Heráclito 48

Diario

Anotación al 7 de enero de 2001

Eduardo Dermardirossian
eduardodermar@gmail.com

Antaño se hablaba del misterio de los astros. Los niños de entonces solíamos mirar el cielo en las noches estrelladas de luna ausente. Perplejas nuestras almas todavía blancas, nos preguntábamos sobre el infinito, nos afanábamos por asir las distancias con nuestras miradas. Yo sentía (ahora lo comprendo) que al mirar hacia el infinito Universo también quería explorar lo infinitesimal, lo ínfimo. Lo uno era mirar hacia fuera, lo otro, hacia adentro. Y ahí, en un cierto punto, quizás en el sitio del equilibrio cósmico, estábamos yo y toda mi presuntuosidad humana.

He llegado a creer que yo era Dios y que si cerraba mis ojos las cosas dejaban de existir. Sin mí no existiría el cosmos, el orden, la conciencia. Cuando la vida me cerrara sus puertas, se aniquilaría el todo, sería la nada. Solipsismo le dicen los versados.

Recuerdo que tales inquisiciones azuzaban mi mente niña. Aún más: yo no podía aceptar el uno, la unidad, el sitio adonde la búsqueda encuentra su fin, su indivisión y su razón; siempre podía dividirse lo que creía uno. Los genes de Leucipo me poblaban.

En cuanto a las indagaciones sobre el tiempo, esas no ocupaban mi mente. Entonces yo no tenía presciencia de mi muerte.

H 67 – 07.09.2001


Una luz a través del tiempo

San Gregorio el Iluminador y los 1700 años de la Iglesia Armenia

Michael Wines
The New York Times

No hay tradición cristiana sin historias dolorosas, desde los pesares de Job hasta el sacrificio de Jesús, pasando por el exilio de Moisés en el desierto. La historia de San Gregorio el Iluminador y la Iglesia Armenia es menos conocida, pero igualmente desgarradora. Basta visitar Khor Virab, un afloramiento rocoso entre matorrales, unos 48 kilómetros al sudoeste de la capital, Ereván, para comprobarlo prontamente.

En la cima del promontorio hay una mazmorra, una cueva de menos de un metro cuadrado, penumbrosa y tiznada de hollín, en el fondo de un estrecho pozo de seis metros. Es uno de los lugares más sagrados de este país profundamente religioso, y el que da pie a que Armenia celebre este año el 1700° aniversario de su adopción del cristianismo como religión nacional.

Gregorio pasó trece años en ese pozo, para luego emerger de él y hacer de Armenia el primer Estado cristiano del mundo. Quien entre en la mazmorra (cualquiera puede hacerlo) percibirá la clase de vida que deben de haber llevado quienes se atrevieron a desafiar al poder diecisiete siglos atrás.

El 31 de diciembre pasado, al toque de medianoche, Karekin II, sumo patriarca de la Iglesia Armenia, inauguró el año de observancia descendiendo a la cueva por una escalera de acero, muy desgastada, en presencia de una multitud entre la que se contaba la mayoría de su alto clero de su iglesia en el mundo. "Trajo la luz del sitio en que San Gregorio había expiado los pecados de la nación. Aquella noche fría había miles de personas en el monasterio. Fue la experiencia más conmovedora", recuerda el obispo Paren Avedikián, máximo funcionario de la Iglesia Armenia para asuntos locales (...)

La llama, que simbolizaba la fe de San Gregorio y de todos los cristianos armenios, fue compartida con muchos de los cuarenta y tantos obispos del mundo entero que habían peregrinado hasta Khor Virab. Encendieron con ella sus linternas y las llevaron consigo al regresar a sus países de origen. En enero, los fieles del área neoyorquina y otras partes de los Estados Unidos se reunieron para el encendido ritual de velas individuales que podían llevar a sus hogares.

Sangre de mártires

Grigor Loussavorich nació hacia el año 257. Meses después, su padre asesinó a Khosrov (Cosroes), rey de Armenia. La familia puso a salvo al niño en territorio romano hasta que la situación se aquietara. Eso llevó unos veinte años, en cuyo transcurso Gregorio se hizo cristiano. De regreso en Armenia (280 d. C.) su prédica ofendió al rey Tirídates III, que, para peor, era hijo de Cosroes y aún le guardaba rencor. El monarca ordenó que lo torturaran y lo arrojaran a la mazmorra de Khor Virab.

