma. Lo es, en tanto constituye un campo de sentido inaprensible en términos de "cosa", pero sobre la que se puede meditar o tejer poesía. No importa, no tiene sentido plantearse si el sueño -el del maestro chino, o cualquier sueño- es real o no. En tanto está expresado, es real. Pero real como expresión de una realidad con sus reglas propias, realidad del inconsciente. De ella podemos filosofar, poetizar, y a veces interpretar su sentido.

Las mariposas no hablan, por lo que puede colegirse que no sueñan. De ahí que no importe distinguir si es Chuang Tzu o la mariposa quien sueña. Eso no cuenta. No podríamos menos que decir que hablamos de lo que el pensador taoísta nos legó. De lo que no tenemos dudas es que el fragmento en cuestión no nos viene de la mariposa.

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Segunda ronda sobre Chuang Tzu y la mariposa

Dijo Eduardo Dermardirossian

La paradoja se resuelve si comprendemos la unidad esencial de las cosas

En la primera ronda la fábula de Chuang Tzu fue mirada desde tres ópticas: la psicológica, la estética y la filosófica, en este orden. De ello no podían resultar sino tres exámenes paralelos que no confluyen y que, por eso, dificultan la confrontación y el debate. No obstante, atengámonos a las reglas y digamos nuestros respectivos pareceres después de revisar atentamente las reflexiones de nuestros contertulios.

En su momento me pregunté qué cosa es la realidad, si su substancia es de una naturaleza diferente de las otras cosas. Y no di respuesta. Tampoco la daré ahora, no podría. Aquella pregunta tenía el propósito de delimitar un territorio para la búsqueda, trazar un marco en el cual situar mis disquisiciones alrededor de la fábula del filósofo, poeta y humorista chino. En ese marco, entonces, dije mi sospecha de que la paradoja se resuelve si comprendemos la unidad esencial de las cosas.

En tal sentido, creo encontrar alguna correspondencia en Colussi cuando se pregunta: “¿Dónde está el límite entre la realidad y la fantasía? ¿Quién es quién: la mariposa es Chuang Tzu, o es al revés? ¿O ambos se interpenetran siendo uno y el otro?”. Bien sé que en este orden de ideas el psicólogo puede embestir con éxito sobre toda construcción esteticista: no es inocente el uso del vocablo ambos en su interrogatorio; significa duplicidad, confrontación y, quizá también, conflicto.

Verma, la panelista filósofa, abona la tesis controversial y descree de la resolución estética de la paradoja al decir que “el conflicto entre mundo real y fantasía del sueño quizás esté simbolizado, sin respuesta, sin salida, sin acuerdo”. Y a renglón seguido: “la idea conduce al nihilismo”. Esta dama se teme que “la función mágica del arte ha desaparecido” a partir de la construcción onírica que estamos examinando.

Dije que los tres contertulios hemos recorrido caminos que no confluyen. ¿Cómo disentir, entonces, sin forzar los términos, sin invadir irreverentemente el territorio del otro, sin derramar, digamos, este café que estamos compartiendo? Sin embargo, voy a intentarlo bajo la invocación del hombre, sujeto y objeto de todo quehacer filosófico, psicológico y estético, observador y observado, río y cauce, soñador y soñado: he aquí la excusa de mi irrupción.

La construcción del chino no quiere subvertir el orden social y político de su lugar y tiempo, no busca escapar de la existencia escurriéndose por los entresijos de la ilusión, no pretende cumplir una función. Quizá esa fábula ya no quiere lo que en su momento quiso su autor. Porque la creación artística (me lo dijo un exquisito escultor mientras domeñaba el mármol, me lo confirmó luego mi propia observación), una vez desprendida de las manos de su hacedor, adquiere vida propia y busca su particular destino, si es que tiene alguno. La obra ignorada o desdeñada en los tiempos de su creación, la que no fue apreciada al nacer, puede, a lo largo del tiempo, ser merecedora de reconocimiento y portadora de significados variados. La historia del arte es pródiga en ejemplos.

Por eso, Chuang Tzu y la mariposa, el soñador y el soñado, lo que tenemos por realidad y lo que consideramos sueño, son una sola cosa inescindible, una manifestación inequívoca de la existencia. "Cierta vez soñé que era una mariposa, revoloteaba como los pétalos en el aire, me sentía feliz de hacer lo que quería y ya no me preocupaba de mí mismo. Pero hete aquí que no tardo en despertar, me palpo sin perder un instante, ¡y yo era Chuang Tzu! Y me pregunté: ¿soñaba Chuang Tzu que era la mariposa o la mariposa soñaba que era Chuang Tzu?" Creo que el lector atento advierte que este texto anuncia más que una identidad entre el soñador y el soñado: anuncia su unicidad. Mil años después, Yalal al-Din Rumi, hermosamente, inquirió: “El aliento del flautista... ¿pertenece a la flauta?”.

