Heráclito 55

A propósito del atentado en Nueva York y Washington

La verdad victimizada

Eduardo Dermardirossian
eduardodermar@gmail.com


Escribo estas líneas el 28 de Septiembre de 2001, a las 16, hora argentina. La precisión es pertinente porque los días y las horas cuentan desde el trágico martes 11, cuando un atentado múltiple abatió las torres del World Trade Center de Nueva York y destruyó un ala del Pentágono en Washington. El miedo y la sensación de inseguridad plantaron sus reales, primero entre los norteamericanos, y después en el resto del mundo, al tiempo que el dolor, la rabia y la indignación opacaron el entendimiento de los hombres, aún el de quienes por detentar el poder deben mantener la prudencia a ultranza. La precisión, reitero, es pertinente cuando en esta hora me entero que fuerzas terrestres norteamericanas e inglesas estarían trasponiendo las fronteras de Afganistán*.

Y si bien es temprano todavía para reflexionar sobre estos hechos, creo que es lícito exteriorizar algunas preocupaciones. O revisar conceptos que repiten los medios, martilleando con una pertinacia capaz de horadar conciencias, formularnos algunas preguntas aun cuando sea dudoso que podamos responderlas en medio del jaleo. Porque hacer la pregunta correcta no es poco andar cuando se transita por senderos inciertos. No viene ahora a mi memoria quién dijo que la respuesta siempre está contenida en la pregunta, a condición de que sea formulada correctamente. Reflexionemos, pues, juntos.

La expresión “terrorismo internacional” es usada frecuentemente desde el día del atentado, cuando en rigor hace décadas que las acciones de terrorismo suelen ser de ese carácter. ¿Por qué, entonces, es ahora que se pone énfasis en la internacionalidad del terrorismo? ¿Será por el carácter de superpotencia del Estado afectado? ¿O por los intereses que involucra esta acción? ¿Quién duda a esta altura que las voladuras de la Embajada de Israel y de la sede de la AMIA, ambos hechos ocurridos en el ombligo de Buenos Aires, fueron actos de terrorismo internacional? ¿Cuál es, entonces, la diferencia conceptual entre el atentado reciente y aquellos hechos?

En este punto viene la pregunta: ¿Qué debe entenderse por terrorismo? En primer término, es preciso incluir en ese concepto los hechos del 11 de septiembre. Llamar por su nombre a tamaño atentado es un deber moral que los hombres no podemos eludir, porque todo intento en contrario será fruto de sectarismos y de fanatismos. Sin embargo, a esta altura de la historia parece necesario extender el concepto de terrorismo a otras acciones y omisiones humanas, generalmente acometidas por grupos nacionales o de intereses, que no son menos deletéreas que los súbitos estallidos de una metralla o de una bomba. El hambre, las enfermedades y otras formas de abandono a que son sometidas cada vez más extendidas masas de población también deben ser calificadas como actos de terror, en cuanto pudiendo ser evitadas, no lo son por causa de intereses particulares.


El mismo martes 11 se acuñó la expresión “guerra contra el terrorismo”, sin decir qué países serán objeto de sanciones. Aún más, el propio presidente del país del norte dijo expresiones tales como “esta es la lucha del bien contra el mal”, “nuestras acciones llegarán a quienes hayan ejecutado los hechos y también a quienes les brinden protección”, “se está con nosotros o en contra de nosotros” y otras de parecida clase. Todas ellas encierran una gran peligrosidad porque reafirman el espíritu de gran hermano orweliano del poder norteamericano y lo afianzan en su pretensión de subyugar al mundo, con severo menoscabo de las libertades y de la diversidad cultural.

La sobreactuación siempre es enemiga del estadista. Éste debe cultivar la prudencia, la moderación, el equilibrio, el buen juicio, la circunspección; debe ser aliado del tiempo, nunca su enemigo. Y antes que saber hablar debe saber callar, porque es cierto que uno es prisionero de sus palabras, nunca de sus silencios, como también es cierto que los silencios guardados prudentemente le ofrecen al estadista un territorio en el que puede moverse con libertad, en tanto que las palabras dichas y amplificadas por los medios de comunicación le trazan un cerco.

Hay más preguntas. ¿Puede librarse una guerra para dar caza a un hombre? En todo caso, ¿qué hay detrás de ese propósito declarado? ¿Qué mecanismos determinarán de ahora en más el precio del barril de crudo, tan sensible a los vaivenes políticos y militares del Asia Central? Y los cuarenta mil millones de dólares anuales que mueve la producción de opio y su procesamiento en esa región del planeta, ¿por qué manos transitarán de ahora en más? ¿Qué será de los arsenales que los EEUU y los países de la ex URSS –cada una a su tiempo- depositaron en manos de gobiernos que ya no responden a sus propósitos? No pocos países de la región poseen armas nucleares, como Pakistán, India, China, Rusia y otros más; ¿podemos pensar que se les dará a esas armas un uso racional? Aún, ¿puede concebirse un uso racional de tales artificios?