En su estado actual, la cueva es más accesible y, hasta cierto punto, menos incómoda. Sus muros están revestidos de piedra y las velas encendidas por los creyentes dan buena luz. Nada de esto existía en 287, cuando encarcelaron a Gregorio: entonces era, literalmente, un pozo en tinieblas. Según las enseñanzas de la Iglesia Armenia, se le apareció un emisario celestial que le anunció su salvación.

En 301, Tirídates III fue rechazado por una virgen cristiana; despechado, la hizo matar junto con treinta y seis amigas, también vírgenes. Luego enloqueció. Poco después, su hermana soñó que se curaría si liberaban a Gregorio. Así lo hicieron: Gregorio curó a Tirídates y lo convirtió al cristianismo, que pasó a ser la religión oficial. Gregorio fue el primer obispo de la Iglesia Armenia. Ese mismo año tuvo una visión: Cristo se aparecía en una aldea cercana a Ereván, actual capital de Armenia, golpeaba la tierra con un martillo de oro y de ella surgía una catedral imponente. Gregorio la hizo construir. Diecisiete siglos después, y con bastantes añadidos, es la sede de la Iglesia Armenia.

Avedikián traza un paralelo entre los padecimientos de Gregorio y la historia reciente de su iglesia. En la era soviética, fue reprimida, y sus fieles, vigilados estrechamente por la KGB. Transformaron su sede central en oficinas militares. Premiaron con sus reliquias a burócratas comunistas. A comienzos del siglo XX, había miles de iglesias; a mediados de los años 80, cuando Gorbachov suavizó las restricciones religiosas, sólo funcionaban dieciséis. "Quizá hayan sobrevivido las costumbres asociadas con la fe, pero no la fe en sí. La fe sobrevivió únicamente dentro de la casa madre. Sólo ahora comienza a volver", admite Avedikián.

En septiembre, los jerarcas celebran este renacimiento a su modo. Piensan consagrar en Ereván una nueva y grandiosa catedral de San Gregorio. Además, volverá una reliquia: el monasterio napolitano de San Gregorio el Iluminador ha donado los grillos de hierro que el santo habría usado en sus trece años de prisión. Karekin II ha invitado a líderes religiosos de todo el mundo (Juan Pablo II piensa asistir) y ya está visitando diversos países para compartir los festejos con las comunidades armenias.

Khor Virab no ha sido remozada para la ocasión; tal vez sea lo correcto. La pequeña iglesia del siglo XVI está enmarcada por un puñado de edificios de piedra, menos antiguos. Uno de ellos aloja la mazmorra. El padre Tadevos Terteryán, custodio del lugar, cuenta que Gregorio se habituó a la soledad. Gobernó la Iglesia Armenia durante veinticuatro años; luego, "abdicó" en su hijo y se retiró a una ermita, a meditar, por otros trece años. Terteryán comprende, quizá, su decisión. Lleva veintitrés años en Khor Virab, la mayor parte del tiempo solo en la pequeña iglesia, recibiendo donaciones y respondiendo a preguntas ocasionales. "Es mi servicio, mi deber", dice.

Traducción de Zoraida J. Valcárcel
Fuente: La Nación de Buenos Aires, edición del 16.06.01

H 67 – 07.09.2001


La nave donde se hizo la cumbre del G8 como metáfora de un mundo cuyo rumbo se ignora.

Líderes y globalifóbicos en el mismo barco

Fernando Savater

Y aquí están nuevamente enfrentados —igual que en Seattle, en Quebec, en Praga o Gotemburgo— los líderes del poder mundializado y los rebeldes mundiales contra ese orden capitalista global que aspira a diseñar el futuro de todos los habitantes del planeta.

Génova pasó a ser una ciudad sitiada en la que los altos mandatarios celebran sus encuentros en un barco convenientemente alejado de la tumultuosa orilla.

El escenario tiene algo de pintoresco, de grotesco incluso y es casi inevitable recordar "Y la nave va" de Fellini. Pero la pregunta es: ¿adónde va esa nave? ¿Se trata de un barco que zarpa para descubrir nuevos continentes, como la "Santa María" del genovés Colón, o se parece más al "Titanic", en el que algunos pasajeros se creían los reyes del mundo y acabaron no obstante en el fondo del mar?

Mar embravecido

Más inquietante aún: ¿no será acaso esta nave una nueva versión de la balsa de la Medusa pintada por Géricault, en la cual sólo unos pocos tratan de salvarse de las olas enfurecidas, mientras el resto de la tripulación es entregado a la voracidad de los tiburones?