Y si se me permite apartarme por un momento del territorio de la poesía, puedo aún preguntarme, ¿qué propósito persigue la fábula, si no he de examinar quién es quién de uno y otro lado de la línea que separa la vigilia del sueño? Y si ahora se me permite regresar al territorio que había abandonado, respondo sin hesitar: no hay un propósito separado de la acción misma, no hay una teleología, porque el arte no precisa justificación, no levanta banderas, no obedece a la razón, tampoco resiste el análisis. (La licencia de entrar y salir de los dominios del arte no puede serme reprochada. Ella es inherente a la poesía).

Cierro estas reflexiones con las mismas palabras con que finalicé la primera ronda: sabe Chuang Tzu (...) que nunca el hombre podrá discernir sin duda cuál es el linde de la realidad y el sueño, de los hechos y la ilusión. Aún más: creo que una y otra cosa no son diversas, que la fábrica de la realidad y del sueño, del soñador y de lo soñado, la cuna y la matriz de Chuang Tzu y de la mariposa, son una sola.

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Segunda ronda sobre Chuang Tzu y la mariposa

Dijo Premlata Verma

Creando se libera, no sólo una vez, sino todas las veces.

Al reflexionar sobre la exposición de Marcelo Colussi, solamente debo remarcar que no me interesa tanto “la paradoja humorística” en este poema de Zhuāng Zhūo, sino que, antes bien, advierto las contradicciones de su personalidad y de su filosofía.

En una obra de arte la realidad no se pierde en la fantasía, sino que se transforma dentro de la estética, de tal manera que, por el efecto de la fantasía, se aprehende mejor la realidad. Se fantasea la experiencia vivida de la realidad y si la fantasía está tejida por la mano o la mente de un genio, la más bella posible, dará una noción real de las experiencias y de la vida en todo su esplendor.

En este proceso de creación, es como si el autor se despegara momentáneamente de las propias emociones para observar objetivamente, con justa medida, lo que él crea. No me parece que “nos remite a un espacio donde se pierden las diferencias entre fantasía y realidad”, sino que la fantasía sólo se manifiesta, vívida, sin pérdida de la realidad objetiva (que es la base fundamental de la obra artística). Si el artista queda “atrapado” en el hechizo de su obra, nunca podrá iniciar otra nueva; podrá seguir trabajando, pero no creando. Se repetirá a sí mismo, estancado en las mismas ideas. En cambio, creando se libera, no sólo una vez, sino todas las veces. Es premio y castigo simultáneo para el artista, mas una bendición puesto que así se va abriendo a la emancipación del propio yo.

Y aunque es el “yo” que crea la fantasía, en la crisis de identidad es el mismo yo que está en peligro, paralizado por la confusión (¡claro que no sabremos si existe algún “yo” en la mariposa!). El poeta chino está atrapado en su obra, de manera que no hay ningún punto de liberación.

La metáfora toca un fondo surrealista sin salida. La mariposa, que representaría la materia, es, en realidad, una máscara de materia, no la materia-en-sí. La materia-en-sí cumple una función evolutiva y creadora, al ser transportadora de la espiritualidad. Al menos, éste es el concepto de materia considerada sagrada en mi país, la India.

En un parpadeo no cambia la sólida realidad (ni el “yo”). “El romanticismo da una apariencia misteriosa a todo lo ordinario”, dice el pensador alemán Novalis. Aquí lo tenemos. La “subjetividad orgullosa” engendra una sensación de terror y de abandono. En el entorno del poema, como trasfondo, surge una incomodidad espiritual hacia un mundo con el cual el poeta no puede identificarse. Se aísla mediante el juego irónico de disfrazar la supuesta libertad, proceso letal para el yo. La metamorfosis no elimina el conflicto ni la incomodidad espiritual, sino que los agudiza.

Siento que debo señalar, con todo respeto, una diferencia conceptual en relación a la idea oriental de unión, en lo que escribe Eduardo Dermardirossian sobre la unicidad. La palabra unión -al menos en la India, donde se expresa con la palabra yoga- tiene una connotación totalmente distinta de la palabra metamorfosis, que es lo que sucede en el poema en cuestión. En el término filosófico unión o yoga hay dos entidades o dos “yoes” (el yo común y el Yo Supremo) de una misma esencia, que se unen. El resultado de esta unión es la armonía, la dicha, la paz y una absoluta liberación. Pero para llegar a esa unión hay un largo proceso de desprendimiento de las pasiones y así del sufrimiento. Es el mukti: la culminación de la unión.