Hemos oído decir que en política, como en amor, no siempre uno más uno es dos, lo cual es cierto. Y en las relaciones políticas internacionales en tiempos de guerra, como la que ahora se pretende desencadenar, esa certidumbre se potencia hasta lo imprevisible. Porque la previsión de los estrategas no alcanza para antever qué cuentas querrán saldar los países de esa región en medio del ruido. Para EEUU, en el Asia Central nunca uno más uno fue igual a dos, porque sus aliados de ayer, aquellos a quienes armó en contra de los demonios de turno, siempre se le volvieron en contra. Y parecida cosa le ocurrió a los rusos. Es que la guerra es así, y ya debíamos haberlo aprendido los hombres para abominar de ella como recurso para resolver nuestras diferencias.

Creo que algo más conviene mirar. El Oriente islámico ha desarrollado una aversión visceral contra los EEUU. Las gentes salen a las calles para manifestarse contra ese país que hoy es la cabeza de Occidente. Norteamérica lo sabe y es por eso que procura anudar alianzas incondicionales con sus socios de Europa, pero también con la América pobre y con los gobernantes de aquellos musulmanes hoy en virtual estado de sublevación interna. Debiera saber Norteamérica que cuando una guerra comienza cesa la incondicionalidad de las alianzas. La historia es maestra y el presente también: los propios estados de la OTAN y Rusia condenan el terrorismo internacional y comprometen su ayuda para combatirlo, y en esto creo que son sinceros. Pero al mismo tiempo no dejan de mostrar sus reservas en caso de que la nación hoy agredida inicie una acción armada en los términos anunciados por su presidente. Es que si miramos bien, los propios países islámicos también han condenado al terrorismo en parecidos términos a la vieja Europa. Lo hizo el gobierno talibán y lo hicieron las autoridades del alelado Pakistán, Irán, Israel, Palestina. Y los pueblos de esos países, al manifestarse en las calles y responder los requerimientos periodísticos, también lo hacen. Es claro que cuando una guerra va a comenzar, y luego, durante su desarrollo, estrepitosamente se ve caer a la primera víctima, que es la verdad. La verdad ya ha sido victimizada en América y en Asia, en Europa y en Rusia.

Han pasado más de dos semanas de los atentados. Y si bien he procurado sustraerme del influjo uniformador a que quieren someternos los medios, me temo que no he logrado totalmente mi propósito. Ignoro qué sobrevendrá después de tanta parafernalia informativa y de tantas manifestaciones destempladas por parte de quienes tienen la obligación de ser prudentes.

Pero hay esperanza. La hay, pues que el hombre ha sobrevivido a desventuras mayores a la que hoy le aflige. La paz quizá sea, en definitiva, una utopía. Pero las utopías trazan una dirección, un rumbo, una meta en definitiva, que tiene la particularidad de enderezar los pasos del hombre en la dirección correcta, le sostienen de pié en la vida por el sólo hecho de perseguirlas.

* Hoy esas fuerzas ocupan Afganistán e Irak.
H 71 – 05.10.2001.


John Pilger entrevista a Noam Chomsky*

“Ampliar los poderes de Bush es ultracriminal”


¿Por qué piensa que tuvieron lugar estos ataques?