¿Nos encontramos una vez más frente a la nave de los locos, en la cual los que se creen seguros bailan y celebran banquetes poco antes del catastrófico naufragio?

La evidencia que impone el sentido común es que un mundo injusto y desequilibrado no es sólo un mundo moralmente condenable, sino también un mundo radicalmente inseguro. La injusticia exagerada y megalómana es un dique que acumula agua sobre la línea de flotación amenazando con hacer naufragar hasta el barco menos cargado.

Que no haya víveres a bordo para todos, ni suficientes botes salvavidas es una noticia no menos inquietante.

Así no puede haber verdaderas garantías para el futuro, ni siquiera para los pasajeros de primera clase. El gran desafío político del siglo que estamos comenzando es decidir si queremos un orden mundial pensado como ciertas repúblicas sudamericanas o africanas, donde una minoría privilegiada vive encerrada y aterrorizada en fortalezas blindadas mientras el resto de la población se ve empujada a delinquir para sobrevivir, o el sistema de ciudadanía para todos y la protección social equilibrada de la que gozan cierto número de países desarrollados de manera más armoniosa.

Considerando el momento de auge de los medios de transporte y comunicación que unen casi instantáneamente los lugares más remotos de nuestro planeta, la globalización es sin duda un fenómeno ya irreversible.

Pero la cuestión problemática es si se globalizarán solamente el capital especulativo, los intereses de las multinacionales, las tarjetas de crédito y el tráfico de armas, o si veremos también mundializadas la protección de los derechos humanos, la educación, la justicia contra los verdugos etnocidas y la defensa del medio ambiente.

¿Se trata sólo de maximizar a escala mundial los beneficios de pocos, mientras multitudes de centenares de millones de personas siguen condenadas a vivir mal de la limosna cotidiana o de aprovechar la oportunidad histórica para maximizar globalmente las posibilidades humanizadoras de extender a todo el planeta los beneficios del sistema democrático?

Ni el Dow Jones, ni el Nikkei son los únicos índices de la prosperidad que pueden consultarse hoy: creo que eso es lo que intentan recordar a los magnates del actual sistema mundial los manifestantes más conscientes y menos folclóricamente destructivos que protestan ante cada una de estas cumbres políticas. En el fondo, lo que cuenta realmente no es lo meramente globalizable, sino lo intrínseca y humanamente universal.

Fuentes: La Repubblica y Clarín.
Traducción de Cristina Sardoy.

H 67 – 07.09.2001


Conclusiones del Informe de la ONU "Migraciones de reemplazo: una solución a las poblaciones que envejecen"

El Norte necesita inmigrantes para sobrevivir

José Carlos García Fajardo *

La población en el Norte declina; los países industrializados tendrán que recibir más de 300 millones de inmigrantes si quieren que sus economías eviten los efectos de una población envejecida.

Hasta el año 2025, Estados Unidos deberá dar entrada a 150 millones de inmigrantes, mientras que los países europeos deben permitir el ingreso de 159 millones si quieren que sus economías mantengan su nivel actual. Si todo sigue como hoy, en 2050 el 47% de la población europea estará jubilada, mientras que el número de menores de 59 años habrá bajado un 11%.

El documento "Migraciones de reemplazo: una solución a las poblaciones que envejecen", realizado por Naciones Unidas, estima que sólo la migración masiva de personas de otros continentes permitirá a la Unión Europea mantener el actual equilibrio de cuatro o cinco activos por cada pasivo. Para mantener el número de activos de 1995, la UE debería importar 25 millones de inmigrantes aunque, en su ceguera, los europeos teman que ponga en peligro su modelo de vida.

La tasa actual de natalidad (1,4 niños por mujer en toda la Europa comunitaria) está en descenso en los países industrializados, mientras que el aumento de la esperanza de vida confirmará el envejecimiento de sus poblaciones.


La entrada tardía de los jóvenes al mercado de trabajo, el aumento de la esperanza de vida y la baja de la natalidad llevará a los europeos a tener una relación de dos activos por cada pasivo en menos de cincuenta años.

Las instituciones de seguridad social europeas fueron concebidas para una tasa de cinco trabajadores activos por cada pensionista, y ya hoy se encuentran en dificultades; una alteración aún mayor colapsaría el sistema. La única solución planteada, si es que se quiere mantener las restricciones a la inmigración por parte de los gobiernos comunitarios, es la de aumentar la edad de retiro, algo políticamente espinoso. Además de un ataque a los derechos conquistados por quienes trabajaron una vida, se trata de otra fuente de aumento del paro.