Pero esta unión está ausente en el sueño de Zhuāng Zhūo. El resultado es un anatema, no es la dicha. Su idea de libertad queda petrificada.

Ahora, acerca de la metamorfosis vale citar la frase del poeta alemán Goethe: “... la metamorfosis es un don, completamente respetable, pero extremadamente peligroso. Acaba conduciendo a la ausencia de forma, destruye la ciencia, la disuelve. Es como la vía centrífuga y se perderá en el infinito si no dispusiésemos de un contrapeso.”

La única verdad filosófica que puedo concluir aquí es que la ilusión es capaz de provocar confusión letal, dolor y muerte espiritual. Aquí, en este poema, no hay “una alineación entre la naturaleza y el hombre”, sino, antes bien, una fusión ficticia.

Notas:

Según las disciplinas o tradiciones hindúes, los sueños, que tienen sensación real pero son incoherentes, irreales, cumplen una función protectora importante.

Pero los maestros hindúes son firmes en el sentido de no confundir sueños, ensoñaciones, trances o fabulaciones con la auténtica experiencia trascendental, la cual se logra mediante la contemplación y la meditación, permaneciendo con la conciencia despierta.

Maya es una energía creadora que está adherida a la gran Fuerza Cósmica (Brahma). Maya opera con dirección espiritual: es energía transformadora, inicio e impulso de pasión a través de su magia. Y aunque la pasión suele ser un engaño, es necesaria para el proceso creativo.

Pero es importante señalar que maya tiene una doble faceta: puede ser una ilusión falsa, o bien puede ser creadora.

El concepto de maya es complejo, por lo tanto no cabe explicarlo en este espacio. Mi intención ha sido la de señalar la mera ilusión de unicidad en esta instancia, provocada por las circunstancias reales de Zhuāng Zhūo.

CFH - 4° mesa, mayo 2003



Para que él mismo nos hable

Dijo Sylvia MacLagan, moderadora del debate

Colussi, Dermardirossian y Verma incursionaron en el poema de Chuang-Tzu por distintos caminos, logrando de este modo un abanico de significaciones que se complementan entre sí. Este hecho quizás no sea evidente sin una lectura concienzuda de la obra del poeta chino, labor que obviamente no era requisito de la presente propuesta.

Mas si ahora develamos, pícaramente, un poco más de la cosmovisión de Chuang-Tzu, creo que los participantes y los lectores se asombrarán de cómo, a partir de la famosa aporía, cada cual razonó, intuyó o adivinó pensamientos y realidades velados antes por la delicada trama de las alas de una mariposa.

No me siento capacitada para evaluar las consideraciones de los panelistas, tratándose del legado de un legendario sabio chino. Pero sería gratificante motivar una continuación de este diálogo enriquecedor. Por eso me limito a ofrecer una selección de fragmentos de la obra de Chuang-Tzu, para que él mismo nos hable a través de los siglos con sus poemas, aforismos y su sátira. La selección es forzosamente reducida, pero echará luz sobre las valiosas disertaciones recibidas para la cuarta mesa del Café Filosófico Heráclito.

CFH - 4° mesa, mayo 2003



El camino de Chuang-Tzu

Interpretación de Thomas Merton, Lumen, 1996, Argentina. (Extractos)

Dejar las cosas como están (página 50)

Sé lo que es dejar el mundo tranquilo, no interferir. No sé nada acerca de cómo dirigir las cosas. Dejar las cosas como están ¡de manera que los hombres no hinchen su naturaleza hasta que pierde su forma! ¡No interferir, para que los hombres no se vean transformados en algo que no son! Cuando los hombres no se vean retorcidos y mutilados más allá de toda posibilidad de ser reconocidos, cuando se les permita vivir, habrá sido logrado el propósito del gobierno.

Ahora, ni el mundo entero es recompensa suficiente para los “buenos” ni hay castigo suficiente para los “malvados”. Desde ahora, el mundo entero no es suficientemente grande ni como premio ni como castigo. Desde los tiempos de las Tres Dinastías, los hombres han estado corriendo en todas las direcciones imaginables. ¿Cómo van a encontrar tiempo para ser humanos?