Se supone verosímilmente que su origen está en Oriente Medio, y que los ataques probablemente estén ligados a la red de Osama bin Laden, una organización extensa y compleja, sin duda inspirada por él, pero no necesariamente actuando bajo su control. Bin Laden, un multimillonario saudita, se convirtió en un líder islámico militante durante la guerra llevada a cabo para expulsar a los rusos de Afganistán. Fue uno de los muchos fundamentalistas y extremistas religiosos reclutados, armados y financiados por la CIA y sus aliados del servicio de inteligencia pakistaní, para causar el mayor daño posible a los rusos –muy probablemente para retrasar su retirada, según muchos analistas sospechan–, aunque no está claro si tuvo o no contacto directo con la CIA, y tampoco es importante. No resulta sorprendente que la CIA prefiriera movilizar a los luchadores más crueles y fanáticos que encontrara. El resultado final fue “destrozar un régimen moderado y crear otro fanático, a partir de grupos imprudentemente financiados por los americanos” (Simon Jenkisns, corresponsal del London Times y también un especialista en la región). Estos elementos, conocidos como “afganos” (muchos de los cuales, como Bin Laden, no eran de Afganistán), llevaron a cabo operaciones de terror atravesando la frontera rusa, ataques que finalizaron cuando los rusos se retiraron. Su guerra no era contra Rusia, a la cual desprecian, sino contra la ocupación rusa y contra los crímenes rusos perpetrados sobre musulmanes. Los “afganos”, sin embargo, no dieron por terminadas sus actividades. Se unieron a las fuerzas musulmanas bosnias en la guerra de los Balcanes; los Estados Unidos no se opusieron a ello, al igual que toleraron el apoyo que les prestaba Irán, por razones complejas que no vienen al caso, aparte de mencionar que no les preocupó mucho la triste suerte que corrieron los bosnios. Los “afganos” también luchan contra los rusos en Chechenia, y posiblemente están también involucrados en actos terroristas en Moscú y en otras partes del territorio ruso. Bin Laden y sus “afganos” se volvieron en contra de los Estados Unidos en 1990 cuando éstos establecieron bases permanentes en Arabia Saudita –desde su punto de vista, un acontecimiento similar a la ocupación rusa de Afganistán, pero mucho más significativo por el status especial de Arabia Saudita como guardián de los lugares santos del Islam–. Bin Laden también se opone con rencor a los regímenes corruptos y represivos de la región, a los cuales considera “no-islámicos”, incluyendo entre éstos al régimen de Arabia Saudita, el régimen islámico más extremista y fundamentalista del mundo, si exceptuamos a los talibanes, y un estrecho aliado de los Estados Unidos desde su nacimiento. Es ampliamente conocido el hecho de que Bin Laden y otros como él están rezando para que ocurra “un gran asalto a los Estados musulmanes”. Esto es también muy familiar. La escalada de violencia es típicamente bienvenida por los elementos más duros y brutales de ambos lados, un hecho suficientemente evidente en la historia más reciente de los Balcanes, para citar sólo uno de los múltiples casos. Los Estados Unidos y buena parte de Occidente prefieren una historia más reconfortante. Citemos, por ejemplo, uno de los principales artículos aparecidos en el New York Times el 16 de septiembre, los perpetradores actuaron movidos por el “odio a los valores más preciados en Occidente tales como la libertad, la tolerancia, la prosperidad, el pluralismo religioso y el sufragio universal”. Las acciones de los Estados Unidos son irrelevantes, y por tanto ni siquiera hace falta mencionarlas (Serge Schememann). Esta es una imagen conveniente, y su tono general no es extraño en la historia intelectual; de hecho es casi la norma. No tiene nada que ver con lo que sabemos, pero tiene el mérito de la autoadulación y el apoyo sin fisuras al poder.

¿Qué consecuencias tendrá sobre la política interior y sobre la autopercepción de los americanos?

La política de los Estados Unidos ya ha sido anunciada. Se ofrece al mundo una “severa elección”: o se unen a nosotros o “se enfrentan a un panorama cierto de muerte y destrucción”. El Congreso ha autorizado la utilización de la fuerza contra cualquier individuo o país que el presidente determine que estuvo involucrado en los ataques, una doctrina que cualquier partidario de la misma considera ultracriminal. Y esto se demuestra fácilmente. Simplemente preguntando cómo habría reaccionado esta misma gente si Nicaragua hubiera adoptado esta doctrina después de que los Estados Unidos rechazaron las órdenes de la Corte Internacional de que “finalizara su uso ilegal de la fuerza” contra Nicaragua y vetara una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas haciendo un llamamiento a todos los Estados para que respetaran la legislación internacional. Y este ataque terrorista contra Nicaragua fue mucho más severo y destructivo incluso que la atrocidad de los días pasados.

¿Espera que los Estados Unidos cambien profundamente su política hacia el resto del mundo?

La respuesta inicial ha sido hacer un llamamiento para intensificar las políticas que condujeron a la furia y al resentimiento que constituyen la base sobre la que se apoyan los ataques terroristas, y para proseguir, aún con mayor intensidad, la agenda de los elementos más extremistas del equipo dirigente: aumentar la militarización, regimentar la vida interna, atacar los programas sociales. Todo esto era de esperar. De nuevo, los ataques terroristas, y la escalada de violencia que a menudo engendran, tienden a reforzar la autoridad y el prestigio de los elementos más represivos de la sociedad.

Después del impacto inicial, llegó el temor hacia cuál iba a ser la respuesta estadounidense. ¿Está usted también asustado?

Cualquier persona en su sano juicio debe temer la reacción que parece más probable –la que ya ha sido anunciada, la que probablemente da satisfacción a las plegarias de Bin Laden–. Estados Unidos ya ha exigido a Pakistán que cierre el suministro de alimentos y otras mercancías que hasta ahora habían evitado la muerte de una parte importante de la hambrienta y sufrida población de Afganistán. Si se accede a esta petición, un número indeterminado de personas, quizá millones, que no tienen ni la más remota conexión con el terrorismo morirán de hambre. Déjeme que le repita: los Estados Unidos han pedido a Pakistán que mate a millones de personas que son a su vez víctimas de los talibanes. A esto ni siquiera se le puede llamar venganza. Está a un nivel moral muy por debajo. Lo significativo es que este hecho se menciona de pasada, sin comentarios, y probablemente pase totalmente desapercibido. Si Pakistán no accede a ésta y a las demás demandas de los Estados Unidos, corre el riesgo de ser también objeto del ataque de consecuencias desconocidas. Si Pakistán se somete a las demandas de los Estados Unidos pudiera ser que el actual gobierno fuera derrocado por fuerzas muy parecidas a los talibanes, quienes en este caso tendrían armas nucleares. Llegados a este punto estaríamos considerando la posibilidad de una guerra que podría destrozar gran parte de la sociedad humana.