El modelo aplicado en Estados Unidos, que permite el ingreso de un millón de inmigrantes cada año, es más realista que las aspiraciones a "cero inmigración" de ciertos países europeos dominados por la xenofobia de algunos ciudadanos.

Con la tasa actual de fecundidad, Europa perdería 30 millones de habitantes para el 2025. Para mantener el número de activos de 1995, la UE debería admitir el ingreso de 24 millones de inmigrantes para esa fecha. Pero para mantener la actual relación activo/pasivo, la UE debería admitir otros 123 millones de inmigrantes. Esto implicaría el ingreso de 5,3 millones de personas por año.

Galileo pedía a los cardenales que lo condenaban que le bastaba con que "mirasen por el telescopio". Ellos rehusaron porque eso significaría poner en duda lo que decía la Biblia. En el desafío de los inmigrantes que llegan a los países ricos para ejercer su derecho al trabajo, los gobernantes europeos deberían de abandonar actitudes cavernícolas y atreverse a mirar por el telescopio de la razón y de la ciencia.

* Presidente de la ONG Solidarios y profesor universitario

H 67 – 07.09.2001


Entrevista con George McRobie, economista y vicepresidente de Intermediate Tecnology Group

"En una lucha contra la naturaleza, si ganamos habremos perdido"

Nuria del Río

George McRobie sorprende por su sencillez, por la tremenda seguridad de los análisis y las afirmaciones que lanza a sus 75 años. Este economista escocés ha dedicado toda su vida -especialmente desde que conoció a E.F. Schumacher- a cooperar con los países del Sur en alternativas propias para salir de la pobreza. Junto a Schumacher, también economista e insigne estadístico, de quién primero fue asistente 10 años, crearon el Intermediate Technology Development Group. Desde esta organización no gubernamental, que mueve 9 millones de dólares anuales, han ayudado a países de Latinoamérica, Asia y África a encontrar soluciones tecnológicas apropiadas, desafiando las tecnologías indiscriminadas e interesadas que proponen a menudo los países del Norte. McRobie ha sido profesor en 7 universidades de Europa y América y es actualmente el Vicepresidente del Intermediate Technology Group.

¿Es la implantación de la tecnología clave para el desarrollo?

Hace unos 25 años, muchos de los países ricos dijeron que los países pobres podrían desarrollarse rápidamente si se comportaban como ellos, si también adoptaban la misma tecnología. Pero esa tecnología era demasiado cara, demasiado grande y requería mucha inversión extranjera. Para hacer que los países pobres progresen hay que comenzar usando la tecnología que pueda emplear su gente, que puedan controlar y que no tengan que comprar a los países ricos. En otras palabras, la gran verdad aceptada ahora es que la tecnología apropiada, la tecnología que verdaderamente ayuda a la gente, es mejor que la tecnología a gran escala que usan los países ricos. Le doy un ejemplo de nuestro trabajo: en Nepal estábamos ayudando a introducir pequeños generadores de energía eléctrica, pequeños embalses que producen entre 3 y 100 Kw, no enormes presas, sino pequeños embalses que la gente de la zona pudiera construir y que todo el equipo se pudiera fabricar allí. El Banco Mundial llegó con una propuesta de que Nepal construyera unos embalses enormes. Estos embalses serían provistos principalmente desde EE.UU., tendrían que emplear material, equipo y gente, expertos. Y nosotros le tuvimos que decir al Banco Mundial que era mucho mejor construir pequeños embalses que la gente del lugar pueda controlar y que no necesitaban ninguna provisión, que todo el equipo se haría en Nepal y que toda la electricidad iría a la gente del lugar. Y después de un año el Banco Mundial nos dio la razón. Eso muestra que las cosas pueden cambiar, incluso el Banco Mundial puede cambiar y hacer mejores cosas de las que ha hecho en el pasado.

¿Qué clase de globalización funcionará?

La que funcionará es la del intercambio de información entre países. Cualquier país que quiera información sobre agricultura a pequeña escala pueda conseguirla inmediatamente de cualquier país. Globalización de la información, esto es útil. Teniendo en cuenta que quien pregunte sepa lo que está buscando, porque la información te puede enterrar. La información que sirve vienen de grupos como Intermediate Technology o Ingenieros sin Fronteras. Ya que buscan tecnología para un país determinado, para una situación determinada. Nunca dirán la tecnología apropiada es ésta, sino que dirán "la tecnología apropiada para este país es..". Esta es la información que se necesita y esto se podría convertir en una red de información.