El hombre sabio, entonces, cuando ha de gobernar, sabe cómo no hacer nada. Al dejar las cosas estar, descansa en su naturaleza original. Aquel que gobierne respetará al gobernado ni más ni menos que en la medida en que se respete a sí mismo. Si ama su propia persona lo suficiente como para dejarla descansar en su verdad original, gobernará a los demás sin hacerles daño. Dejadlo que evite que los profundos impulsos de sus entrañas entren en acción. Dejadlo estar tranquilo, sin mirar, sin oír. Dejadlo estar sentado como un cadáver, con el poder del dragón vivo en torno de sí. En completo silencio, su voz será como el trueno. Sus movimientos serán invisibles, como los de un espíritu, pero los poderes del Cielo irán con ellos. Inalterado, sin hacer nada, verá todas las cosas madurar a su alrededor. ¿De dónde sacará tiempo para gobernar?
Violentando cajas fuertes (página 46)

El invento de los pesos y medidas hace más fácil el robo. La firma de contratos, la implantación de sellos, hacen más seguro el robo.

Enseñar amor y obligaciones suministra un lenguaje adecuado con el cual demostrar que el robo es en realidad para el bien de todos. Un hombre pobre ha de ser ahorcado por robar una hebilla de cinturón, pero si un hombre rico roba todo un Estado es aclamado como el estadista del año.

De modo que, si queréis escuchar los mejores discursos sobre el amor, el deber, la justicia, etc., escuchad a los hombres de Estado. Pero cuando el arroyo se seca, nada crece en el valle. Cuando el montículo se aplana, el hueco junto a él se llena. Y cuando los hombres de Estado y los abogados y los predicadores del deber desaparecen, no hay tampoco más robos y el mundo queda en paz.

Moraleja: cuanto más acumules principios éticos y deberes y obligaciones, para meter en cintura a todo el mundo, más botín acumulas para los ladrones como Khang (un usurpador del poder). Por medio de argumentos éticos y principios morales, se demuestra finalmente que los mayores crímenes eran necesarios, y que de hecho fueron un señalado beneficio para la humanidad.

El hombre de Tao (página 73)

El hombre en el cual el Tao actúa sin impedimento no daña a ningún otro ser con sus actos, y aun así no se considera “bondadoso”, “manso”.

El hombre en que el Tao actúa sin impedimento no se preocupa por sus propios intereses y no desprecia a aquellos que sí lo hacen. No lucha por ganar dinero y no convierte en virtud la pobreza. Sigue su camino sin apoyarse en los demás y no se enorgullece de andar solo. Aunque no sigue a la muchedumbre, no se queja de aquellos que lo hacen. El rango y la recompensa no lo atraen; la desgracia y la vergüenza no lo desaniman. No está buscando constantemente el bien y el mal, decidiendo continuamente “Sí” o “No”.

Los antiguos decían, por tanto:

“El hombre del Tao permanece en el anonimato. La virtud perfecta no produce nada. ‘No-ser’ es ‘Ser-de-verdad’, y el más grande entre los hombres es nadie.”

El gozo perfecto (página 81)

¿Existe sobre la Tierra una plenitud de gozo o, acaso no existe tal cosa?

Lo que el mundo valora es el dinero, la reputación, la larga vida, los logros. Lo que considera goce es la salud y el bienestar del cuerpo, la buena comida, la buena ropa, las cosas bellas de ver, música agradable que escuchar.

Los ricos hacen tolerable la vida, esforzándose por conseguir cada vez más dinero que, en realidad, no pueden usar. Al hacer esto, quedan alienados de sí mismos y se agotan a su propio servicio, como si fueran esclavos de alguna otra persona.

Los ambiciosos corren día y noche en persecución de honores, constantemente angustiados por el éxito de sus planes, temiendo el error de cálculo que lo puede echar todo a perder. Así, están alienados de sí mismos, agotando su vida real al servicio de una sombra creada por su insaciable esperanza.

El nacimiento de un hombre es el nacimiento de su dolor. Cuanto más tiempo vive, más estúpido se vuelve, porque su ansiedad por evitar la inevitable muerte se hace cada vez más aguda. ¡Vive para algo que está siempre fuera de su alcance! Mi opinión es que nunca se encuentra la felicidad hasta que se deja de buscarla.

He aquí cómo resumo todo esto:

El Cielo no hace nada: su no-hacer es su serenidad.
La Tierra no hace nada: su no-hacer es su reposo.
De la unión de estos dos no-haceres,
proceden todos los actos,
se componen todas las cosas.
¡Cuán vasto, qué invisible este llegar-a-ser!
¡Todas las cosas vienen de ninguna parte!
¡Cuán vasto, qué invisible....
no hay forma de explicarlo!
Todos los seres en su perfección nacen del no-hacer.
Es por esto por lo que se dice:
“El Cielo y la Tierra no hacen nada,
y aun así no hay nada que no hagan.”

¿Dónde estará el hombre capaz de alcanzar este no-hacer?

Chuang-Tzu, siglo II a.C. aprox.

CFH - 4° mesa, mayo 2003