Hay quien dice que “El mundo no será el mismo después del 11/9/01”. ¿Lo cree usted así?

Los horrendos actos terroristas del martes pasado son algo bastante novedoso en la escena mundial, no por su dimensión y carácter, sino por su objetivo. Para los Estados Unidos es la primera vez desde la guerra de 1812 que su territorio nacional ha sido atacado. Ni siquiera había sido amenazado. Sus colonias fueron atacadas, pero no su territorio nacional. Durante todos estos años, los Estados Unidos prácticamente exterminaron a la población indígena, conquistaron la mitad de México, intervinieron violentamente en la región que les rodea, conquistaron Hawai y las Filipinas (matando a cientos de miles de filipinos) y, especialmente en el último medio siglo, han extendido su recurso a la fuerza por todo el mundo. Lo mismo puede decirse, por cierto, de Europa. Europa ha sufrido una mortal destrucción, pero debida a guerras internas, mientras tanto iba conquistando la mayor parte del mundo con una brutalidad extrema. No ha sido atacada por sus víctimas externas, con raras excepciones (el IRA en Inglaterra, por ejemplo). Es por lo tanto natural que la OTAN salga en apoyo de los Estados Unidos; cientos de años de violencia imperial tienen un enorme impacto sobre la cultura intelectual y moral. La forma en que Occidente decida responder es un asunto de suprema importancia. Si los ricos y poderosos optan por mantener su tradición centenaria recurriendo a la violencia extrema, contribuirán a una escalada circular de la violencia, en una dinámica ya conocida, con tremendas consecuencias a largo plazo. Por supuesto, esto no es inevitable. Un público consciente de los hechos en las sociedades más libres y democráticas puede desviar esta política hacia cauces mucho más humanos y honorables.

* Reportaje de Radio B92, Belgrado.
Fuente: Página 12, Buenos Aires, septiembre 26 de 2001
H 71 – 05.10.2001


El espíritu del Voluntariado

José Carlos García Fajardo *

Como dijo el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Pérez de Cuéllar, “los voluntarios sociales son mensajeros de esperanza que ayudan a las personas y a los pueblos para que éstos se ayuden a sí mismos”. La Asamblea General de la ONU acordó, en 1985, que cada 5 de Diciembre el mundo celebrase el Día Internacional del Voluntario por un Desarrollo Económico y Social como reconocimiento a las personas que arañan unas horas de su tiempo para llevar ayuda, compañía y afecto.

El ejercicio exclusivo del desarrollo integral de la persona y de la sociedad no compete ni al Estado ni a los partidos políticos ni a las diversas confesiones religiosas. Es el ser humano y sus opciones libres quienes deben de ser los protagonistas de su desarrollo integral. Siempre cabrá la cooperación pero nunca la imposición que no respete la libertad, la conciencia, la justicia y el derecho fundamental a buscar la felicidad, pues el ser humano ha nacido para ser feliz. Y la felicidad no puede imponerse de forma alguna.

Solidario proviene de solidus, moneda romana de oro, consolidada y no variable. La palabra solidaridad se refiere a una realidad firme y fuerte conseguida mediante el ensamblaje de seres diversos. También de la responsabilidad asumida in solidum con otra persona o grupo. Las personas se unen porque tienen conciencia de ser personas, seres abiertos a los demás porque son seres de encuentro y no meros individuos aislados.

De ahí que la solidaridad va unida con la responsabilidad y ésta depende de la sensibilidad para los valores. Estos no se imponen sino que atraen y piden ser realizados. La solidaridad sólo es posible entre personas que en su conciencia sienten la apelación de algo que vale la pena y apuestan por ello. De ahí que la solidaridad implique generosidad, desprendimiento, participación y fortaleza.

Hoy, cuando tanto se habla de la necesidad de "realizarse" y de ser auténticos, es hermoso saber que authentikós es el que tiene autoridad y ésta deriva de augere, promocionar. Es decir que "tiene autoridad sobre alguien el que lo promociona o promueve", por lo tanto, "auténtico es el que tiene las riendas de su ser, posee iniciativa y no nos falla porque es coherente y nos enriquece con su modo de ser estable y sincero". "Para poseer ese tipo de soberanía el hombre tiene que aceptarse a sí mismo con todo cuanto implica; acoger su vida como un don; recibir y asumir como propias una existencia y unas condiciones de vida que no ha elegido. Esta vida recibida hemos de aceptarla con todas sus implicaciones: la necesidad de configurarla por nuestra cuenta, orientarla hacia el ideal adecuado, crear vida de comunidad, realizar toda una serie de valores que nos instan a darles vida... Si respondemos a esta llamada de los valores nos hacemos responsables". Esto es vivir abierto generosamente a los demás en su afán de vivir con plenitud.