¿Hay tecnología apropiada para occidente también?

Sí. La tecnología apropiada de hoy sería la política del gobierno de potenciar el transporte público y menos coches privados. Esto reducirá la polución y también la cantidad de petróleo usado. Usaremos agricultura que no dependa del petróleo, sino que sea trabajar con la naturaleza, agricultura orgánica. Pero sobre todo, deberíamos tener la tecnología que dure 20 años en lugar de 2 años. Y así tendríamos productos que pueden ser reparados, una y otra vez y finalmente ser reciclados. No se perderán trabajos, sino que la gente no será contratada para producir sino para reparar los productos. Esto haría que redujéramos nuestras necesidades de energía a un cuarto de lo que usamos ahora. Ya existe el conocimiento necesario para lograrlo. El consumo es un producto de la gente rica, si miramos a las demandas de los pobres son muy simples: comida, techo, ropa, y servicios básicos, sanidad, suministro de agua y educación. Si la clase media sigue con el consumismo es su problema, porque ese consumismo no durara mucho tiempo. Cuando el petróleo se acabe -que será pronto- los ricos tendrán problemas. Toda la información que está disponible ahora indica que posiblemente el petróleo va a comenzar a escasear ahora.

¿Qué tecnología es la más necesitada en lugar del petróleo?

Todas, se necesitarán todas. Energía solar, donde hay sol, energía hidráulica donde hay agua, y la energía de las mareas. El petróleo es muy peligroso porque su escasez causa desequilibrios mundiales, guerras, cuanto antes nos apartemos de él mejor. Sólo tenemos petróleo para otros 25 o 30 años. Schumacher recordaba siempre que en los últimos 100 años hemos dicho que teníamos una batalla contra la naturaleza. Hay que encontrar formas de trabajar con la naturaleza no de luchar contra ella, porque si ganamos habremos perdido.

H 67 – 07.09.2001


Mi distanciamiento de Pitágoras

Bertrand Russell*, Escritos Básicos, Ed. Planeta, Barcelona 1984, tomo I, pags. 169/170. Traducción de Juan Novella Domingo.

La evolución de mi pensamiento filosófico, desde los primeros años del presente siglo, podría describirse más o menos como un distanciamiento gradual de Pitágoras. Los pitagóricos profesaban una forma de misticismo peculiar, ligado con las matemáticas. Esta forma de misticismo ejerció gran influjo sobre Platón, más de lo que en general se reconoce. En algún tiempo tuve yo una perspectiva similar y hallé en la naturaleza de la lógica matemática, como la suponía entonces, algo profundamente satisfactorio en ciertos aspectos emocionales importantes.

De muchacho, mi interés por las matemáticas era más simple y ordinario: tenía más afinidad con Thales que con Pitágoras. Quedaba encantado cuando descubría en el mundo real cosas que obedecían a las leyes matemáticas. Amaba la palanca y la polea, y el hecho de que los cuerpos describiesen parábolas en su caída. Aunque no sabía jugar al billar, hallaba agrado en la teoría matemática del comportamiento de las bolas. En una ocasión hice bailar un penique ante un nuevo preceptor, y me dijo: “¿Por qué baila el penique?” Repliqué: “Porque apliqué un par de fuerzas con los dedos”. Quedó sorprendido y preguntó: “¿Qué sabes tú de pares de fuerzas?” Respondí vivamente: “¡Oh! Lo sé todo acerca de los pares de fuerzas”. Cuando en otra ocasión tuve que marcar yo mismo el campo de tenis, utilicé el teorema de Pitágoras para asegurarme de que las líneas formaban ángulos rectos entre sí. Uno de mis tíos me llevó a visitar a Tymdall, el eminente físico. Mientras conversaban tuve que buscarme alguna distracción. Tomé dos bastones en forma de cayado. Los balanceé sobre un dedo, inclinándolos en direcciones opuestas, de modo que se cruzaban en un punto determinado. Tymdall volvió la cabeza y preguntó qué estaba haciendo. Contesté que pensando en un modo práctico de determinar el centro de gravedad, ya que el de cada bastón debía hallarse verticalmente bajo mi dedo, y por tanto en el punto en que los bastones se cruzaban. Presumiblemente, a consecuencia de esta observación me ofreció uno de sus libros, Las formas del agua. En aquel tiempo tenía yo la esperanza de que toda la ciencia podía hacerse matemática, incluso la psicología. El paralelogramo de fuerzas muestra que un cuerpo sometido a dos fuerzas simultáneas seguirá un camino intermedio, más inclinado a la dirección de la fuerza mayor. Esperaba que hubiese aquí un “paralelogramo de motivos” similar: idea desatinada, porque un hombre que llega a una bifurcación de la carretera y se siente igualmente atraído hacia ambos caminos no cruza entre los dos a través de los campos. La ciencia no había llegado aún al “principio de todo-o-nada”, cuya importancia sólo en este siglo se ha descubierto. Cuando era joven pensaba que dos tendencias divergentes podían conducir a un compromiso liberal, siendo así que, desde entonces, ha resultado con frecuencia que una de ellas prevalece completamente. Esto ha justificado al doctor Johnson en su opinión de que fue el diablo, no el Todopoderoso, el primer liberal.

* Como propagandista y hombre de acción, Russell se significó sobre todo por su oposición a la carrera armamentística de las grandes potencias, y luchó siempre a favor de la paz. Este pacifismo activo le valió ser encarcelado en dos ocasiones y la pérdida de su cargo de profesor en el Trinity College de Cambridge. Con los años, su autoridad moral fue creciendo en el mundo occidental y pudo llevar a cabo iniciativas como la creación del Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra, que condenó las masacres efectuadas por los norteamericanos en la guerra de Vietnam.
La vida de este gran filósofo que vivió 97 años fue, según Allan Wood, la de un “escéptico apasionado”. Su escepticismo en filosofía fue fruto de su amor por el conocimiento, pues éste fue una de sus grandes pasiones. Otra gran pasión suya fue, como lo escribió en su Autobiografía, “una insoportable piedad por el sufrimiento de la Humanidad”.

H 67 – 07.09.2001


Patera-mundo

Jaime Reis

Lo cierto es que la vida a menudo nos deja poco donde elegir. Es más, si uno la mira bien de lejos es como dos paralelas de esas que dicen (vaya usted a saber) que se juntan en el infinito. Vamos, que sólo hay dos posturas que tomar en la vida: una es pasar y la otra implicarse.

En la primera, abotargados por el bienestar, nos dejamos dócilmente conducir a lo oscuro de cualquier callejón para que nos den muerte sin honor.

En la otra postura, la del compromiso, hay que luchar, por mucho que suene a reaccionaria la palabreja. Y en primer lugar hay que luchar contra la complacencia para no convertirnos en esclavos del peor amo, que es uno mismo. Y sólo una vez que nos acostumbramos como el más pintado a derrotar a nuestra sombra y a poner al pie de la imagen del espejo las armas del vencido, sólo entonces podemos dedicarnos a derribar las altas murallas del egoísmo humano empezando, por ejemplo, por indagar sobre lo anecdótico y sobre lo sustancial.

Porque ocurre en esto como en el arte. Unas obras se hacen para perdurar porque en sí son eternas. Otras se crean a la luz del costumbrismo que es efímero por naturaleza y sólo alcanza el inmediato futuro como las amarilleadas postales, los ajados periódicos o los rotos objetos que nunca acaban en un museo sino en una almoneda.

Así, el hombre universal, el ecuménico trata de descifrar su época a través de los grandes acontecimientos, de las constantes vitales de la historia. Y aunque también lo haga mediante la insignificancia de las nimiedades del día a día, sabe siempre separar la mies de los desechos para ser capaz de seguir la senda de la dignidad sin desviarse con las agradables, sí, pero vergonzosas distracciones de la opulencia.

No podemos pasar la vida sin dignarnos a indagar sobre la existencia humana tal y como la experimentamos hoy, en estos días donde las grandes claves de nuestra especie en los países del primer mundo son la saturación y la incomunicación (paradójico, sí, en la era de Internet, pero en la que nos relacionamos no como hombres sino como máquinas). Así es, en las ciudades hemos llegado o lo estamos haciendo, a la extenuación, al límite del caos tras el cual deviene el colapso. Vivimos en un atasco infinito en el que no nos comunicamos con nadie en las masas informes que militarizan la calle, las carreteras, los supermercados. Hemos convertido al planeta en lo que he pretendido decir en mi obra de teatro ‘Patera Mundo’: una nave atestada tripulada por facinerosos que nos echarán al agua a la primera de cambio para escapar ellos. Una balsa donde sin sentido alguno de porvenir nos empujamos los unos a los otros para sobrevivir sin los demás. Apenas unos troncos a la deriva pugnando por alcanzar la felicidad a costa de los otros. Sin comprender en nuestra angustia que un barco donde cada uno rema para su lado está condenado a la inmovilidad. Y la inmovilidad es la muerte.