Para nosotros, como personas del camino que hemos asumido el compromiso del voluntariado social, éste va más allá de la justicia: significa hacer propias las necesidades ajenas. Un voluntario social apuesta por el ejercicio libre, organizado y no remunerado de la solidaridad ciudadana. De ahí que su trabajo es en sí mismo precioso.


* Presidente de la ONG Solidarios y profesor de Pensamiento Político y Social en la Universidad Complutense de Madrid.
H 71 – 05.10.2001


Mundo virtual frente a deterioro ecológico

Marta Caravantes *

El deterioro ecológico del planeta ha quedado solapado por el esplendor de la euforia económica. Eso nos revela el último Informe del Worldwatch Institute, uno de los centros de investigación más importantes del mundo. De su análisis se desprende una conclusión alarmante: "Debido al crecimiento de Internet y las nuevas tecnologías pareciera que los problemas ambientales de la Tierra han pasado a un segundo plano. Es un grave error confundir el esplendor del mundo virtual con el estado dramático del mundo real".

Para el citado Instituto, problemas tan graves como el avance del sida en África y el agotamiento del agua en el mundo, quedan desplazados cuando resuenan las cifras de crecimiento de los PIB, los índices bursátiles o las megafusiones de las multinacionales que revierten en beneficios glamorosos. En su último discurso sobre el estado de la Unión ante el Congreso, Bill Clinton afirmó que "nunca Estados Unidos había conocido tanta prosperidad, con tan pocas crisis internas y tan pocas amenazas exteriores".

Queda claro que el deterioro ambiental no se vislumbra como 'amenaza', aunque los científicos nos alerten, con sus explícitos datos en la mano, que si no se estabiliza el cambio climático y el crecimiento de la población, es imposible salvar la salud ecológica del planeta.

Las flamantes cifras macroeconómicas se privilegian en las grandes cadenas de televisión, mientras las continuas advertencias de Naciones Unidas, ONG y centros de investigación sobre el insostenible deterioro de la Tierra no consiguen formar una activa conciencia mundial. Las prioridades en las que nos jugamos la supervivencia se difuminan frente al optimismo financiero de unos pocos. Las cifras de los desastres ecológicos nos impactan, pero pareciera que no nos las creemos, que no las asumimos; no somos capaces de asimilar que el 51% de los ecosistemas del planeta se encuentra en fase de degradación y que en los próximos 25 años, 60 países tendrán serios problemas de abastecimiento de agua. La Tierra pierde cada año un 1% de su riqueza forestal y acuática, pero sólo se lo creerá del todo el que un día abra el grifo de su casa y obtenga por respuesta el grito seco de un suelo erosionado.

Los grandes medios de comunicación difunden una oferta informativa que lleva a los ciudadanos a aceptar una 'realidad virtual', como si fueran hechos consumados. Por eso es imprescindible que nos preguntemos quién posee el control de la información, quién posee los altavoces, tribunas, medios y canales que 'recrean' esa realidad. Es ineludible que las distintas sociedades sepan de dónde procede la información que condiciona su percepción del mundo.

Causa escándalo pensar que EEUU, Japón y la Unión Europea controlan el 90% de la información y la comunicación de todo el planeta. En América Latina, por ejemplo, de cada 100 palabras de información que se difunden, 90 provienen de 4 agencias de prensa internacionales (Associated Press, Reuter, France Press y EFE). En 1980 cuatro de cada cinco mensajes emitidos en el mundo provenían de los Estados Unidos. Hoy, la situación es semejante, pero con mayor monopolio en las nuevas tecnologías y en el sector de la imagen: el 80% de los programas audiovisuales que se producen en el mundo (televisión, vídeo, cine...) son estadounidenses. El desequilibrio geopolítico en la posesión de los medios es cada vez más alarmante.

Intelectuales de todos los continentes coinciden en la urgencia de rescatar el mundo real del ficticio. Para el pensador francés Jean Baudrillard, la humanidad ha optado por "soluciones imaginarias" instalándose en una "gigantesca Disneylandia". Para el director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, el mundo está gobernado por "la nebulosa de los mercados financieros que construyen mecanismos mentales en la gente y manipulan la realidad". Las consecuencias de esta 'virtualidad' son contundentes: globalización de los valores de la sociedad de mercado, alienación de la consciencia, detrimento de los valores humanos y culturales de cada sociedad...

Es imprescindible romper la dinámica del 'espejismo', evitar la uniforme interpretación de la realidad y fomentar la capacidad crítica del espectador para que recupere su papel de protagonista en una historia que le pertenece.

Por eso es precisa una urgente revalorización social de los medios de comunicación, masivos o locales, públicos o privados. Necesitamos una información que produzca cultura y una cultura que se transforme en política, para crear sociedades activas, comprometidas con la búsqueda de soluciones en una encrucijada histórica que demanda inaplazables alternativas al futuro.