H 67 – 07.09.2001


“La injuria es el fin de toda maldad que se atrae el odio del Cielo”

Dante Alighieri (1265-1321), Divina comedia, Ed. Sol 90, Barcelona 2000, págs. 47/49. © de la traducción Edimat libros S. A. El texto corresponde al capítulo del Infierno, canto undécimo: Siguen en el sexto círculo. Reparto de los condenados en el infierno.

A la extremidad de un alto promontorio, formado por grandes piedras rotas y acumuladas en círculo, llegamos hasta un montón de espíritus más cruelmente atormentados. Allí, para preservarnos de las horribles emanaciones y de la fetidez que despedía el profundo abismo, nos pusimos al abrigo de la losa de un gran sepulcro, donde vi una inscripción que decía: “Encierro al papa Anastasio, a quien Fotino arrastró lejos del camino recto.”

-Es preciso que descendamos por aquí lentamente, a fin de acostumbrar de antemano nuestros sentidos de este triste hedor, y después no tendremos necesidad de precavernos de él.

Así habló mi Maestro, y yo le dije:

-Busca algún recurso para que no perdamos el tiempo inútilmente.

A lo que me respondió:

-Ya ves que en ello pienso. Hijo mío –continuó-, en medio de estas rocas hay tres círculos, que se estrechan gradualmente como los que has dejado: todos están llenos de espíritus malditos; mas para que después te baste con solo verlos, oye cómo y por qué están aquí encerrados. La injuria es el fin de toda maldad que se atrae el odio del Cielo, y se llega a este fin, que redunda en perjuicio de otros, bien por medio de la violencia, o bien por medio del fraude. Pero como el fraude es una maldad propia del hombre, por eso es más desagradable a los ojos de Dios, y por esta razón también los fraudulentos están debajo, entregados a un dolor más vivo. Todo el primer círculo lo ocupan los violentos, cuyo círculo está además construido y dividido en tres recintos; porque puede cometerse violencia contra tres clases de seres: contra Dios, contra sí mismo y contra el prójimo, y no sólo contra sus personas, sino también contra sus bienes, como lo comprenderás por estas claras razones. Se comete violencia contra el prójimo, dándole muerte o causándole heridas dolorosas, y contra sus bienes, por medio de la ruina, del incendio o de los latrocinios. De aquí resulta que los homicidas, los que causan heridas, los incendiarios y los ladrones están atormentados sucesivamente en el primer recinto. Un hombre puede haber dirigido su mano violenta contra sí mismo o contra sus bienes; justo es, pues, que purgue su culpa en el segundo recinto; sin esperar tampoco mejor suerte aquel que por su propia voluntad se priva de vuestro mundo, juega, disipa sus bienes o llora donde debía estar alegre y gozoso. Puede cometer violencia contra la Divinidad el que reniega de ella y blasfema con el corazón, y el que desprecia la Naturaleza y sus bondades. He aquí por qué el recinto más pequeño marca con su fuego a Sodoma y a Cahors, y a todo el que, despreciando a Dios, le injuria sin hablar desde el fondo de su corazón. El hombre puede emplear el fraude que produce remordimientos en todas las conciencias, ya con el que de él se fía, ya también con el que desconfía de él. Este último modo de usar el fraude parece que sólo quebranta los vínculos de amor que forma la Naturaleza; por esta causa están condenados en el segundo recinto los hipócritas, los aduladores, los hechiceros, los falsarios, los ladrones, los simoníacos, los rufianes, los barateros y todos los que se han manchado con semejantes e inmundos vicios. Por el primer fraude no sólo se olvida el amor que establece la Naturaleza, sino también el sentimiento que le sigue y donde nace la confianza: he aquí por qué, en el círculo menor, donde está el centro de la tierra y donde se halla el asiento de Dite, yace eternamente atormentado todo aquel que ha cometido traición.

A tal discurso contesté:

-Maestro, tus razones son muy claras, y bien me dan a conocer, por medio de tales divisiones, ese abismo y la muchedumbre que le habita; pero dime: los que están arrojados en aquella laguna cenagosa, los que agita el viento sin cesar, los que azota la lluvia y los que chocan entre sí lanzando tan estridentes gritos, ¿por qué no son castigados en la ciudad del fuego, si se han atraído la cólera de Dios? Y si no se la han atraído, ¿por qué se ven atormentados de tal suerte?

Me contestó:

-¿Por qué tu ingenio, contra su costumbre, delira tanto ahora?, ¿o es que tienes el pensamiento en otra parte? ¿No te acuerdas de aquellas palabras de la Ética, que has estudiado, en las que se trata de las tres inclinaciones que el Cielo reprueba: la incontinencia, la malicia y la loca bestialidad, y de qué modo la incontinencia ofende menos a Dios y produce menor censura? Si examinas bien esta sentencia, acordándote de los que sufren su castigo fuera de aquí, conocerás por qué están separados de esos felones y por qué los atormenta la Justicia divina, a pesar de demostrarse con ellos menos ofendida.

-¡Oh, sol, que sanas toda vista conturbada! –exclamé-: tal contento me das cuando desarrollas tus ideas, que sólo por eso me es tan grato dudar como saber. Vuelve atrás un momento y explícame de qué modo ofende la usura a la bondad divina: desvanece esta duda.

-La Filosofía –me contestó- enseña en más de un punto al que la estudia que la Naturaleza tiene su origen en la Inteligencia divina y en su arte, y si consultas bien tu Física, encontrarás, sin necesidad de hojear muchas páginas, que el arte humano sigue cuando puede a la Naturaleza, como el discípulo a su maestro; de modo que aquel es casi nieto de Dios. Partiendo, pues, de estos principios, sabrás, si recuerdas bien el Génesis, que es conveniente sacar de la vida la mayor utilidad y multiplicar el género humano. El usurero sigue otra vía; desprecia la Naturaleza y a su secuaz, y coloca su esperanza en otra parte. Ahora sígueme, que me place avanzar. Los Peces suben ya por el horizonte; el Carro se ve hacia aquel punto donde expira Coro, y lejos de aquí el alto promontorio parece que disminuye.

H 68 – 14.09.2001


Cuentos del Antiguo Egipto

El zapato de Rhodopis

Versión, introducción y notas de Emma Brunner-Traut. Ed. Edaf, Buenos Aires 2000, págs. 212/213. Traducción de Pablo Villadangos.

El geógrafo griego que visitó Egipto en la época de la transición nos relata, en relación con la pirámide de Micerinos cerca de Giza, el contenido de un cuento egipcio que no se nos ha transmitido por ningún otro medio, pero que, a pesar de sus ropajes griegos, proviene indudablemente del Antiguo Egipto. Nótese que en él se encuentra prefigurado el motivo de la Cenicienta. Al cambiar el relato indirecto a discurso directo, el texto dice lo siguiente:

Cuando uno se aleja cuarenta estadios de la ciudad (de Menfis) se llega a una elevación sobre la que se encuentran muchas pirámides; se trata de tumbas de reyes. Tres de ellas son particularmente destacables, y dos de ellas se encuentran incluso entre las siete maravillas del mundo... Estas pirámides se encuentran próximas unas de otras...

Pero algo más alejada, sobre una elevación más alta de la superficie del desierto, fue construida la tercera, mucho más pequeña que aquellas dos y, sin embargo, con un coste mucho mayor... Se dice que representa el monumento funerario de una hetaira que le habían construido sus amantes, ... a Rhodopis, y a su respecto se cuenta la siguiente fábula:

Una vez, cuando Rhodopis se estaba bañando, un águila le quitó uno de sus zapatos a su criada. Lo llevó a Menfis, donde el rey estaba sentado en ese momento al aire libre e impartía justicia. Se quedó suspendido sobre su cabeza y le dejó caer el zapato en su regazo. Pero éste (el faraón) excitado tanto por la belleza de proporciones del zapato como por el extraordinario suceso, envió emisarios por todo el país para que buscasen a la dueña del zapato. Después de que la encontraran en la ciudad de Naukratis y la trajeran a presencia del faraón, se convirtió en la esposa del rey. Pero después de su muerte recibió el monumento funerario mencionado (de la Pequeña Pirámide de Giza).

El texto se encuentra en Estrabón, libro 17, I, 33. En realidad, la pirámide es la tumba del rey Micerinos; en cuanto a la atribución a Rhodopis, es una invención jónica. En otras narraciones, Rhodopis es equiparada por los griegos con la egipcia Nitokris. El motivo del zapato como origen del amor es muy antiguo y lo encontramos en otras narraciones en todo el mundo. Aquí, el águila tira el zapato sobre el regazo del rey de modo muy parecido a la historia de Tristán, en la cual dos golondrinas arrojan una tranza de pelo ante el rey (N. del E.).

H 67 – 07.09.2001