* La autora es periodista y corresponsal de Heráclito en España.
H 71 – 05.10.2001


Multiculturalismo en América

Carlos Mendoza *

El continente americano es un inmenso tejido social conformado por muy diversos grupos étnicos procedentes de todos los rincones del planeta y por cientos de pueblos indígenas que habitaban desde siglos atrás sus territorios. A lo largo de su historia se pueden observar lugares y momentos en los cuales aconteció la segregación racial, el asimilacionismo homogeneizador y hasta el etnocidio. A pesar de todo, también se gestó un rico mestizaje cultural que hoy caracteriza a todas las naciones y pueblos de América.

Esta realidad multicultural y multiétnica plantea interesantes retos para el futuro de América. Ahora las democracias se deben repensar en función de esa realidad, para garantizar el respeto a los derechos de todas las minorías étnicas de inmigrantes y las minorías nacionales, es decir los pueblos indígenas. Por eso, también se ha planteado la necesidad de discutir las características de los nuevos Estados multinacionales. El federalismo, que concede autonomías territoriales; o el consociacionalismo, que mantiene la unidad territorial pero otorga derechos especiales de representación para asegurar la voz de la minorías; son algunos de los modelos que se están experimentando.

Canadá va a la vanguardia en cuanto a políticas multiculturales se refiere. Gracias a dichas políticas, como explica el profesor Will Kymlicka, los canadienses han logrado construir una sociedad próspera, tolerante, pacífica, libre y democrática, en uno de los países con mayor diversidad etnocultural en el mundo. El multiculturalismo se originó en Canadá como un principio rector para la integración los inmigrantes, pero también se ha ampliado para dar respuesta a las necesidades de los pueblos indígenas. No existe otro país en Occidente en el cual los pueblos indígenas hayan alcanzado tan prominente status político. Las reformas a la Constitución canadiense, en 1982, relacionadas con los pueblos indígenas afirman la existencia de derechos indígenas y exigen que el gobierno negocie el contenido de esos derechos con los pueblos mismos. También garantizan que los pueblos indígenas tendrán un puesto en la mesa para las futuras negociaciones sobre la Constitución que puedan afectar sus intereses. Incluso se está estudiando la posibilidad de crear una tercera instancia parlamentaria, además de la House of Commons y el Senate: la House of First Peoples, como parlamento que daría a los pueblos indígenas una voz permanente en el proceso nacional de toma de decisiones (poder para presentar iniciativas de ley y opinión en asuntos de legislación e interpretación constitucional relacionados con los pueblos indígenas, entre otras funciones).

En América Latina se han dado algunos pasos en el ámbito constitucional para reconocer los derechos indígenas. Pero debido a que las democracias aun no se han consolidado y no es realidad el imperio de la ley, entonces las reformas para terminar con las injusticias pasadas y presentes son simplemente letra muerta. Este es el doble reto de los latinoamericanos: la consolidación del sistema democrático y, al mismo tiempo, la conformación de Estados y sociedades pluralistas, tolerantes y respetuosas de las diferencias étnicas y culturales.

* Department of Philosophy - Queen´s University, Canadá.
H 71 – 05.10.2001


Contra/dicciones

Jaime Reis

Para hacernos comulgar con las ruedas del molino neoliberal, eso que Ignacio Ramonet bautizó desde París al mundo como Pensamiento Único dicta una serie de postulados más parecidos a axiomas inquebrantables de fe que a ideas debatibles. Por eso los que a veces levantan su voz contra tales dicciones son tachados inmediatamente de apóstatas a quienes sólo pueden aguardar las brasas del mismo Maligno que inspira sus anatemas.

Yo, que no llego a tanto, soy un pobre agnóstico que duda, un escéptico que, a veces me hago preguntas simples que sean capaces de llevar los seis principales dogmas economicistas neoliberales hasta sus últimos extremos para así intentar entender mejor de qué nos están hablando:

1 - Mundialización: ¿por qué sólo debe afectar la globalización al mercado de capitales y no al de trabajo y al sistema occidental de seguridad social y a los universales Derechos Humanos?

2 - Innovación tecnológica: ¿por qué reducirla a los medios que incrementan la productividad y no a los que preservan el medio ambiente o mejoran el bienestar mundial?

3 - Liberalización: ¿por qué el liberalismo económico es, sin embargo, intervencionista en lo político y lo cultural, en fin, en las íntimas libertades del ser humano?

4 - Privatización: ¿por qué es justo y necesario, es nuestro deber y salvación privatizar los beneficios y comunitarizar las pérdidas?

5 - Desregulación: ¿por qué circunscribir la desreglamentación a impedir el intervencionismo de las políticas democráticas de Estado o bloques y no rechazar la evidente y obscena intervención del FMI y el Banco Mundial, regidos por no electos?

6 - Competitividad: ¿por qué ha de primar una visión darwiniana de hombres en lucha por la supervivencia y no la de un paradigma nuevo donde el respeto y la solidaridad sometan los egoísmos individuales?

No obstante, confío en que estas impías dudas, estas veniales preguntas no me causen el irreparable mal de la excomunión eterna y que pronto el sacramento de la penitencia lave éstos, mis pecados de lesa macroeconómica ignorancia.


H 71 – 05.10.2001


Diluvio universal

Voltaire, Diccionario filosófico.

Empezamos por declarar que creemos en el diluvio universal porque lo refieren las Santas Escrituras hebraicas transmitidas a los cristianos. Le consideramos como un milagro:

1.º Porque todos los hechos en que interviene Dios en las sagradas actas son otros tantos milagros.

2.º Porque el Océano no pudo elevarse quince codos, o sea veintiún y medio pies de rey, por encima de las montañas más altas, sin dejar seco su lecho y sin violar al mismo tiempo las leyes del peso y del equilibrio de los líquidos. Para hacer esto se necesita un milagro.

3.º Porque aunque hubiera conseguido llegar hasta la altura indicada, el arca no era capaz de sostener, según las leyes de la física, todos los animales del universo y su alimento para mucho tiempo. Porque los leones, los tigres, las panteras, los osos, los lobos, las hienas, las águilas, los buitres y todos los demás animales que sólo comen carne se hubieran muerto de hambre, después que se hubieran comido a todos los demás animales. Imprimiose antiguamente, casi a continuación de los Pensamientos de Pascal, una disertación de un comerciante de Rouen que se llamaba Le Pelletier, en la cual proponía el modo de construir un buque que pudiese contener toda clase de animales y los alimentos para que comieran durante un año. Se conoce que ese comerciante no había dirigido nunca ningún corral. Nos vemos obligados a considerar a Juan Le Pelletier, que trataba de construir una nueva arca, como un visionario que no conocía lo que es una casa de fieras, y al diluvio como un terrible milagro, incomprensible para la débil razón humana.

4.º Porque está demostrado hasta la evidencia la imposibilidad física de que sobrevenga un diluvio universal, y he aquí la demostración. El mar cubre la mitad del globo. Tomando una medida común de profundidad desde las playas hasta alta mar, se cuentan quinientos pies. Para que las aguas ascendieran en los dos hemisferios hasta la altura de quinientos pies se necesitaría, no sólo que hubiera un océano de quinientos pies de profundidad en toda la tierra habitable, sino también otro mar para que envolviera el Océano actual, sin el cual las leyes de la pesantez y de los fluidos harían bajar el agua de ese nuevo mar a la profundidad de quinientos pies, que la tierra no podría soportar. He aquí cómo se necesitan dos océanos para que las aguas asciendan sólo a quinientos pies por todo el globo terráqueo.

Concediendo sólo a las montañas veinte mil pies de altura, se necesitarían cuarenta océanos que ascendieran a quinientos pies de altura cada uno sólo para llegar a las cimas de los montes altos. Cada océano superior contendría a los demás, y el último de ellos tendría una circunferencia mayor cuarenta veces que la del primero. Para formar esa inmensa masa de agua sería preciso crearla de la nada, y para retirarla sería preciso aniquilarla. Luego el acontecimiento del diluvio es un doble milagro y el mayor con que ha demostrado su poder el Eterno Soberano de todos los globos.

Quedamos muy sorprendidos al saber que varios sabios habían atribuido al diluvio algunas conchas encontradas aquí y allá en nuestro continente. Pero nos ha sorprendido más que Pluche pruebe la posibilidad del diluvio con la historia de los gigantes que hicieron guerra a los dioses. Briareo, según dicho autor, representa indudablemente el diluvio, porque significa la «pérdida de la serenidad» en idioma hebreo. Pluche está mal enterado; briareo es una palabra griega que significa «robusto»; no es palabra hebrea, pero aunque lo fuera por casualidad, guardémonos bien de imitar a Rochart, que hace derivar muchas palabras griegas, latinas y hasta francesas de la lengua hebrea. Lo cierto es que los griegos no conocieron el idioma judío.

El gigante Othus es también hebreo, en opinión de Pluche, y dice que significa «el desorden de las estaciones», pero también es una palabra griega que nada significa, o que yo no sé su significado; pero aunque significara algo, ¿qué relación tiene esa palabra con la lengua hebrea? Porfirión es «temblor de tierra» en hebreo, pero en griego significa «pórfido». ¿Qué tiene que ver el diluvio con esto? Mimas significa en hebreo «gran lluvia»; esto ya tiene alguna relación con el diluvio; pero en griego Mimas significa «imitador», «comediante», y no es posible atribuir al diluvio semejante origen. Encelado es otra prueba del diluvio en hebreo, porque, según Pluche, significa «fuente del tiempo»; pero por desgracia, en griego no indica mas que «ruido». Efialtes es otra demostración del diluvio en hebreo, porque aunque en griego significa «opresor», «íncubo», según Pluche, quiere decir «gran montón de nubes». Luego los griegos, que lo tomaron todo de los hebreos, a los que no conocían, dieron indudablemente a sus gigantes todos esos nombres que Pluche saca del hebreo como puede; todo en memoria del diluvio.

Isaac Vossio niega la universalidad del diluvio(1); Calmet la sostiene, asegurando que los cuerpos pesan en el aire porque el aire los comprime. Calmet no sabía física, y la pesantez del aire no tenía nada que ver con el diluvio.

No comprendo por qué Dios creó una raza para ahogarla y para sustituirla por otra raza más perversa. No comprendo cómo siete pares de cada especie de animales no inmundos llegaran de las cuatro partes del globo con dos pares inmundos de todas clases, sin que los lobos se comieran a las ovejas por el camino, los gavilanes a las palomas, etc., etc. No comprendo tampoco cómo ocho personas pudieron dirigir, alimentar y dar de beber a todos los animales que estuvieron embarcados en el arca cerca de dos años, porque necesitaron un año después que cesó el diluvio para dar de comer a todos esos pasajeros, teniendo en consideración que las hierbas debieron tardar mucho tiempo en crecer. Respecto a este asunto no me parezco a Le Pelletier, porque yo lo admiro todo y no me puedo explicar nada.


(1) Ver entrada Génesis.


Gibran Khalil Gibran, El Profeta.

Del trabajo


Después un labrador pidió: “Háblanos del Trabajo”.

Y él contesto, diciendo:

Trabajad para que podáis conservar la paz con la tierra y con su alma. Porque el permanecer ocioso es volverse un extraño para las estaciones, y dejar la procesión de la vida, que anda con majestad y orgullosa sumisión hacia el infinito.

Cuando trabajáis os convertís en una flauta a través de cuyo corazón se transforma en música el murmullo de las horas. ¿Quién de vosotros desearía ser una chirimía, muda y silenciosa, mientras todo lo demás canta cual un coro al unísono?

Siempre se os ha dicho que el trabajo es una maldición y la labor una desgracia.
Pero yo os digo que cuando trabajáis cumplís con una parte del sueño más remoto de la tierra, el cual os fue asignado cuando ese sueño nació.

Y al estar siempre en el trabajo, estaráis en realidad amando la vida. Y el amor a la vida por medio del trabajo, es intimar con su secreto más hondo.

Pero si en vuestra aflicción llamáis dolor al nacimiento y al sostén de la carne una maldición impresa sobre vuestra frente, entonces yo os advierto que nada que no sea el sudor de vuestra frente podrá borrar lo que en ella ha sido impreso.

También se os ha sido dicho que la vida es penumbra, y en vuestro cansancio os hacéis eco de lo que os fuera dicho por el cansado. Y yo os advierto que la vida es, efectivamente, penumbra excepto cuando en ella hallamos estímulo. Y todo estímulo es ciego si no existe conocimiento, Y todo conocimiento es inútil, si no va acompañado por el trabajo, Y todo trabajo es cosa vacía salvo cuando existe amor.

Y cuando trabajáis con amor os juntáis uno al otro y también a Dios.

¿Y qué es trabajar con amor? Es tejer la tela con hilos sacados de vuestro corazón, es como si vuestro ser más amado tuviera que vestirse con esa tela.

Es construir una casa con cariño, como si vuestro ser más amado hubiese de morar en ella. Es como poner la semilla en el surco con ternura y recolectar la cosecha con alegría, como si vuestro ser más amado hubiera de comer su fruto.

Es impregnar todas las cosas que efectuáis con el aliento de vuestro propio espíritu. Y saber que todos los muertos benditos se alzan frente a vosotros y os miran.

Con frecuencia os he oído decir, como si hablaseis en sueños: El que trabaja el mármol, y talla la forma de su alma en la piedra, es más noble que aquel que ara la tierra. Y el que se adjudica el arco iris para plasmarlo en un lienzo y convertirlo semejante al hombre, es más valioso que aquel que hace las sandalias para nuestros pies. Pero yo os aseguro, no en sueños, sino en la vigilia del mediodía, que el aire no habla con más dulzura a los robles gigantescos que a la minúscula brizna de hierba. Y sólo es grande aquel que convierte la voz del aire en un cántico que su amor hace más dulce.


El trabajo es un amor que se hace tangible. Y si no podéis trabajar con amor sino tan sólo con desagrado, será preferible que dejéis de trabajar y toméis asiento a la entrada del templo a pedir limosna a los que trabajan con alegría.

Porque si cocináis el pan con indiferencia estáis cociendo un pan amargo que alimenta sólo a medias el hambre del hombre. Y si pisáis las uvas con disgusto, ese disgusto será como un veneno destilado en el vino. Y si cantáis como ángeles, pero no amáis el canto, tapáis el oído del hombre para que no pueda escuchar las voces del día y las de la noche.